martes, 10 de mayo de 2016



SIN CORDONES

El día ha empezado como todos. Aparentemente al menos. Quiero decir que no había motivos de sospecha. Ningún indicio. Ni una mísera queja en jornadas anteriores. Pensábamos que estaba contento con nosotros. Nada nos hacía sospechar lo contrario. Meses de repetir el mismo rito: a la hora señalada, minuto arriba minuto abajo, nos sacaba del armario, nos colocaba sobre la alfombra, se agachaba y deslizaba sus pies, primero el izquierdo y luego el derecho, dentro de nosotros. Más tarde ajustaba los cordones y los ataba con lazada doble. Siempre igual. El mismo rito y por el mismo orden, los calcetines impecables y recién sacados del cajón, soportando junto a nosotros largas jornadas, laborales o de ocio, puesto que tanto le satisfacíamos que nos utilizaba incluso durante los fines de semana, cuando iba a pasear con los niños por el parque, o al zoo. Y volvíamos todos a casa salpicados de barro. Y él nos limpiaba cuidadosamente y nos guardaba de nuevo en nuestro sitio.
El recorrido ha sido idéntico al de cada día. Y también la jornada. Aunque se le notaba raro. No sé. Como molesto. Sobre todo cuando ha empezado a llover y nos hemos encharcado un poco. La edad, que no perdona. Debería entenderlo, él tampoco es un crío. Ha estado refunfuñando un rato hasta que ha entrado en un lugar desconocido. Una tienda, creemos. Ha paseado un poco por entre las estanterías y al final se ha sentado, nos ha desatado y entonces hemos sabido que algo terrible estaba a punto de pasar. Y así ha sido. Ya no ha vuelto a calzarnos. Nos ha guardado en una caja y en un momento dado, no sé cual, la ha destapado, nos ha tomado por el cuello y nos ha abandonado encima de este banco tras despojarnos de los cordones. El muy rácano. Y aquí llevamos horas. De vez en cuando alguien pasa y nos mira. Ojalá que a alguien le gustemos. Alguien a quien no le importe que nos falten los cordones. Que seguro que lo hay. Lo que pasa es que todavía no nos ha encontrado. Sólo esperamos que llegue antes que cualquier desaprensivo adolescente de esos que van en grupo y acabemos primero convertidos en balones de fútbol y más tarde olvidados, separados e inservibles ya del todo, en cualquier rincón de la ciudad.

#SafeCreative Mina Cb

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