miércoles, 31 de enero de 2018

La imagen puede contener: una persona, de pie e interior 


CULTURETA

Tiene muy mala prensa la cultura,
se piensa que es tan solo de eruditos,
de aburridos, de plastas, de raritos,
de pedantes de sangre azul y pura.

Tiene un cierto tufillo a sepultura,
a regio panteón de señoritos,
a enmohecido arcón donde los mitos
se encierran con su vanidad sin cura.

Pero existe una puerta, un paso, un vano
por el cual, y sin mucho disimulo
puede colarse incluso el más profano
e inyectar aire fresco en cualquier zulo:
vean si no esta escena en que un gitano
y una monja se están partiendo el culo.

#SafeCreative Mina Cb

Nota de la autora: El pasado domingo, justo antes del inicio de un recital poético que José y yo teníamos que conducir, se produjo un incidente que nos provocó un ataque de risa incontenible, con el agravante de que yo llevaba conectado el micro y el público estaba ya en el patio de butacas, así que tuve que contenerme como pude (que fue bastante mal). Para que luego digan que los que nos dedicamos a esto de la cultura somos unos sosos.

viernes, 26 de enero de 2018

La imagen puede contener: cielo 


 VOTOS

“Yo, (tu nombre), te acepto a ti (nombre de tu novio/a), como mi esposo(a)
y prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad,
en la riqueza y en la pobreza
y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”

Yo te acepto y prometo amarte y respetarte hasta el punto de no guardarte solo para mí y de dejarte partir si un día lo deseas. Y prometo cuidarte y no herirte deliberadamente. Y en caso de hacerlo de forma involuntaria, pedir perdón y aprender de la experiencia, y nunca utilizar este conocimiento de tu vulnerabilidad para hacerte daño en posteriores ocasiones. También prometo confiar en ti y no chantajearte. Prometo aceptar tu soledad y tu silencio, y no insistir en ayudarte cuando no lo necesites. Y para terminar prometo, en caso de dejar de amarte o bien de tropezarme con alguna persona con la que me sienta mejor que contigo, ser valiente y decírtelo cuanto antes, para que de ese modo ambos podamos seguir nuestros caminos tras habernos causado el menor dolor posible.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 25 de enero de 2018

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EL BOLSO

Existe un agujero negro en el mundo del psicoanálisis. Tanta teoría, tanto estudio, tanta obsesión con las regresiones a la infancia y la mayoría de las pacientes (y estoy hablando de mujeres) se ahorrarían una pasta en sesiones si desde el primer momento el terapeuta les pidiera algo tan sencillo como vaciar el contenido de su bolso sobre la mesa de la consulta. De ahí, en cuestión de unos minutos, salía un diagnóstico infalible que daba sopas con honda a todos los tratados habidos y por haber sobre el comportamiento femenino.

Y es que, lo mismo que un hombre lleva la sesera en el escroto, una mujer lleva el alma colgada del brazo. O del hombro. O en bandolera.

Del bolso de une mujer se puede ver salir cualquier cosa; desde un lápiz de labios a unas alpargatas para irse de fiesta, pasando por un caniche, un secador de pelo, un muestrario de mármoles para la cocina, un martillo pilón y hasta una colección de libros de arquitectura de la Taschen, que son un rato grandes.

Un bolso no es un accesorio; es un compañero del que los hombres deberían sentir celos. Una mujer puede perder un pendiente, un zapato, una pestaña postiza e incluso las bragas sin inmutarse. Pero si pierde el bolso es una catástrofe. Sí, porque en el bolso lleva un par de pendientes, un par de zapatos, un par de pestañas postizas y unas bragas. Todo de recambio y por si pierde el original. De modo que a veces los bolsos terminan como los cajones del comodín; llenos de cosas impares que se han quedado allí a la espera de que su gemelo apareciese y que han ido confraternizando con el resto de los “singles” que se incorporaban con el paso del tiempo. Y se mezclan con lápices de ojos romos, secos y quebrados, y con barras de labios a medio consumir que de vez en cuando se abren y lo ponen todo perdido, y con tarjetas del corte inglés que se han escapado del tarjetero y que andan por ahí, a la aventura, viviendo su vida y sin cumplir el cometido para el que fueron fabricadas, y con manojos de llaves que juegan al despiste y se intercambian los llaveros de forma que cuando quieres las de casa sacas las del coche y viceversa, y con lapiceros del Ikea que se acabaron desprendiendo del interior de la agenda donde habitaban, ese librillo de papel hoy descuartizado, lleno de trazos ilegibles, borrosos, condenado al olvido desde la aparición del teléfono móvil, y con píldoras que a saber, lo mismo son ibuprofeno, grageas de regaliz o cápsulas de cianuro, y que probablemente, sean lo que sean, lleven lustros caducadas, y con navajas suizas a las que les falta el palillo, y que no hay quien utilice porque se han atascado a causa de la suciedad que habita en el fondo del bolso, y con compresas enfundadas que, aunque hayan perdido todo su poder de absorción, se seguirán adhiriendo con fuerza al vello púbico, y con bolsas vacías de kleenex con virutillas de tabaco pegadas al adhesivo, y con mecheros sin gas, y con linternas sin pilas, y con estuches de costura que no se han utilizado jamás, y con preservativos inservibles, y con tarros de colorete que hace tiempo que espolvorearon su contenido por el interior del habitáculo…

Y esto solamente para las mujeres sin cargas familiares, porque si la propietaria tiene una criatura hay que añadir media funda de la sorpresa del kinder, una caja de tiritas con el contenido esparcido por ahí, un camión de bomberos casi de tamaño real, un paquete de toallitas resecas, un chupa chups revenido, un pañal deshilachado, un tarro vacío de potito, un chupete viejo, un sonajero sin mango y el primer dibujo que hizo en la guardería. Entre otro millar de cosas.

Y si todos estos objetos llegan a convivir en armonía y sin excluirse los unos a los otros es porque una mujer nunca se desprende del contenido de su bolso sino que, a medida que lo va sustituyendo por otro (siempre de más capacidad que el anterior), vacía el viejo sobre el nuevo de modo que el orden de los estratos se invierte y sólo el paso de las semanas vuelve a colocar los objetos en su sitio… lo más usual encima y lo más inútil en el fondo.

Selección natural, que dicen los científicos.

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 24 de enero de 2018

La imagen puede contener: planta y exterior 


LA VIDA ETERNA

En el mundo animal la muerte no es como en el nuestro. Quiero decir que se acepta como algo natural, y no se la oculta ni se la recubre, ni se la disfraza, ni se la utiliza para hacer ostentación.

Hay poca diferencia entre unas muertes y otras. Salvo el tratamiento que se dé al cadáver, poca diferencia existe. Algunos fiambres se convierten en cenizas, otros en polvo subterráneo y los más desgraciados en restos calcáreos hacinados en fosas comunes.

Pero todos morimos. Nos guste o no. Más tarde o más temprano.

Cuando uno da una vuelta por una huesera se da cuenta de lo absurdo de la ambición de infinitud. Entiende el concepto de eternidad y hasta el sentido de la vida y de la misma muerte. Que no es otro que el de la pervivencia. Pero no en forma de querubín alado, de ectoplasma travieso o de postulante a traspasar las puertas del cielo (konocking on heaven's door), sino siendo de utilidad para los que se quedan. En el caso de las reses como alimento de rapaces que embellecen el azul y limpian de malolientes vísceras el campo y en el nuestro como herencia espiritual para quienes nos suceden, cuidando del entorno y enseñando a nuestros hijos todo lo bueno que la vida nos ha llevado a atesorar. Para que este planeta sea cada día más hermoso y no al contrario. Y para que la raza humana se encamine hacia el amor y no hacia la materialidad. A veces pienso que mejor nos iría si amásemos más la tierra y permitiéramos que nuestros cuerpos, una vez inertes, fueran depositados, como en detreminadas zonas del planeta, en un lugar hermoso y ventilado para que las rapaces pudiesen dar cuenta de nosotros, en lugar de perpetuar viejos cadáveres en lúgubres recintos rodeados de altos muros y salpicados de ahusados, tupidos, tristísimos cipreses.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 23 de enero de 2018

 


 LO COTIDIANO

Convertir
la salida del sol en una feria,
el color de la hierba en un regalo,
el vuelo de un gorrión en una gesta,
el sonido del agua en un presagio.

Convertir
el olor del café en una promesa,
el sabor del azúcar en un pacto,
la vuelta a la rutina en una fiesta...

... Creo que en eso consisten los milagros.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Jose Miguel Jiménez Arcos

domingo, 21 de enero de 2018

La imagen puede contener: 3 personas, personas sentadas, calzado y barba 



GITANOS

Se puede ser gitano por costumbre,
por afición, por juego, por herencia
Se puede ser gitano por querencia,
por temple, por placer, por servidumbre.

Se puede ser gitano, verbigracia,
por azar, por pasión, por desacato.
Se puede ser gitano por recato,
por vicio, por deseo, por audacia.

Se puede ser gitano, me repito
por cientos de motivos y razones
que nunca ha de explicar ningún perito

Se puede ser, como estos dos varones,
gitanos de guitarra y gorgorito:
gitanos de gitanos corazones.

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 20 de enero de 2018

La imagen puede contener: texto 


 Y llegó el día en que el Príncipe Valiente le echó un par de narices y se enfrentó por fin con su pasado.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 18 de enero de 2018

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JUBILARSE

En España, hasta hace poco
se llegaba a jubilado
como muy tarde, a la edad
de sesenta y cinco años…
A no ser que trabajases
como poli, o en un banco,
o de minero, o en chollos
dependientes del estado,
o que te hiciera tu empresa
digamos, un buen apaño
y te arreglasen la vida
con sesenta o menos años
y así poder dedicarte
a viajar, a plantar nabos,
a jugar al dominó,
a hacer chapuzas a ratos
y hasta a sacarte en la Uned
tres o cuatro doctorados…

Pero, ¡Ay , amigo!, que ahora
ya no hay chollos ni en el rastro…
Se acabó lo que se daba
y nos toca dar el callo
hasta los sesenta y siete
de momento… y mientras tanto
ya estás llegándote a Roma
y comprándote el rosario
del Papa, para rogar
a las santas y los santos
que antes que llegue tu día
no decida algún pazguato
de ministro prolongar
la edad del fin del trabajo…

Que, tiempo al tiempo, te veo
invirtiendo el poco rato
que tienes para el café
o para echarte un cigarro
yendo a vaciar la sonda
de los orines al baño,
enchufándote el oxígeno,
comprobando el marcapasos,
tomándote las pastillas
y a lo mejor, y contando
con que te queden aún dientes
y con que puedas pagarlo
almorzándote en la máquina
del curro un cruasán enano
y un café con sacarina,
(cómo no, descafeinado)
mientras cuentas con los dedos
los meses, si no los años
que te quedan todavía
de aguantar ese calvario…

¡Qué negro está el porvenir
con trabajo o sin trabajo!

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 15 de enero de 2018

La imagen puede contener: una persona, sonriendo, interior 



EL COLACAO

Mi infancia son manchurrones de colacao por todo: por la ropa de salir, por la de estar en casa, por los pijamas, por las sábanas, por los manteles, por las alfombras, por la mesilla del dormitorio y hasta por la encimera del lavabo… Manchurrones espesos con aspecto un tanto equívoco, sobre todo aquéllos que eran producidos por la pasta base necesaria para preparar un colacao en condiciones, esa mezcla marrón con grumitos y burbujas para la que se requería un talento casi culinario. Y eso que los dibujitos explicativos de la etiqueta ayudaban bastante, pero uno tardaba meses, cuando no años, en llegar a calcular las proporciones exactas de agua y de polvo chocolateado necesarias para que la textura del producto fuera la adecuada. Yo miraba los dibujos y luego el aspecto del vaso fotografiado en la etiqueta y no me cuadraban las cuentas. O se me iba la mano con el polvo y la bebida quedaba reducida a un vaso de leche color crema con unos grumos marrones en suspensión o bien me pasaba con el líquido y aquello más que colacao parecía nesquik. Que era lo peor que te podía suceder, porque con el colacao y el nesquik pasa como con el Barça y el Madrid: que sólo se puede ser de uno.

Menos mal que mi hermana me dio una de sus lecciones magistrales: para la base, de aproximadamente dos dedos de altura, lo que había que hacer era poner primero el polvo y luego añadir poco a poco la leche con una mano mientras con la otra se revolvía la mezcla con una cucharilla. Después, y una vez alcanzadas las proporciones adecuadas (¡He ahí el insondable misterio!), se mezclaba el conjunto hasta formar una solución de color marrón, granulosa y burbujeante y de textura un tanto pastosa. Y entonces, y sólo entonces, una vez que la base estaba perfectamente homogénea, se añadía lenta y cuidadosamente el resto de la leche, eso sí, sin dejar en ningún momento de remover con la cucharilla.

El resultado era una apetitosa bebida de color marrón claro cuya superficie, si habías hecho bien las cosas, debía presentar una fina capa de espuma que algunos nos comíamos a cucharadas y que dejaba siempre una delatora línea de espuma marrón sobre al labio superior.
Como un bigote.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 14 de enero de 2018

 



CAMANDULEANDO
(soneto escrito en la cama)

Me gusta ver el día, cauteloso
avanzar, y a su paso ir invadiendo
mi habitación, mientras que voy sintiendo
cómo el tiempo transcurre, perezoso.

Me encanta adormecerme como un oso,
estirarme, sentir todo crujiendo
y mirar al reloj como queriendo
burlar al carcelero luminoso.

Y es que me puede, dicho sin cortame,
y aunque pueda sonar a desafío,
dormitar hasta casi avergonzarme...

Que ya madrugó mucho el cuerpo mío
y ahora tan solo aspiro a acostumbrarme
a quedarme en la cama si hace frío.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 12 de enero de 2018

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MALA MEMORIA

Me sé al dedillo la letra
de un montón de canciones
(de mis tiempos sobre todo).

Guarda mi memoria
elepés enteros en su tarjeta RAM
y aún recuerdo,
entre un no desdeñable
puñado de poemas

“Castilla”, de Machado,
(Manuel para más señas)
y el monólogo del desgraciado Segismundo
de “La vida es sueño”
que aprendí con menos de diez años
(no exagero)
y que siempre he soñado
con interpretar.

Me sé mi dni y mi móvil
y a veces dudo
cuando me piden el número del fijo.
Me sé los pins de las tarjetas
y en ocasiones me hago un lío
con las contraseñas de internet
y bloqueo las cuentas
y luego es un sindiós recuperarlas.

Me sé los días en que ocurrieron
las cosas importantes de mi vida...
más que nada
porque la mayoría
(bromas del azar)
tuvieron lugar en fechas señaladas...

… Aunque he de confesar
que me bailan los años,
y que no tengo archivado en las meninges
mi número de cuenta bancaria
ni la matrícula del coche
ni otros datos de supuesta
importancia vital
como la alineación del Barça
el nombre de los integrantes del gobierno
o la fecha en que comenzó el impresionismo,
que es mi movimiento favorito.

No me acuerdo tampoco
de cómo ibas vestido
cuando te conocí.

Pero me sé tu nombre
y el día en el que vivo
y el nombre de mi madre
y el nombre de mi gato
y el nombre de mi calle

y los nombres de todos mis amigos.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 11 de enero de 2018

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CANCIONES

A veces
lo que no pudo ser se hace presente
mediante una canción

que desata un torrente de lágrimas amargas
irrefrenables,
mórbidas,

absurdas como el tren que llega con retraso
cuando ya nadie queda en el andén..

Pero ahí están:
sorprendentes espejos del pasado,
del desencanto,
de la frustración,
grises flashbacks, retazos de un momento
doloroso y sombrío
por cuyas puertas,
aún entrecerradas,

cruzan
de vez en cuando

tibios rayos de sol.

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 10 de enero de 2018

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CALOR DE AYER

Fueron las sustitutas de los braseros. Llegaron orgullosas sobre sus cuatro ruedecillas, portátiles, metálicas y envueltas en un halo de misterio, más que por su novedad, por la leyenda negra que siempre ha acompañado al uso del butano.

Eran las catalíticas un prisma rectangular con una puertecilla que a los niños nos encantaba abrir y cerrar, clac, clac, tras la que se ocultaba, recia y llamativa, la imponente bombona de butano; esa mole pesada y un tanto maloliente que nos daba miedo hasta tocar porque, se decía, podía explotar en cualquier momento haciendo que la casa saliera despedida hacia arriba desde los cimientos y gravitase hasta traspasar la atmósfera terrestre y escapar de la galaxia, perdiéndose entre las nubes como pasaba con los cohetes de la Nasa. A mi me daba menos miedo sin la cabeza. La bombona digo. A lo mejor es porque en cierta ocasión una amiguita me confesó que había intentado suicidarse colocándose en la boca la goma anaranjada, pero que no se había muerto. Y quizás desde ese instante yo asocié el sistema de conexión con la cara de mi amiga, mutada en cera en el interior del ataúd. O quizá fuera porque el accesorio que servía para dar salida al gas tenía un aire como de casco de guerrero, la espita haciendo las veces de minúsculo penacho y ese collarín ridículo que había que ajustar meticulosamente, como si fuera una armadura de la que dependiera la supervivencia del guerrero. E incluso la mía. Que por eso mi madre nunca me dejaba tocar la anilla negra, advirtiéndome de que si esta se desajustaba el gas saldría al exterior, invadiendo la sala y haciendo tal vez que la casa volase por los aires, atravesando la atmósfera y… en fin, todas esas cosa que he contado un poco más arriba.

Tenían las catalíticas una pantalla frontal de enrejillado que a veces se dividía en tres partes, como los cuadros de las iglesias, de forma que uno podía decidir cuántas placas quería utilizar. Al principio se cebaban con cerillas, arrimando la llama al conducto de salida del gas con mucha precaución. Más tarde inventaron lo del encendido automático, que consistía en un botón que había que presionar durante unos segundos hasta que la llama prendía, desatando un resplandor violáceo que se expandía, flossss, por la pantalla, como un fogonazo galáctico, dejando una estela de chispas amarillas prendidas de los dibujos de la rejilla protectora. Ese era mi momento favorito: esa llamarada azul y maloliente que me hacía sentir al límite, como una navegante del espacio, ingrávida y sin oxígeno, a punto de morir de asfixia y de ansiedad mientras veía cómo la rugosa superficie se iba tiñendo de naranja mientras que la tóxica bocanada de gas se diluía suavemente con el resto de los olores de la estancia.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

martes, 9 de enero de 2018

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 NI CONTIGO NI SIN TI

Hay amores que están condenados al fracaso desde el minuto cero. Lo sabemos. Una especie de Pepito grillo se aposta tras nuestro oído y nos lo chiva. Ciertas luces de alarma centellean. Y las vemos, pero miramos a otro lado y a lo nuestro. A enamorarnos hasta las trancas y a enfangarnos a gusto. A lanzarnos al vacío a tumba abierta, sin paracaídas ni red, desafiando a las leyes naturales y confiando en el que el amor todo lo puede. En que sabremos desenvolvernos solos. En que al final el otro se dará cuenta de nuestro valor y dejará de exprimirnos. En que seremos capaces de pasar el resto de la vida junto al ser adorado sin por ello pagar el doloroso peaje de la infelicidad.

Y a veces llega a suceder. Quiero decir que llega a ser posible. Que el ego se anestesia y la relación se hace durable, pero no porque se alcance la armonía, sino porque uno traga lo indecible mientras que el otro ejerce de tirano, sometiendo a quien sabe que va a satisfacer todos sus deseos con tal de no ser abandonado. Se puede estar así toda la vida, créanme. Hay personas que lo hacen encantadas.
Puesto que aman de verdad. Claro que en otros casos, un día las alarmas se cansan de emitir destellos y empiezan a sonar, desaforadas, profiriendo un aullido interminable y pavoroso que atruena en la cabeza, que no desaparece ni de día ni de noche y que siembra las dudas en el interior del corazón. Y a veces el enamorado no puede soportarlo y se detiene, viéndose en la obligación de parar la situación o bien continuar, siempre con el estallido martilleando su cerebro e impidiéndole disfrutar de los placeres del amor.

Y es entonces cuando el maltrecho corazón ha de escuchar a la cabeza...
Y decidir.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 8 de enero de 2018

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SER BUENO

Ayer pasaron los reyes de largo por mi casa. No porque sea mala, creo, sino porque este año no los invoqué. Y ahora, claro está, me tengo que enfrentar con el interrogatorio que todos los descreídos intentamos esquivar año tras año. “¿Qué te han traído los reyes?”. Y tú. “Nada”. Y se te quedan mirando, entre la lástima y la incredulidad, sin poder entender por qué asumes con tal naturalidad la ausencia de regalos y cómo es posible que no te afecte esa sensación de que nadie se acordó de ti en tan señalada fecha.

En el año que acaba de marcharse publiqué un libro, participé en algunos eventos literarios, hice un par de viajes, asistí a un puñado de conciertos, visité lugares mágicos, conocí gente extraordinaria, viví el verano más hermoso que recuerdo y hasta volé. Y todo sin haber albergado, a finales de 2016, expectativa alguna. Estando atenta y aprovechando lo que venía. Y por eso, al llegar diciembre, no quise pedir nada. Porque creo que nada ha de pedir quien todo tiene. Solo gozar y ser consciente de lo que está pasando. Y ayer a la mañana, hablando de esto con una buena amiga, reflexionaba un poco acerca de lo que significa ser buena. Ser buena de verdad, y no buena de misa y procesión. De ideología o credo. Y me he dicho a mí misma que, por mucho mal que me hayan hecho y por muchas ganas que haya tenido de vengarme en ocasiones, creo que no lo hice jamás. Y tuve medios para hundir a más de uno en la miseria. Pero pensé que para qué. Que añadir más dolor al dolor no lo mitiga sino que lo amplifica. Y fui curando mis heridas, una detrás de otra. Y echándole valor. Y aprendiendo cada vez de mis errores. Hasta que la vida, que es un libro abierto, me fue dando poco a poco la razón. Y pude ver cómo algunos de esos seres que me habían herido deliberadamente, caían presos de su egoísmo del mismo modo que un mosquito cae en la tela de una araña. Y confieso, porque soy humana, que no lo lamenté. Y que a veces incluso me alegré un poco por ello. Porque el destino hubiese tenido la dosis de maldad que a mí me falta. Y los hubiese puesto en el lugar que se merecen.

Hoy ya sé con certeza que soy buena. Y confieso que para mí ha sido una gran revelación. Porque, del mismo modo que creo en la bondad humana, también estoy convencida de que la maldad existe y habita entre nosotros. De que hay personas que hieren a los demás deliberadamente. Y que disfrutan, además, con ello. Y que se creen con derecho a hacerlo. Pero también me he dado cuenta de que su mirada brilla menos que la mía. De que su rostro es más sombrío y de que no se ríen tanto ni tan fuerte. Así que estoy contenta de ser buena. Y no porque esta circunstancia pueda hacer que vaya al cielo en caso de que exista.

Sino porque estoy convencida de que la bondad solo trae cosas buenas.

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 6 de enero de 2018

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 CREYENDO DE VERDAD

El año pasado me levanté hecha un flan. La noche anterior había dejado una bota en el balcón. Con una carta dentro. Que yo todo lo que consigo parece que tiene que ser a base de palabras. La bota, como era de esperar, estaba como la víspera pero hecha un témpano. Porque aquella noche hizo un frío de cojones. Y la carta ahí seguía; ignoro si la leyeron porque no tuve ni el detalle de ponerles pan. O moscatel, que conforta más en una noche gélida. Pero no sé si será porque la carta les gustó o porque lo que pedía no era nada del otro jueves, el caso es que no tardando mucho la estrella de sus majestades me hizo un guiño. Una cosa modesta pero un guiño al fin y al cabo. Que si una es lista y está un poquito al loro pues lo ve. Así que seguí confiando en los reyes, en la magia y en la divina providencia. Y currándomelo, que nada sale gratis. Ni siquiera los sueños. Sin desfallecer y echando el resto en ello. Que, como bien dice mi querido amigo Alejo, las cosas solo suceden cuando uno cree en ellas de verdad. Y así fue como, muy poquito a poco, el barco llegó a puerto sin que yo pudiese siquiera a darme cuenta. Con tesón y creyendo.
Creyendo de verdad.

He buscado esa carta durante todo el año. Se extravió a buen seguro entre el caos de mis estanterías. O quizá terminó en la caja de los papeles reciclados y fue al contenedor. No lo sé. Quizá estaba escrito que desapareciera. Que no quedara rastro de esa petición mía tan peregrina y tan impropia de una persona de mi edad. Tal vez un día la encuentre mientras busco, no sé, un recibo del agua o una nómina. Y tal vez para entonces ni siquiera recuerde haberla escrito.

O tal vez sí...

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 5 de enero de 2018

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 AL REY

Podría pedirle al rey
bolsas llenas de monedas
pero ¿qué haría con ellas
si no puedo ver la luz?

Podría pedir también
una noche en las estrellas,
pero ¿qué haría con ella
si no me acompañas tú?

Podría pedir... Lo sé,
pedir y pedir sin tregua,
pedir hasta que la lengua
se me llenara de pus.

Podría pedir... ¿Y qué?
El pedir poco me cuesta
pero no están a la venta
ni libertad ni salud.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 4 de enero de 2018

La imagen puede contener: una o varias personas, cielo, casa, exterior y naturaleza 


 EL PEOR DE LOS OFICIOS

El pobre individuo no entendía muy bien que hacía retenido en aquel cuartucho: “Yo sólo cumplía con mi trabajo”, repetía una y otra vez al agente que iba tomando notas de la conversación.
- Eso me lo dice usted delante de la Asistente Social, que está a punto de llegar con los padres de la niña.

La niña en cuestión, una bestia parda de unos ocho años, de aspecto angelical y diabólicos modales, se entretenía en ese momento dando patadas en la espinilla al policía que se ocupaba de su custodia, y que ya había sugerido varias veces a su superior la posibilidad de encerrarla en una celda hasta que apareciera su familia.
- ¿Está usted loco, García?- le había respondido el sargento- Dentro de un rato tendremos aquí a sus padres, la trabajadora social y quién sabe si a algún periodista… ¿Qué quiere? ¿Qué nos abran a los dos un expediente?

- Pero es que esta niña es un demonio- se quejó de nuevo el agente- Levántele usted la melena… Seguro que lleva el 666 tatuado en el cogote.

- Basta de tonterías, García- terminó el sargento- Y déle usted otra papelera a la niña, que esa ya la ha quemado”

La asistente social llegó sola, finalmente. No había conseguido contactar con los familiares del angelito. Sería necesario por el momento, dijo, dejarla en un centro de acogida.

La mujer se acercó a la celda.
-¿Es éste el sospechoso?- preguntó.
- Sí, señora- respondió el sargento- Lo capturó la policía municipal durante una redada anti top manta. Iba tan tranquilo, con el saco al hombro. No se resistió, ni huyó. Dice que él no estaba haciendo nada malo, que cumplía con su trabajo. Que los padres de la niña le habían contratado. Entre sus propiedades no hemos encontrado drogas, ni dinero ni documentación alguna. Sólo esta tarjeta de visita.

Y se la tendió.

elhombredelsaco.com
la solución definitiva

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 3 de enero de 2018

La imagen puede contener: océano, exterior, naturaleza y agua 


RECTA FINAL

Ya se han pasado el Gordo,
la paga extra,
la carta al Olentzero,
la Nochebuena,
los Santos Inocentes,
la última cena,
las doce campanadas,
la borrachera,
los whatsapps repetidos,
el vals de Viena,
las corbatas, los trajes...
la ropa hortera.

Ya se cansó la pobre
Marimorena
de andar, y andar, y andar
como alma en pena.
Ya se fue el carbonero
por la Bardena
caminito del Norte
con su carreta.
Ya sé quedó el bolsillo
sin una perra
con tanto saca y mete
de la tarjeta.
Ya se rompió Letizia
las dos caderas
por bailar con tacones
la Macarena.

Ya no nos va quedando
más que la recta
final del recorrido
de esta carrera.
Ya se acercan los Reyes
y al fin se llevan
el turrón, los confetis,
el buey, la estrella,
las partidas de cartas,
las sobremesas
y los putos anuncios
en otra lengua.

¡¡Dios del cielo, qué largas
son estas fiestas!!

#SafeCreative Mina Cb

martes, 2 de enero de 2018

 


INVIERNO

El invierno es muy frío y es muy largo
y a veces se humedecen las paredes
y no sabemos bien cómo afrontarlo
y el alma poco a poco se adormece

y llegamos a ver, de vez en cuando,
fantasmas despintados que se mecen
delante de nosotros, demostrando
que no somos tan libres ni tan fuertes.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 1 de enero de 2018

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LISTA DE PROPÓSITOS

Me gustaría poder comprometerme
a luchar para cambiar el mundo,
a ser menos negligente,
a atreverme de una vez con el inglés,
a darle una mano de pintura al piso,
a no herir involuntariamente a los demás,
a decir menos palabrotas,
a dedicar más horas al descanso,
a leer todos los libros pendientes,
a meterme en el berenjenal de una novela,
a aprender a tocar un instrumento...

En fin

a todas esas cosas
para las que no me queda tiempo

mientras vivo.

#SafeCreative Mina Cb