miércoles, 31 de diciembre de 2014



EL NUEVO CALENDARIO

Acabo de traer a casa el nuevo calendario. Es distinto al del año pasado. Que, a su vez, era distinto a los de los años anteriores. Muy distinto además. Quiero decir que era especial porque representaba algo. Era el recuerdo de un viaje. De uno de esos viajes que tú haces sin querer hacerlos. Porque en realidad preferirías hacer un viaje diferente. Pero así es el amor. Que dices bueno vale y allá que te vas. A donde no tienes ni puñeteras ganas. Así que, entre que no me apetecía mucho y que una semana antes me rompí la muñeca la cosa no fue lo que se dice una luna de miel. Y luego ese calor asfixiante del verano. Y una cuidad abarrotada de turistas. Y el asfalto bullendo. Y yo con un novio que ejercía de guía turístico hasta en sus ratos libres e iba todo el rato mirando el plano, que yo me hubiese caído por una alcantarilla con el brazo escayolado y él ni siquiera se hubiera dado cuenta. En fin, un viaje memorable. Pero me traje el calendario, faltaría más. “Para nuestra casa”- dijimos. Y al cabo de los meses se largó con otra que no tenía tantos accidentes. Ni protestaba tanto. Y ahí se quedó el puto calendario, colgando de la escarpia. Con sus gatos y sus monumentos imperiales. Y la presencia de él pegada a cada página. Que no veía yo el momento de quitarlo, la verdad. Y eso que las fotos son bonitas. Y los gatos me gustan un montón. Pero en cuanto he llegado con el otro le he dado el pasaporte. Al contenedor ha ido. Ya sé que es mediodía, pero es que no soportaba tenerlo delante ni un segundo más. Ahora cuelga del clavo una viejecita un tanto picarona que me sonríe con su barra de pan debajo del brazo. Y en la primera hoja, la que desplegaré mañana, hay un paisaje urbano. Un hombre joven paseando a un perro sobre un pavimento de adoquín mojado. Me gusta el perro. Es grande y tiene manchas. Parece buena gente. Y el chaval lo mismo.

Creo que este va a ser un gran año.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 30 de diciembre de 2014



PRINCESA

No quiero ser princesa
cargada de cadenas
y atada a un corazón.

No quiero más pulseras
ni mustias azucenas
llorando en un jarrón.

No gastes tus promesas…
Se quedaron ya secas
las palabras de amor.

Mejor vete con ella…
Que a mí, para princesa,
me pillas ya mayor

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: "Menina"- Leticia Colás Baquero

lunes, 29 de diciembre de 2014



COMPROMISOS

No es posible. No puede ser la hora de ir al curro. Si no hace nada que me metí en la cama. Llevo diciéndolo todas las Navidades. Hoy ya no salgo. Hoy me quedo en casa. Pero nada. No hay forma. Es superior a mí. La culpa es del puto watsapp. Con tanto grupo. Que cuando no son unos son los otros. Y claro, si a unos les dices que sí a los otros no va a decirles que no. Ayer yo no quería. Juro que no tenía ninguna gana. Pero era un compromiso ineludible. Una amiga del alma a la que no había visto desde hacía un montón de tiempo. Desde el veinticinco. Pero es que estas fiestas son tan largas que tres días se hacen una eternidad. Y luego que ya me puso los dientes largos diciéndome que iba a asistir un chico que a mí me gusta mucho. Aunque yo a él no le guste nada. Pero oye, quién sabe. Que estas fechas es lo que tienen. Que te ciega el espíritu navideño y lo mismo acabas besándote con el debajo del muérdago. O debajo de un farol. Que aquí el muérdago anda más bien escaso. De modo que acepté. Aun sabiendo que no me convenía. Y así fue. Porque la cena me sentó como un tiro. Y me costó un riñón. Y el rioja se me subió a la chaveta y acabé encima de la mesa. Recitando poemas de amor. Y el chaval como un tomate. Que creo que no va a volver a hablarme nunca. Y mi amiga, la pobre, capeando el temporal como podía. Y la novia del chico lanzándome cuchillos. Porque también estaba poseída por el espíritu del Paternina. Y ahora a ver cómo me pongo yo en marcha, que me duele todo. Malditos compromisos. No acepto ni uno más. El día en el trabajo es una pesadilla. No puedo con mi alma. Quiero morirme. El reloj no se mueve. Voy como al ralentí. No me entero de nada. No debí haberme dejado convencer. Al fin las dos. A casita. Me voy a echar a la cama en cuanto llegue. Miro el watsapp. Horror. Me lo temía. Los del grupo del gimnasio. Que si me apunto a un vermut. Que están donde siempre. Bueno, vale, me digo. Iré. Pero solo por no quedar mal.

Y en seguida a casa, que ya nos conocemos…

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Rubén Rodríguez Garnica

domingo, 28 de diciembre de 2014



SONRISAS

Hay momentos en los que la vida, mutable sorpresa,
se disfraza de arlequín rosado y me besa en la cara.

Hay momentos en los que la vida, desnuda esperanza,
nos acoge a la luz de su ser con los brazos abiertos.

Hay momentos en los que la vida, profano milagro,
nos levanta en volandas llevándonos fuera del mundo.

Hay momentos en los que la vida,
trueque de suspiros,
sonrisas y lágrimas,
nos muestra un espejo de seda cubierto con oro.

Hay momentos en los que la vida,
sombrero de mago,
mudo sortilegio,
convierte un zapato gastado en un ramo de rosas.

Hay momentos en los que la vida,
maravilla absurda,
senda a cielo abierto,
parece esbozar su sonrisa para mí tan sólo.

Hay momentos en los que la vida,
luz intermitente...
me crea de nuevo.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen- "Nacimiento de Venus"
Nabuco Joaquín Rodríguez Martín

sábado, 27 de diciembre de 2014



YO NO QUIERO…

"Yo no quiero
que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar"
“Contigo”- Joaquín Sabina

Ha sido él quien me ha reconocido. Creo que a la primera. Yo, sin embargo, le miraba como se mira a un viandante más, sin un “me suena”, la atención centrada en mis cosas, en mi mundo… como casi siempre. Me ha saludado y es entonces cuando me he dado de lleno con sus ojos claros, apaciguados he creído ver, templados al final por la quietud que aporta el paso de los años, dulcemente enmarcados por el cabello cano y corto y el abrigo oscuro. Un hombre serio al fin, me ha parecido. Y me he alegrado por él, un tipo de pasado turbulento, mucho bar, mucha calle y pocas normas, que fue arrancado del lugar en el que hubiera querido quedarse para siempre cuando sólo era un niño para depositarlo en una gran ciudad de inabarcables y caninas fauces que lo engulló deprisa, vomitando los restos de un chaval de corazón nostálgico y cerebro embravecido, un hombre demasiado sensible que se buscaba sin llegar a encontrarse en ningún lado y que hace años, muchos años, en el transcurso de un verano febril y adolescente, se enamoró de una chiquilla que no le hacía caso y que, me temo, le partió el corazón para los restos.

Hoy lo he visto otra vez, al cado de mil vidas. Y cabal como nunca lo hubiera imaginado. Hemos intercambiado algunas frases y al fin él se ha marchado tras decirme que acababa de recuperarse de un pequeño achaque, uno de esos sustos que nos da a veces el cuerpo para ponernos en nuestro sitio. Para sacarnos de esa eterna juventud en la que la sociedad insiste en que debemos instalarnos de continuo. Lo he mirado alejarse, pensativa, una figura envuelta en negro que marchaba, seguro, inmersa como yo en el pensamiento de aquél ayer que se nos quedó a los dos tan grande, de aquél momento en el que yo no quise y él no pudo, y tomamos direcciones diferentes, de aquellos años en que aún no habíamos arrugado con rabia tantas hojas arrancadas al calendario de la existencia, de aquella adolescencia atolondrada en donde yo me negué a ser la princesa que lo liberase de la prisión de oscuros pensamientos en que él quiso encerrarse. De aquel ayer en que escribimos con trazos imborrables las primeras líneas importantes de la vida.

No han cambiado sus ojos con el tiempo. Ni ese mirar inquisitivo y anhelante, ansioso de invadir mis pensamientos, de echar el tiempo atrás y enamorarme, o al menos intentarlo, de otro modo… de hacer que mi camino no le fuera esquivo e intentar llenar con mi presencia los huecos de su alma atribulada y errabunda...
De retomar la historia. De actualizar lo antiguo.

De remendar la vida.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 26 de diciembre de 2014



LA FIESTA

A mi esto de la Navidad me recuerda a veces un poco a las bodas. Uno se pone a prepararla de antemano, con muchos nervios y mucha ceremonia. Y mucho gasto. Porque parece que sin gasto no se puede hablar de fiesta. Y con muchos invitados también. Aunque luego pase también como en las bodas: que una vez que se han cursado las invitaciones uno empieza a plantearse que no tiene sitio para alojar a tanta gente. Y las ausencias, que siempre nos provocan desazón: esas negativas a asistir al banquete que vienen acompañadas de la manida excusa del “lo siento, pero me es imposible porque ya tengo otro compromiso”.

Y así, cuando llega el día señalado, en lugar de ilusionados y felices amanecemos nerviosos y enfadados con el mundo. Y nos pegamos la jornada a la carrera, metidos en atascos y dándole al claxon todo el tiempo, entrando a última hora en tiendas de regalos que están a punto de cerrar y soportando con mala conciencia las miradas de furia de los dependientes, que quieren irse a cenar con su familia y que no tienen la culpa de nuestra angustia y nuestra falta de previsión. Y rodeados de platos y cazuelas, descifrando como podemos el enrevesado lenguaje de los libros de cocina “para ocasiones especiales” para comprobar con desazón que no nos queda igual que al de la foto. Y limpiándonos con el delantal las lágrimas que caen de los ojos al cortar la cebolla, y que la nostalgia navideña acaba convirtiendo en un pequeño torrente bobalicón y dulce del que nos sacan siempre la alarma del horno o el timbre del teléfono. Y al fin la mesa engalanada, y la familia vestida de fiesta, y el espumillón dorado, y las malas caras con los que llegan tarde pero a los que no decimos nada por tener la fiesta en paz… Y los niños, esos adornos animados y traviesos sin los que la Navidad perdería su sentido. Y la tensión que se va liberando a golpe de rioja y de sorbete, y otra vez las lágrimas, y los besos, y la televisión de fondo. Y el abeto encendiéndose y apagándose, aislado y solitario en su rincón, ajeno a las voces, a los cantos y al estallido de las botellas al abrirse. Y cuando todo acaba y uno regresa al salón vacío y se enfrenta con la visión de la enorme sala inanimada y cubierta de confetti, y el eco de las risas agitándose aún entre el humo de las velas encendidas, una sensación de paz y abandono se adueña del espíritu. Y nos dejamos caer sobre el sillón, ya exhaustos, a recrearnos en el caos imperante de copas vacías y envoltorios satinados…

Y sonreímos con alivio, como la novia que (al fin) puede quitarse esos incómodos zapatos en los que ha pasado encaramada todo el día.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 25 de diciembre de 2014



SI ENCONTRASE LA FORMA…
(mi primer poema de amor… hace ya mil vidas)

¡Si encontrase la forma de escribirte un poema…!

Pero no puedo hacerlo,
porque no soy poeta….
porque no hay en el mundo palabras que puedan
expresar lo que siento…
porque no tiene nombre, ni edad, ni barreras.

Si encontrase la forma de hacer que tu mano
a mi mano enlazada estuviera
la asiría con todas mis fuerzas…
y que el mundo, envidioso, nos viera.

Si encontrase la forma de hacer que mis ojos
en tus límpidos ojos se vieran,
ya mi alma estaría tranquila…
ya se habría acabado la espera.

Si encontrase la forma de hacer que tus labios
en un beso a los míos se unieran,
ya no habría quien nos separase….
nuestro amor no tendría fronteras.

Si encontrase la forma de decirte “te quiero”
sin que me rechazaras,
sin tenerte ya miedo…
detendría mis horas en ese momento.

Eres mi amor secreto:
es posible que nunca lo sepas;
de saberlo, tal vez no lo creas;
de creerlo, tal vez no me quieras….
Pero tú no podrás impedir que te quiera.

¡Si encontrase la forma de escribirte un poema…!

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Sybile Art

miércoles, 24 de diciembre de 2014



EL CUENTO DE SIEMPRE

La noche era gélida, y el dolor de muelas la estaba matando. No se le podía ocurrir más que al cabrón de su jefe mandarla de misión aquella noche. Tenía a cenar a toda la familia, hasta a los primos de Alemania, que venían cada cuatro o cinco años. Había dejado a su hermano al cuidado de la carne, que estaba en el horno, y se había dado una paliza de muerte para terminar los canapés antes de que su compañero viniera a buscarla.

Que su jefe la odiaba era algo evidente, pero nunca se hubiera imaginado que podía llegar hasta ese punto; la tarde-noche del 24 de Diciembre, llamarla a las 5 y media, con el marrón que tenía en casa, para decirle que en 45 minutos un coche de policía pasaría a recogerla para efectuar el desalojo.
………Precisamente esa noche.

A las 6 y cuarto en punto sonó el timbre. Se quitó el delantal, que llevaba sobre el uniforme, recogió la pistola del armario y bajó las escaleras a toda velocidad. La dirección que le había facilitado su jefe era un tanto confusa… Cierto que la mayoría de los inmuebles “ocupados” no se hallaban en el centro de la ciudad, pero este papel que tenía en las manos parecía más el esquema de un calentador de gas que el plano de una barriada.
Tuvieron que dar más de tres vueltas por la zona hasta encontrar el lugar.

Lo que la mujer vio la dejó estupefacta. En más de 20 años en el cuerpo, trabajando con grupos marginales, jamás se había encontrado una escena como aquélla. Bajó del coche, el corazón en un puño, la documentación en la mano, a su zaga el compañero amartillando el arma, y mostró la orden de desalojo al hombre que, apoyado en un bastón y ataviado con una túnica, parecía el cabeza de familia de aquél extraño grupo compuesto por una mujer vestida con extrañas ropas, un crío recién nacido postrado sobre una camastro de paja y un par de animales, uno de ellos con cuernos.

- ¿Es usted José?
- Si, yo soy… respondió el hombre.
Pues bien, de acuerdo con la ordenanza municipal número 2003/87 del 29 de Marzo de 2010 están ustedes ocupando ilegalmente este inmueble y han de abandonarlo en el acto. Y la criatura queda desde este momento en manos del departamento de protección de menores de la comunidad autónoma. Y usted y la madre ingresarán esta misma noche en prisión para pasar a disposición judicial en los próximos días por ocupación de inmueble privado y por trato negligente a un menor.

A los pocos minutos se personaron en el lugar un furgón policial donde fueron introducidos los adultos, un vehículo de la sociedad protectora de animales que se hizo cargo de las bestias y una ambulancia que llevó al niño a un hospital infantil. La mujer se metió en el coche, se despidió de su compañero en la puerta de su casa, entró al despacho, encendió el ordenador, redactó el informe que mandó por mail su jefe en aquel mismo momento y a continuación se puso el delantal y se fue a la cocina, a darle la vuelta al cordero.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 23 de diciembre de 2014



¿EN TU CASA O EN LA MÍA?

Así comenzó todo. Era una noche de verano, en una verbena, en fiestas. Él era moreno, alto, de ojos oscuros y mirada penetrante. Llevaba una camisa blanca abierta casi hasta el ombligo que dejaba al descubierto su moreno y musculado torso. Era forastero, me habían dicho, y pasaba las vacaciones con sus padres en un caserón que la familia tenía a las afueras del pueblo.

Me miró.
Le miré.

Bailamos un poco, apretados, sintiendo cómo nuestros cuerpos jóvenes se ensamblaban, rellenando cada uno los recovecos del otro, reclamándose, devorándose, buscándose con ansia.

No tardamos en abandonar la plaza, perseguidos por las miradas de mis hermanos, que salieron detrás de nosotros para evitar que ocurriera algo irreparable.

Nos cogimos de la mano y echamos a correr:
“¿En tu casa o en la mía?”- me dijo.
“En la tuya… si vamos a la mía estos te despedazan”

Era un corral apestoso. En un rincón había un sofá desvencijado sobre el que nos dejamos caer, ya medio desnudos, e hicimos el amor con el entusiasmo propio de dos adolescentes ebrios. Sólo unos años más tarde me atrevería a confesarle que aquélla había sido mi primera vez.

El azar quiso que coincidiésemos en la misma universidad, aunque en carreras diferentes. Él compartía piso con unos compañeros y yo lo mismo. Estábamos tan enamorados que no podíamos vivir lejos el uno del otro, de modo que decidimos que uno de los dos se mudase.
“¿En tu casa o en la mía?”- le dije.
“En la tuya- me contestó- Que tienes la cama más grande”

El destino siguió jugando con nosotros, y una vez acabados los estudios cada uno encontró trabajo en un extremo del país. Estuvimos un tiempo viéndonos de vez en cuando, pero de nuevo la distancia se acabó convirtiendo en una tortura insoportable. Había que renunciar a un sueldo, de momento, si queríamos estar juntos.
“¿En tu casa o en la mía?”- me dijo.
“En la tuya- contesté- Tu sueldo es más bajo pero tu contrato no es temporal como el mío”

Y así pasaron los años, con sus otoños y sus veranos, sus luces y sus sombras. Y el amor que fue creciendo, y transformándose. Y los inevitables diciembres, cargados de ansiedad y de pesares. Y la temida pregunta:

“¿En tu casa o en la mía?”- me dijo.
No respondí.

Sólo rompí a llorar. Llevaba años suplicándole que terminásemos con aquello de una vez, que ese teatro de cada diciembre no hacía sino amargarnos la existencia. Que su familia no me quería y mi familia no le tragaba. Que por qué teníamos que sentarnos a la mesa con esa panda de insensatos que lo único que pretendían era separarnos… cuando el destino se había empeñado en unirnos desde el primer instante.

Cogió el teléfono y llamó a su casa. Y yo llamé a la mía.

Y les dijimos que se había terminado.
Que no nos esperasen para Navidad.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 22 de diciembre de 2014



EL COCINERO BESADOR

Era un tipo raro… Muy raro. O al menos eso creyó el director cuando le hizo la entrevista. Claro que le extrañó que un chaval tan joven y tan introvertido tuviera ya semejante currículum. Y que pidiera esos honorarios. Pero quería al mejor. Y el mejor era él, sin duda alguna. Había probado sus menús y tenían la particularidad de no saber como los de ningún otro restaurante. Algo ponía aquél hombre que dotaba a sus platos de un toque irrepetible cuyo secreto nadie conocía, pero que hacía que todos los locales por los que pasaba multiplicasen su clientela hasta generar unas listas de espera de meses.
Empezó a trabajar a la semana siguiente imponiendo una sola condición: la de que nadie estuviera delante mientras preparaba los ingredientes de los menús. De modo que cada mañana llegaba muy temprano, se encerraba en la cocina, elaboraba una lista, enviaba a alguien al mercado y después atrancaba la puerta de nuevo hasta que todos los elementos necesarios se hallaban dispuestos para ser manipulados por sus ayudantes, a los que en ningún momento quiso revelar el misterio de sus artes, que hicieron, en efecto, que el restaurante se convirtiera en un lugar de peregrinación en tan sólo unas semanas.
Se hallaba el director muy intrigado y decidió investigar. Parece ser que el chico no tenía novia, ni amigos, ni familia, y que había sido abandonado de pequeño, pasando de una institución a otra hasta ingresar en una escuela de hostelería en la que descubrió su verdadera vocación. Pero ni siquiera esta circunstancia podía explicar el secreto de sus fórmulas culinarias. Arrojaba, eso sí, algo de luz acerca de su carácter reservado y excéntrico, propio de alguien crecido sin afecto. Pero nada más. De modo que un día, ya muerto de la curiosidad, instaló una cámara oculta con el fin de saber cuál era aquel secreto que tanto se resistía a desvelar. Y la visión de la película le hizo estremecerse hasta los tuétanos. Y es que el hombre, una vez enclaustrado en la cocina, iba entreabriendo los paquetes uno a uno, lenta y delicadamente, al tiempo que los miraba con dulzura para, a continuación, tomarlos amorosamente entre sus brazos, donde los arrullaba, los ojos arrasados por el llanto, mientras depositaba sobre cebollas, puerros y merluzas todos los besos que la vida le había estado arrebatando desde el principio de sus días…

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 21 de diciembre de 2014



LUCES DE NEÓN

Se acerca uno de esos momentos del año en que hay que ser felices por decreto. Quizá el peor de todos ellos, porque así como uno puede huir de las fiestas del patrón largándose a la playa, a la montaña o al pueblo de la abuela, lo de las Navidades es general, y o bien uno tiene la pasta y las vacaciones suficientes como para largarse a tierras paganas, o bien no le quedan más narices que quedarse aquí y soportar con estoicismo la lluvia de espumillones y buenos deseos que llena escaparates y fachadas. Y aguantarse las ganas de mandar todo a la mierda y dedicarse a cenar bocadillos de chorizo en el sofá viendo una peli en lugar de meterse entre pecho y espalda una mariscada digna de un marqués con una cuenta en Suiza.

Pero sin duda lo peor de estas fechas no son ni el despilfarro ni las indigestiones. Lo peor son es ese nudo en la garganta que se nos pone a todos, esas ganas de nada, ese ansia por que pasen los días, y vengan los reyes y se vayan a tomar por saco, y se lleven el oro, el incienso, la mirra, las burbujas Freixenet y los anuncios de perfumes. Lo peor es esa sensación de impotencia que se apodera de nosotros cuando nos damos cuenta de que no podemos ser felices: de que no hay manera. De que, por mucho que nos esforcemos, no nos sale la estampa navideña de los anuncios del Almendro, donde el hijo pródigo vuelve a casa por Navidad y de manera inesperada, inundando el lugar de alegría y alborozo, haciendo destellar las luces del abeto y hasta provocando estreñimiento al pobre caganet del nacimiento al contemplar la estampa de esa familia reconciliada al fin tras varios años de rencillas y de desencuentros. Y que tampoco somos capaces de encontrar a un hombre que nos suba en brazos hasta lo más alto de la Torre Eiffel, de noche y sin partirse la crisma por esa escalinata del demonio, o de asistir a una de esas fiestas neoyorkinas donde las parejas terminan besándose bajo la lluvia en plena calle, apoyados en una columna y ajenos al tráfico y a los policías que pasan al lado y los miran con envidia y sin atreverse a interrumpirles. En fin, que en vez de todo eso nos pega un bajón del quince y empezamos a sentirnos culpables por ser tan anodinos y tan infelices. Y nos da la impresión de ser una familia anormal y nada navideña; un grupo vulgar e intrascendente que no tiene ni idea de lo que es vivir la vida. Y de ahí vienen, en parte, esas crisis nostálgicas y esos berrinches tontos que nos sobrevienen después de haber tomado un par de copas, cuando el alcohol amplifica la realidad y nos vemos a nosotros mismos ahí en medio, ridículos fantoches con máscaras sonrientes, agrios muñecolates melancólicos, tristes peleles de gorro y matasuegras incapaces de imitar a los modelos que la pantalla nos escupe, insistente y tediosa, imbécil mensajera empecinada en demostrarnos que la felicidad está al alcance de cualquiera.

… De cualquiera que tenga los bolsillos lo bastante grandes.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 19 de diciembre de 2014



MALENTENDIDOS

Yo hablo de amor y tú hablas de trabajo
y así no hay quien se aclare.
Tú aportas datos, notas, grabaciones...
yo tarareo valses.
 

Yo te enseño mi nuevo par de botas…
tú calculas balances.
Tú te centras tan sólo en los negocios…
yo no puedo centrarme.
 

Yo me peino, me arreglo, me maquillo…
tú miras a otra parte.
Tú quieres recibir a tus clientes…
yo espero a que se larguen.
 

Yo propongo una cena con velitas…
tú ya has hecho otros planes.
Tú me ofreces un sándwich de lechuga...
…¡Yo quiero devorarte!

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Fauve Artiste Peintre

jueves, 18 de diciembre de 2014



EL TÍO DAMIÁN

No se podía decir que no la hubiera corrido de joven, sino más bien que le cogió tal gusto que ni de viejo llegó a sentar la cabeza. De modo que una vez que su santa esposa se fue al cielo, los hijos, que eran herederos de los genes de su progenitor, desvalijaron la casa, cables y tuberías incluidos, y un sobrino muy juicioso al que había apadrinado en otros tiempos y que le tenía una especial estima se cansó de jugar al Paco Lobatón cada vez que el anciano se pasaba con el clarete y se hizo cargo de los trámites para ingresarlo en una residencia, cosa a la que el viejo se resistió en un principio pero que le acabó gustando. Sobre todo cuando la diabetes provocada por el abuso del alcohol le produjo una gangrena que hizo que le fuera amputada la pierna izquierda y la familia le regaló una silla eléctrica con la cual podía dedicarse a su deporte favorito, que era el de perseguir, a veces con éxito, a las cuidadoras de la institución y escaparse de vez en cuando hasta el bar de al lado, donde siempre acababa encontrando algún parroquiano que le pagaba un anisette mientras él le relataba cómo había perdido la pierna en la batalla de Belchite.

Tenía más de noventa años cuando una insuficiencia respiratoria, provocada quizás por las más de dos cajetillas diarias que fumaba, lo puso al borde de la muerte. Las monjitas decidieron confinarlo en una habitación algo más grande, donde había un sillón en el cual su sacrosanto sobrino podría pasar la noche cuidando de él. La respuesta de Damián fue que aquél nuevo cuarto no le gustaba porque tenía menos luz que el anterior y que a su sobrino podía partirle un rayo. De modo que las hermanas lo instalaron de nuevo en su anterior alcoba y el chaval pasaba las noches hecho un cuatro en la silla y sin pegar ojo a causa de los ronquidos y los estertores de su tío, del que se ocupaba con una incomprensible abnegación pese a los desaires y los insultos con que el viejo lo obsequiaba.
Como aquella mañana en que el hombre despertó de repente, agitado y pálido, sacudió al joven y le gritó:

“¡Mecagüensós!¡Me muero!”

Y a continuación dejó de respirar.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 16 de diciembre de 2014



APRENDIZAJE

Quise correr sin saber andar,
quise morir sin haber nacido,
quise nadar sin saber flotar,
quise llegar sin haber salido.

Quise reír sin saber llorar,
quise odiar sin haber querido,
quise callar sin saber hablar,
quise ayunar sin haber comido.

Quise volar sin aterrizar,
quise escuchar sin tener oídos,
quise temer sin saber gritar,
quise sentir y perdí el sentido.

Ahora ya es tarde para llegar
hasta el principio de mi camino.
Ahora, por fin, aprendí a esperar
y cuando algo me asusta… grito.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Rebecca de Cachard

lunes, 15 de diciembre de 2014



COMO BEATLE SIN GUITARRA
(viviendo en stand by)

Tuve una vez un novio hiperactivo: uno de esos tipos que son como los tiburones, esto es, que no pueden estar un momento sin moverse y que se emperran en pasar el día yendo de acá para allá, haciendo una y mil cosas sin dedicarse a ninguna en cuerpo y alma y empeñándose en que la vida está hecha para disfrutarla a saltos y a carreras, y que eso de estar un domingo entero sin pegarle un palo al agua es una pérdida de tiempo irreparable que uno lamentará sin duda en el momento en que llegue al asilo y lo acomoden para siempre en un sillón rodante. Eso, claro está, siempre y cuando esté en condiciones de ser consciente de su estado de salud.

Pues eso. Y al final lo que pasa es que te acabas sintiendo culpable de tu debilidad y terminas con un estrés acojonante, porque el día que tú dedicarías a descansar has de emplearlo en disfrutar de la vida, en vivir a tope, en programar un sinfín de actividades que te hagan acostarte reventado y satisfecho, convencido de haber rentabilizado tu tiempo libre de la misma manera que lo haces con tu jornada laboral. Y así llegas al lunes hecho un asco, pero eso sí, siendo la envidia de tus compis cuando les cuentas todo lo que has hecho durante el finde, cosa que les hace sentirse unos mierdecillas que sólo son capaces, a lo sumo, de montar una cena con los amigos el sábado a la noche. Y de este modo, ellos sueñan tu vida y tú sueñas la de ellos. Porque la verdad, darías un ojo de la cara por pasar un fin de semana descansando. Sobre todo en invierno, que es cuando menos apetece andar de un lado a otro haciendo fotos y jodiéndose de frío.

Y es que, no nos engañemos, queridos míos. Por mucho que los novios hiperactivos y los programas de aventura de la tele nos quieran convencer de lo contrario, donde mejor se está un domingo de diciembre es en casita, en bata y zapatillas, haciendo cráteres en el asiento del sofá, quemando incienso y sin pensar en nada, en plan beatle sin guitarra, all you need is nothing, o llenando la bañera y sumergiéndose en ella hasta que los dedos se arruguen como pasas, vegetando dulcemente y sin ningún remordimiento, dándole por saco al carpe diem y sin pensar en el asilo. Ni en el lunes. Ni en el martes.

Viviendo en “stand by”.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 14 de diciembre de 2014



MI GUERRA

Era invisible ayer…
¿no lo recuerdas?
Invisible, anodina, inexistente...
Reducida al extremo,
una absurda partícula de nada
que intentaba escurrirse
por entre las rendijas
de las puertas aisladas con burletes,
cerradas con candados,
blindadas con acero…

Era yo y te pedía
un tímido minuto
del tiempo de tu vida poderosa,
altiva, ajetreada
que nunca interrumpiste
para bajar la vista
y reparar en mí,
esa mota minúscula, insistente,
ridícula amenaza
que nunca se marchó.

Hoy soy presente y vengo
a reclamar mi espacio:
ese reino que siempre me negaste
ignoro si por miedo
o tal vez por desdén…
Hoy paso sin llamar,
arrancando candados y burletes,
derribando las puertas a patadas:
¡Mi ahora ya está aquí!

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora

sábado, 13 de diciembre de 2014



EUFORIA

Me acabo de enterar y aún no doy crédito. Me levanto. Después me siento. Luego me vuelvo a levantar. Voy a la nevera. Pienso en descorchar una botella de champán. Pero sólo hay cerveza. Abro una. Le doy un trago. La dejo en la encimera. Pongo música. Bailo. Me veo en el espejo. Me siento ridícula. Me dejo caer en el sofá. Vuelvo a buscar la cerveza. Se ha calentado. La echo por el desagüe. Un regimiento de hormigas me recorre el cuerpo. No aguanto más. Tengo que decírselo a alguien. Pero… ¿a quién? Es más de medianoche. No son horas. Cojo el teléfono. Busco entre mis contactos. “Quita, quita…”- recapacito. “Les voy a dar un susto”. Pienso en un whatsapp. No vale, no lo van a ver ahora. Necesito que alguien se entere. Ya mismo. Si fuera algo triste no habría problema. Las malas noticias lo justifican todo. Tú puedes telefonear a las tres de la mañana y nadie se mosquea. Pero así no. Se enfadarían. Me dirían que por qué no he esperado hasta mañana. Intento serenarme. Tampoco es para tanto. Me pongo el pijama. Me meto en la cama. Apago la luz. Cierro los ojos. Pasa el tiempo. Enciendo la luz. Cojo un libro. No me entero de nada. Me levanto. Pongo la tele. Paso los canales. La quito. Conecto el ordenador. Lo desconecto. Necesito aire. Salgo al balcón. Hace frío. Miro al cielo. Está negro y hay estrellas. Tengo ganas de gritar. De que se entere todo el mundo. De lanzar al vacío de la noche el eco de mi gozo. De hacer que todo el barrio se despierte. Como si se avecinara una catástrofe. Para después contarles lo que pasa. Y que me monten una buena bronca. Y acaben llamando al ciento doce. Me pongo el abrigo. Bajo al garaje. Cojo el coche. Me voy de la cuidad. Llego a una zona despoblada. Salgo al exterior. La noche es heladora. Heladora y espléndida. Miro hacia arriba. Me siento inmensa. Inmensa y feliz.
Feliz e inabarcable.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: "Niña volando"- Francisca Morales Alliende

viernes, 12 de diciembre de 2014



SILENCIO

Vuela el silencio viento entre las nubes.
Ruge el silencio viento entre las arena.
Baila el silencio viento entre las rocas.
Tiembla el silencio viento entre la hierba.

Llena el silencio puro la distancia,
surca el silencio puro las tinieblas,
muestra el silencio puro la sonrisa,
calma el silencio puro la tormenta.

Brota el silencio libre en las entrañas:
luz interior que borra la tristeza.
Goza el silencio libre, goza el alma:
paz de quien del silencio paz espera.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Joan Guillamat
"Castildetierra"-Bardenas Reales de Navarra.

jueves, 11 de diciembre de 2014



PAISAJES URBANOS

Algo tienen los paisajes urbanos que nos provocan a un tiempo rechazo y admiración. Quizá sea ese desasosiego que nos causa el sentirnos presos en un ambiente hostil que hemos de convertir en un hogar. O quizá esa sensación de dominio, de creernos los amos y señores de un entorno en que los ríos no se desbocan, los árboles no arden o las fieras no van a devorarnos por la noche. Una creencia falsa puesto que al final, el riesgo dormita tras los rincones más insospechados de la gran cuidad. Aunque eso no impida que nos sintamos dioses, y que las maltratemos como hacemos con el medio natural, manchando sus muros, ensuciando sus calles y llenando de porquería las orillas de los ríos o los mares que las riegan. Pero aún así, y pese a todos nuestros pecados y nuestras ofensas, ellas, las ciudades, se empeñan en mostrarse majestuosas y bellas incluso dentro de su ordinariez. Quizá por puro mimetismo con quienes las habitan, mestiza especie en la que se entremezclan caínes con abeles y que nunca dejará de sorprendernos tanto por su grandiosidad como por su bajeza.

Y es que al fin la cuidad se nutre de nosotros, de nuestras manías y nuestras neuras, y nuestros ritmos desaforados, y nuestra basura omnipresente, y nuestras pinturas de guerra y nuestros tubos de escape malolientes y ruidosos. Y ella no hace sino reflejarnos. Al desnudo. Sin dudas. Sin mentiras. Sin complejos. Tal cual somos.

Nos guste o no.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mostro Amarillo

miércoles, 10 de diciembre de 2014



REINA POR UN DÍA

Hoy, al llegar a casa, me he encontrado esta carta en el buzón. Se trata de una felicitación que el centro médico al que acudo, principalmente con el fin de aliviar mis castigadas cervicales, tiene a bien enviarme cada año con una puntualidad que podría calificarse de británica de no ser porque el día de mi cumpleaños es festivo. No puedo decir lo mismo del Corte Inglés, que dejó de tener ese detalle hace algún tiempo, quizás al comprobar que la nula actividad de mi tarjeta verde podía permitirles el ahorrarse tal dispendio.

Pero a lo que iba. No sé si es que habitualmente no le prestaba mucha atención a la citada nota, o es ha llegado a oídos de la dirección que voy camino de convertirme en una célebre escritora (no me abucheéis todos a la vez, por favor…), pero el caso es que hasta ahora no había reparado en el encabezamientos de la carta, en el que, además de utilizar mi nombre completo, cosa que sólo sucede en el banco, en la administración o en caso de que un superior muy superior se dirija a mi por escrito con cualquier fin, emplean el término “distinguida”, que a mi me ha hecho sentirme un poco como la duquesa de Alba, pero en vivo y sin marido cazadotes. Y me ha dado qué pensar también: porque si hace unos años recibo una misiva que viniera encabezada en tales términos, me presento hecha un basilisco en la oficina del jefe de la clínica para tratarlo de pedante, de clasista y de no sé cuántas cosas más. Pero no sé si será la edad, el aburguesamiento o lo harta que estoy de que algunos clientes me chiflen como si fuera una cabra para llamar mi atención y luego preguntarme dónde está la sal, el caso es que la cosa casi me ha parecido halagadora.

“Distinguida”- me he dicho, sonriendo… y he cogido al gato en brazos, tarareando el vals del minuto, que lo conozco del anuncio de las sopas Maggi, y ahí hemos estado los dos un buen rato… un dos tres, un dos tres… como unos príncipes, bailando en círculos bajo el redondo aplique fluorescente de la cocina de mi casa mientras la olla exprés silbaba, balanceándose sobre la placa de inducción...

#SafeCreative Mina Cb

martes, 9 de diciembre de 2014



LA PARTE CONTRATANTE

Se acabó, Roberto. Estoy harta de discutir con esa dependienta tan obstinada. Así que de hoy no pasa. Te vienes conmigo y te entiendes tú con ella. Y a ver si entonces me sigue poniendo pegas. Que ya no sé cómo decírselo, pero ella erre que erre con que tiene que venir a firmarlo mi marido. Y yo que no es posible. Y ella que así lo indica el protocolo. Y esta bromita me ha costado ya casi mil euros. Y con la mierda de pensión que me ha quedado me temo que, de seguir así, me acabarán desahuciando por este sinsentido. De modo que ahora mismo te vienes conmigo a la tienda de telefonía.

Buenas tardes, señorita. Sí, esta vez viene el titular del contrato. Espere, que lo llevo en esta bolsa del Corte Inglés. Lo he metido aquí porque me daba no sé qué llevarlo bajo el brazo. Y en una bolsa de basura como que me parecía un pelín irrespetuoso. En esta es otra cosa, tiene más glamour. El corte Inglés es siempre el Corte Inglés. Pero no me mire así, señorita. Me dijo que tenía que ser él quien firmase la baja del contrato, ¿no? Pues aquí lo tiene. Así que vaya sacando los papeles y el bolígrafo que no tenemos todo el día. Y no me ponga esa cara de susto. Cualquiera diría que es la primera vez que le traen una urna mortuoria.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 8 de diciembre de 2014



EN LO SUCESIVO…

En lo sucesivo no habrá más corrupción. Ni se otorgarán prebendas a los amiguetes de los poderosos. No viajaremos en primera ni nos alojaremos en hoteles que vosotros nunca seríais capaces de pagar. No nos serviremos de dinero o propiedades públicas para fines privados. Bajaremos nuestros sueldos hasta un límite razonable. Y "sine díe", esto es, el hecho de que la situación económica mejore no nos dará derecho a aumentar nuestros emolumentos. No disfrutaremos de inmunidad alguna, ni se nos otorgará trato de favor en tribunales y/ u otras instituciones públicas. Separaremos de verdad y para siempre los poderes político, económico y legislativo. Y si se nos sorprende en cualquier falta o abuso, abandonaremos inmediatamente nuestros cargos, renunciaremos a nuestras pagas y nos pondremos a disposición de la justicia. En caso de que el delito haya consistido en la apropiación de dinero y/o bienes públicos, reintegraremos a las arcas del estado la totalidad de lo sustraído o bien responderemos con nuestro patrimonio o nuestra libertad. No utilizaremos los medios de comunicación en nuestro beneficio, ni favoreceremos a institución alguna, ya sean estas religiosas o de cualquier otra índole. En cuanto al proceso electoral, éste será renovado en breve, creándose dos sistemas diferentes según la naturaleza de los comicios. Así, para las elecciones locales las listas serán abiertas, y el alcalde será aquel que obtenga el mayor número de votos, independientemente del partido político en que milite en caso de hacerlo en alguno. Y por lo que respecta a la elección del equipo de gobierno de la nación, se establecerá un sistema según el cual, si la suma del porcentaje de abstención, votos nulos y votos en blanco supera la mitad del censo convocado, se entenderá que la ciudadanía no tiene la suficiente confianza en la clase política y el resultado se declarará nulo, repitiéndose el proceso electoral sin coste alguno para el ciudadano hasta que una de las listas obtenga la mayoría suficiente.

(Tan convencido lo dijo que todas le votaron. Y ahí están, él en la poltrona y ellas a punto de formar parte del menú navideño)

#SafeCreative Mina Cb
Foto de Virginia Cuadrado Cocho

domingo, 7 de diciembre de 2014



ÓBITO

Se ha desatado un temporal violento
y el cielo se desgarra, enfurecido:
un torrente imparable, negra lluvia
y un viento rugidor y destructivo.

Vuelvo la vista atrás envuelta en llanto.
Son mis huesos estacas. Tengo frío.
No me sale la voz. Me sangra el alma.
… Acabo de enterrar a un buen amigo.

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 6 de diciembre de 2014



A OSCURAS

El día que llegó no sabía que ellos acababan de marcharse. Simplemente se coló por entre una de las rendijas de la persiana entrecerrada y empezó a pasearse por la estancia. Le gustó aquel lugar, curvo y metálico, tan próximo a la techumbre de material poroso que el sol calentaba a mediodía y en la que se alojaban toda clase de pequeñas alimañas. Era feliz allí, estirando sus patas peludas, acicalándose, trepando y descendiendo por los hilos de su red blancuzca y pegajosa. Se sabía temida y poderosa, la más grande amenaza del lugar, aquélla a la que todos respetaban y miraban desde lejos, suplicantes y anónimos, sabedores de que éste podía ser el último día de su vida.

Algo turbó la calma de repente: un estruendo de ruedas y chirridos, y un vibrante motor que puso en marcha el mecanismo de apertura de la puerta. Y unos faros redondos y amarillos que agrandaron las sombras del garaje, dibujando al instante las siluetas de arquetas, tableros, bidones y un sinfín de herramientas y cachivaches varios.

Se detuvo el vehículo. El conductor salió del mismo y accionó el interruptor. Y la blanca luz salió a raudales del redondo foco.

Y entonces supo que todo había terminado.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Lumina Terris

viernes, 5 de diciembre de 2014



OJALÁ

Ojalá que ese rayo de esperanza
que llegó en un momento inapropiado
y que vuelve a tu vida, sigiloso,
herido por las puntas de otros dardos,
comprensivo, mirándote de frente,
con franqueza… (por fin alguien honrado),
y las manos tendidas… Sin reproches,
abierto, respetuoso, solidario,
sensible a tus anhelos y a tus penas,
poeta y escultor, hombre de llantos
que no se ocultan ya de las miradas
de otros hombres más rudos y más machos…

Ojalá que ese tipo que aparece
de nuevo, tras las grietas de un pasado
enfermo de zozobras y mentiras,
de caricias que al fin fueron zarpazos,
de promesas que nunca se cumplieron,
de flores de papel, de besos falsos,
de meses de vivir siempre en la sombra,
de contemplar el mundo desde el largo,
inacabable túnel del hastío
en el que te instalaste, y el que al cabo
del tiempo recorriste una y mil veces
sin rumbo fijo y con distinto paso…

Ojalá que esta vez sea distinto
y halles con él la paz que vas buscando.
Ojalá que te llene de venturas,
e ilumine tus ojos enturbiados.
Ojalá que te guarde de ti misma
y que el mundo parezca, entre sus brazos
un cursi escaparate navideño
plagado de guirnaldas y regalos…
Ojalá que te quiera con delirio,
como nunca en la vida te han amado:
como tú te mereces... al desnudo.
Sin dudas. Sin cadenas. Sin engaños

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 4 de diciembre de 2014



PEREZA
(meditaciones invernales)

Abro los ojos, ya casi es de noche,
se acabó “Pretty Woman”, y en la tele
una rubia y un tipo con melena
se insultan, o eso al menos me parece…
Se ha instalado ya el gato en su cestita
detrás del radiador, cómodamente
y ha empezado a llover… Miro la ropa
que ayer tendí…¡También es mala suerte!
me digo, mientras pienso que mañana
no sé qué pantalón voy a ponerme
para currar, puesto que ya están todos
mojados, me imagino… Y aunque cueste
me acabo despegando del sofá,
buscando las pantuflas torpemente,
y arrastrando mi cuerpo hasta el balcón,
recogiendo camisas y sostenes,
leotardos, pijamas, camisetas
y un calcetín morado que parece
haber caído desde los alambres
del tenedor de mi vecina Tere…

Aparco el calcetín junto a las pinzas:
mañana se lo doy… hoy no apetece
subir los cuatro pisos, darle al timbre,
que salga a abrirme y luego que me cuente
lo contenta que está de que su Luismi
le apruebe todo con sobresalientes
y me meta al salón, y me atiborre
de moscatel, de charla y de pasteles
mientras suena de fondo la Jurado
y me obliga a cantar el “Si amanece”

Voy poniendo a secar mis pertenencias
más tarde busco el mando de la tele,
me tumbo en el sofá, paso canales…
mierda y más mierda, no hay nada decente.
Desconecto el ingenio del demonio
y enciendo el ordenata… son las siete….
debería escribir alguna cosa
pero es que mi cerebro no se enciende
dándole a un botoncito, o a una llave,
o echándole gasoil, o incluso aceite…
Y hoy se halla en “off”, en “off”, el condenado,
en “off” sin remisión y tercamente
y estoy como Serrat, falta de musas,
de chispa, de intuición y de alicientes…

¡Qué demonios!- me digo, y me levanto,
voy a buscar el calcetín de Tere,
y enfilo la escalera, resignada,
al Luismi, al moscatel y al “Si amanece”…

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: “Pereza”- Denis Berrios

miércoles, 3 de diciembre de 2014



MONTAÑAS DE PALABRAS

Huir…
teclear con fuerza
pertrecharse tras el hermético muro de caracteres en negro y blanco
impersonales trazos,
escondidos lamentos,
gritos en forma de erre,
de equis o de ese…

Impotencia que brota desde el alma,
se escurre por los brazos
y se esparce al final sobre las teclas,
húmeda y corrosiva,
como lágrimas ácidas y curvas,
escuálidos dibujos que salpican la pantalla blanca
y van derramando el dolor y la rabia,
aliviando el alma…
deshaciéndose en trazos puntiagudos,
sinuosos, vibrantes, rectilíneos,
atormentados, punzantes, torvos gritos
que en el espacio inmenso serpentean
como áspides hambrientas que se enlazan
en turbios arabescos,
jeroglíficos, párrafos ocultos,
indescifrables líneas invertidas
redactadas en lenguas jamás interpretadas.
Mudas caligrafías… mudos textos
que se extienden,
anárquicos,
una línea infinita, cordillera de trazos ondulados,
abajo, arriba, abajo…
abajo y luego arriba…

Montañas de palabras:
....Vacíos infinitos.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 2 de diciembre de 2014



EL SOÑADOR

Era diferente. Lo supo enseguida. No de inmediato puesto que ser diferente no es como ser chico o chica. O incluso rubio, inquieto o mal comedor. Quiero decir que no es algo de lo que los padres se den cuenta al cabo de pocos días, sino que más bien lo perciben cuando el niño empieza a tomar contacto con el entorno y descubren que no es como los otros, esto es, que prefiere leer a jugar al fútbol, que pregunta de qué material están hechas las alas de los pájaros en vez de por qué vuelan o que cuando va al cine se dedica a meditar acerca del sistema que hace girar los asientos de las butacas en lugar de hacer caso a la película.
Y un niño así, evidentemente, tiene bien poco que hacer entre el resto de los niños…

Pero el problema fue el de siempre, o sea que los padres pensaron que se trataba de algo transitorio y empezaron a apuntarlo a cursos de judo y de solfeo. Y al niño le aburrían las corcheas y los golpes. Y lo único que hacía todo el tiempo era mirar a las arañas que corrían por el techo, o anudar y desanudar el cinturón de su kimono, tirando con fuerza hasta quedarse sin respiración mientras contaba en silencio, uno… dos… tres… cuatro… los segundos que era capaz de retener el aire en sus pulmones sin perder el conocimiento y caer como un fardo encima del tatami; o inventarse historias donde la clave de sol se fugaba con una semifusa y el pentagrama quedaba convertido en un tendido eléctrico lleno de corcheas y semicorcheas que piaban, girando la cabeza a un lado y otro, mientras el horizonte se oscurecía y una pavorosa tormenta se desataba en el interior del aula de paredes amarillas.

Hasta que un día sus papás se hartaron de gastar el dinero tontamente y lo dejaron con sus libros y sus ideas raras, convencidos de que ya se encargaría la vida de domesticarlo, y siguieron firmándole los boletines de las notas, y las solicitudes de las becas, y todos esos documentos en los que los adultos deben estampar sus rúbricas hasta que llega el momento en que la ley nos autoriza a hacerlo a nosotros mismos. Y así, al hacerse mayor intentó una vez más seguir la ruta establecida: trabajar y casarse, y continuar fingiendo que era como todos, y que le gustaban el fútbol y los bares, y acudir a cenas de parejas donde los hombres se sentaban en un lado y las mujeres en el otro, y hablar mal de la juventud y del gobierno, e ir a comer paella los domingos a casa de los padres…

Y al fin todo estalló, y su genialidad acabó manifestándose, evidente y espléndida aunque llena de complejos. Y mandó a la mierda todo, y gritó a pleno pulmón que era distinto, y que le importaban un pimiento el fútbol, la cerveza y las pelis de Bruce Willis. Y que estaba hasta los huevos de las cenas con parejas, y de la paella, y hasta del trabajo aunque no pudiese dejarlo. Y de ese maldito retrato que le hicieron en la mili y que colgaba de la pared de su habitación de soltero desde hacía casi treinta años. Y tomó la decisión de empezar a ser él mismo, aunque el precio a pagar fueran la soledad y el desamparo.

Y fue entonces cuando supo que durante toda su vida había estado solo. Aunque sin libertad.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora

lunes, 1 de diciembre de 2014



CALOR DE AYER

Fueron las sustitutas de los braseros. Llegaron orgullosas sobre sus cuatro ruedecillas, portátiles, metálicas y envueltas en un halo de misterio, más que por su novedad por la leyenda negra que siempre ha acompañado al uso del butano.

Eran las catalíticas un prisma rectangular con una puertecilla que a los niños nos encantaba abrir y cerrar, clac, clac, tras la que se ocultaba, recia y llamativa, la imponente bombona; esa mole pesada y un tanto maloliente que nos daba miedo hasta tocar porque, se decía, podía explotar en cualquier momento haciendo que la casa saliera despedida hacia arriba desde los cimientos y gravitase hasta traspasar la atmósfera terrestre y escapar de la galaxia, perdiéndose entre las nubes como pasaba con los cohetes de la Nasa. A mi me daba menos miedo sin la cabeza. La bombona digo. A lo mejor es porque en cierta ocasión una amiguita me confesó que había intentado suicidarse colocándose en la boca la goma anaranjada, pero que no se había muerto. Y quizás desde ese instante yo asocié el sistema de conexión con la cara de mi amiga, mutada en cera en el interior del ataúd. O quizá fuera porque el accesorio que servía para dar salida al gas tenía un aire como de casco de guerrero, la espita haciendo las veces de minúsculo penacho y ese collarín ridículo que había que ajustar meticulosamente, como si fuera una armadura de la que dependiera la supervivencia del miliciano. E incluso la mía. Que por eso mi madre nunca me dejaba tocar la anilla negra, advirtiéndome de que si esta se desajustaba el gas saldría al exterior, invadiendo la sala y haciendo tal vez que la casa volase por los aires, atravesando la atmósfera y… en fin, todas esas cosa que he contado un poco más arriba.

Tenían las catalíticas una pantalla frontal de enrejillado que a veces se dividía en tres partes, como los cuadros de las iglesias, de forma que uno podía decidir cuántas placas quería utilizar. Al principio se cebaban con cerillas, arrimando la llama al conducto de salida del gas con mucha precaución. Más tarde inventaron lo del encendido automático, que consistía en un botón que había que presionar durante unos segundos hasta que la llama prendía, desatando un resplandor violáceo que se expandía, flossss, por la pantalla, como un fogonazo galáctico, dejando una estela de chispas amarillas prendidas de los dibujos de la rejilla protectora. Ese era mi momento favorito: esa llamarada azul y maloliente que me hacía sentir al límite, como una navegante del espacio, ingrávida y sin oxígeno, a punto de morir de asfixia y de ansiedad mientras veía cómo la rugosa superficie se iba tiñendo de naranja mientras que la tóxica bocanada de gas se diluía suavemente con el resto de los olores de la estancia.

#SafeCreative Mina Cb