miércoles, 31 de octubre de 2018

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 VERSIÓN LIBRE DE DON JUAN TENORIO

(Hace un par de años Lucas Eza y yo hicimos 
una pequeña recreación del Tenorio a nuestra bola. 
Esta era la parte en que doña Inés se prepara para recibir a don Juan)

INÉS

Llegado es ya mi galán,
y yo con estas melenas
sin enfriar el champán
y sin preparar la cena.

Y el vestido de novicia
que alquilé me está pequeño:
parecía una morcilla
y al fin me puse vaqueros.

Y de plano y sin tacones,
que parezco una chincheta,
y sin carmín, ni colores
ni perfume de violetas

Muy femenina no voy
para esto del galanteo
pero las bragas de Dior
por si acaso, sí las llevo.

Me da a mí que este don Juan
no es muy de mirar las pintas
porque si no, vaya plan:
se bebe el té y se las pira...

Vaya previsión la mía,
se me fue de la cabeza
ir a la herboristería:
le sacaré una cerveza.

Malo será que me salga
abstemio este seductor
pues tendrá que beber agua
y del grifo... que es peor.

Pero en fin, va siendo tiempo
de que me atreva a salir
que se me va a quedar tieso
si tardo mucho en abrir.

La forma de proceder
no la tengo yo muy clara:
dejaré que sea él
quien dé primero la cara.

Que lo mismo me insinúo
se me acojona el galán,
escurre rápido el bulto
y no lo vuelvo a ver más.

Así que me haré la estrecha,
por lo menos al principio,
no vaya a ser que se crea
que lo mío solo es vicio.

Y si noto que es abierto
y liberal de talante
ya me iré desinhibiendo
para que siga adelante.

Pero si, al contrario veo
que es de moral puritana
esquivaré el galanteo
como lo haría una dama.

Ay... ¿qué será, qué será?
¿Será como lo imagino
o me decepcionará
y resultará un cretino?

Esto del amor por carta
es romántico al principio
pero luego, a ver qué pasa
si él es más feo que picio.

En fin, que llega el momento
de la cita preparada:
se desvelará el misterio
de don Juan y de su cara.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 30 de octubre de 2018

 




AMORES PERROS
(pasión de yorkshires)

Se le abrió el cielo cuando la vio en el parque, tan linda y pizpireta con ese lazo rosado en el testuz. Ya estaba un poco harto de ser el hazmerreír de la barriada y de que todos los canes se metieran con él por ser pequeño. Y eso que a ladrador no le ganaba nadie, vaya que sí. Desde bien chiquito había aprendido que quien no tiene estatura ha de tener garganta. Y en cuanto algún grandullón se le acercaba, desafiante, Chusky erguía la testa y comenzaba a aullar, chillón y osado, manteniendo así a raya al invasor. De ese modo logró labrarse una cierta reputación en el barrio, de modo que ningún enorme cánido le molestaba, aunque tampoco podía acercarse a ellos. Pero algo es algo.

De todas formas lo que peor llevaba era lo del ligue. Todas las perritas de buen ver acababan sucumbiendo a los encantos de los machos grandes y peludos. Eran más gallardos y atrevidos, y en seguida se acercaban a olisquearlas, espantando en el acto a todo aquel que amenazase con desbaratarles la conquista. Ahí Chusky no tenía nada que hacer, y lo sabía, porque una cosa era mantener a raya a un gran mastín y otra muy diferente entrar en conflicto con una bestia en celo. Que una cosa es ser valiente y otra muy distinta hacerse el harakiri.

Por eso se volvió loco con Laika. Porque era demasiado pequeñita y además, su dueño, un eslavo de dos por dos que la trataba igual que a una princesa, no quería que los perros grandes se arrimasen a ella bajo ningún concepto. Y así, Chusky pudo aproximarse a la perrita para olisquearla, y comprobó que ella se mostraba receptiva y que tal vez, solo tal vez, podía albergar la esperanza de tener algo más serio con la peluda damisela.

Pero el eslavo era desconfiado y no estaba muy por la labor. De modo que el propietario de Chusky, un chavalillo de trece años bastante avispado, le propuso al hombre que podían cruzar a la pareja y quedarse cada uno la mitad de los perritos. El mastodonte levantó la ceja izquierda y le dijo al niño que tenía que pensárselo. Tres días más tarde, el chavalín entraba en su casa como una exhalación gritando que al fin había encontrado un macho con que aparear a Laika. Una prima suya la adoraba y le pedía desde hacía meses que, de tener descendencia, le regalase un cachorrito. Y en cuanto al eslavo, pensó que tal vez podría sacar algún dinero de la venta de las crías que le correspondieran.

El día del encuentro amaneció nublado y con un viento glacial. Cuando el chico volvió del cole cogió a Chusky, que había sido convenientemente abrigado por su padre y portaba una elegante gabardina impermeable con estampado de leopardo, para llevarlo al parque. Insistió el progenitor en ponerle la capucha, de modo que el pobre animal tenía un aspecto algo ridículo. Tanto que el recorrido hasta el lugar elegido, él lo notaba, fue acompañado por un coro de ladriditos sarcásticos, lo cual no era ninguna novedad puesto que el can tenía que pasar por ese trance cada vez que lo vestían de semejante modo. Tal era la mofa que el perrillo intentó arrancarse la prenda, pero le fue imposible puesto que iba fuertemente sujeta a su tronco por unas hebillas metálicas que habían sido ancladas con enorme precisión, de modo que el animalito iba temblando más de indignación que de frío. Y temiendo que sucediera lo peor de lo peor.

Como así fue.

Porque cuando Laika vio aparecer al peludo encapuchado, empezó a saltar y a ladrar como una loca. Ni en broma se iba a dejar montar por ese impresentable. Pero su dueño la sujetaba con firmeza, pensando ya en lo que haría con el producto de la venta de la camada que le correspondiera en el reparto. Y pasó que cuando iba a llegar el momento, la perra se pertrechó entre las piernas de su amo y no había manera de sacarla de allí, de modo que el hombre hubo de emplearse a fondo para tranquilizarla. Tanto que, al intentar sacar una chuchería del bolsillo para persuadirla, cedió la presión sobre la correa y la yorkshire se liberó de un fuerte tirón, saliendo despavorida calle abajo para no volver jamás.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 29 de octubre de 2018

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DOMINGO LAPÓN

Me despierto y ya es de día:
hoy el sol va a ir a su bola.
Salgo de casa y me encuentro
una atmósfera heladora.
Son las doce y ya mis tripas
bailan como una peonza.
Me hago un sandwich y a la una
ya estoy en modo marmota.
A las cinco me despierto
con un hambre de leona,
doy fin con el chocolate
y otra vez a la poltrona.

A las seis se hace de noche,
en la tele no dan ni hostias
y nadie quiere salir,
que esto parece Laponia.
Así que enciendo el Spoty,
leo, escribo, pinto monas,
le hago cosquillas al gato,
limpio el baño, lustro botas,
cocino para mañana,
pongo un par de lavadoras,
miro el reloj... ¡¡Ni las ocho!!
¡Mierda con el cambio de hora!

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 27 de octubre de 2018

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AÚN HAY ESPERANZA

Lo acabo de escuchar en la radio y estoy que no meo de felicidad. Lo del cambio de hora digo. Que no es el último. O sea que la decisión definitiva será aplicada a partir de octubre del año que viene. Que igual esto se dijo desde el principio pero es que yo soy muy lerda y no me cosqué bien. Y pensaba que este cambio podía ser el último. Y que ya nunca más vería anochecer a las nueve y media de la tarde, y que me tendría que resignar a vivir sin esa ilusión que mantengo cada invierno de que llegue el último sábado de marzo y me devuelvan mi horita más de luz, y pueda remolonear por el campo hasta las siete por lo menos. Y no tenga, si quiero ver el sol, que salir de casa con el último bocado en la mandíbula y sin siesta cuando trabajo de mañana. Y que no acabe de currar de noche todo el año. Y que ese terraceo de los inicios de la primavera arranque con los últimos rayos de la tarde. Y que la cuidad no se vacíe tan temprano.

Y es que yo asocio luz y vida, qué le vamos a hacer. Y ya sé que llevamos un desfase de la pera limonera, pero me da lo mismo. También salimos del tajo más tarde que nuestros vecinos los europeos. Y entramos más tarde y, además (y ya me jode reconocerlo), malgastamos mucho tiempo en tonterías y luego no nos cunde. Y nos vamos a las tantas. Porque en este país, fichar a tu hora está mal visto de narices. Y vale que es una pena que si se deja el horario estival en enero se haga de día casi a las diez de la mañana. Pero es más triste que la noche caiga a las cinco de la tarde. Y que aún encima se nos quite ese balón de oxígeno de saber que es temporal y que, pese al jetlag que nos invade la primera semana, el día va a volver a prolongarse tras el equinoccio de primavera.

El caso... que yo ya me estaba preparando para el harakiri de mañana, porque es evidente que la decisión no me van a dejar tomarla a mí, sino que la van a tonar los empresarios. Y a los empresarios cuanta menos luz mejor, que así no nos despistamos ni nos morimos de ganas de largarnos en cuanto dé la hora, de modo que ojalá me equivoque pero me da que estamos abocados a ser como los suecos pero en pobre y en defraudador.

Pero a lo que iba... que estaba con lo del harakiri cuando he escuchado lo de que aún nos queda el último cambio antes de establecer el huso definitivo, de modo que he descorchado una botella de champán, me he puesto a bailar por la cocina y he decidido que, en previsión de lo que pueda suceder, el próximo verano lo voy a disfrutar como si no hubiera mañana.

O más bien como si Europa no existiera.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 26 de octubre de 2018

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ANILLAS DE PLÁSTICO

Ayer tarde había quedado con una amiga en el bar de detrás de casa, uno de esos garitos que el fin de semana se petan de jovenzanos pero que los días de diario son locales de parroquia fija a los que puedes acudir para echar un rato y unas risas si en la tele no hay nada decente.
Que es lo más habitual.

Tenía que pasar antes por el súper para hacer unas compras. Poca cosa: unas lonchas de jamón serrano que la dependienta me envolvió en papel para a continuación enfilmarlas y luego embolsarlas, unos filetes de pescado que la pescadera me puso en una bolsa termosellada que luego metió en otra bolsa para evitar los malos olores, medio kilo de pimientos en una malla plástica, un puñado de manzanas que metí en una bolsa, unos champiñones embandejados y enfilmados, un paquete de galletas compuesto a su vez por cuatro paquetes envasados de modo individual, una caja de cereales que tiré a la basura antes de salir porque abulta un montón y así no cargo más que con la bolsa, una barra de pan envasada en plástico, un bote de suavizante de esos que solo van llenos hasta la mitad y un bolsón de patatas fritas de los de tres cuartos de lo mismo.

Ah. Y turrón, que ahora es cuando apetece, aunque abrirlo te pueda llevar casi hasta Navidad, ya se sabe: celofán, caja y más plástico para proteger cada tableta. Pero en fin. Es lo que hay.

Llegué a casa, coloqué mi bolsa de plástico reutilizable sobre la mesa, recogí todo, me di una ducha y me bajé al bar. Mientras charlaba con unos amigos acerca de lo divino y de lo humano, el propietario del negocio, un chaval alto e inquieto, buena gente aunque con un punto canalla y una mala leche de las que hacen temblar a las botellas de la repisa, se unió a la conversación mientras manipulaba unas cuantas anillas plásticas de esas que se utilizan para agrupar los refrescos. Las amontonó, las colocó una encima de otra y cuando ya estaban todas superpuestas, sacó la tijera y empezó a cortar los bordes sin dejar de hablar, como si lo que estaba haciendo fuera tan rutinario como secar los vasos o poner la cucharilla del café.

Me quedé mirándolo.

“¿Y eso?”- le dije.

“Es para los pájaros. Para que no se ahoguen”.

Y me sentí como una delincuente.


#SafeCreative Mina Cb

jueves, 25 de octubre de 2018

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AUTODIAGNÓSTICO

Tengo un reloj que ya no da la hora,
unas botas de andar que se desatan,
un halógeno roto en la cocina,
un móvil que se apaga cuando quiere,
tres sartenes, dos de ellas devoradas,
y un timbre que no suena hace mil años.

Tengo una pierna que se atasca a días,
la espalda en permanente contractura,
dos dedos de una mano que se atrofian,
dos dioptrías (o más) de astigmatismo,
grandes manchas solares en los brazos,
y un espolón que da por culo a veces.

Y lo que se me olvida... que esa es otra.

Y aún así soy feliz.

¡Hay que joderse!

#SafeCreative Mina Cb

martes, 23 de octubre de 2018

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 YOÍSMO

Intento hablarte, pero no me escuchas:
tu discurso sois tú y tus circunstancias
y te importa un pimiento todo aquello
que no busque dar coba a tu arrogancia.

Te cuento mis cosillas... unas pocas:
lo trivial, lo que no tiene importancia
y tú a lo mismo, dale que te pego;
tú mismo, solo tú y tus circunstancias.

Te refiero un suceso que te afecta
y aún así no recorto la distancia
y al final me despido... ¡Que te zurzan
y zurzan junto a ti a tus circunstancias!

#SafeCreative Mina Cb
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EL SINDIÓS DE LOS ARMARIOS

Hay dos razones por las que no me gusta el invierno: la primera es porque se hace de noche a las cinco de la tarde, y la segunda y principal es porque se me va media vida en acicalarme: esto es, en verano se planta una un vestido indio, unas sandalias y un bolso de mercadillo y se echa a la calle en plan Joan Baez de los años del “No nos moverán”. Pero lo del frío es un rollo: camiseta, calcetines, botas, pantalones, jersey, chaquetón, guantes, bufanda, gorro… vamos, que tienes que llegar al curro media hora antes para que te dé tiempo de quitarte el suéter, desincrustarte los botines, arrancarte el vaquero que se te queda encajado en torno al tobillo y del que tienes que tirar como si aquello fuera la piel de una morcilla cruda, desembarazarte de accesorios térmicos varios, ponerte el uniforme y luego meter todo el utillaje en la taquilla, que a veces te da la impresión de estar siendo filmada para uno de esos programas de cámara oculta en los que el personal, además de aguantar que se le pitorree todo el mundo, tiene que escojonarse de risa al final del sketch porque si no los realizadores piensan que no tiene sentido del humor.

Claro que entre el vestido de Joan Baez y el uniforme de Edurne Pasabán afrontando un ochomil existe un tiempo muerto, una época innombrable en la que conviven leotardos y sandalias, abrigos y tirantes, viseras y polares. Me refiero a ese mal llamado entretiempo, que no es sino un sindiós indumentario en donde los armarios se convierten en un caos, un periodo en el que aún no hemos hecho el cambio de estación y nos resistimos a recoger la ropa de verano, aunque vamos sacando poco a poco del altillo las prendas invernales que, al no tener todavía plazas asignadas dentro del ropero, se van amontonando sin orden ni concierto sobre baldas, percheros, anaqueles, sillas, muebles zapateros o cualquier otra superficie. Y así, en tan sólo una semana, el armario se ha convertido en una especie de torre de babel indumentaria donde es imposible encontrar absolutamente nada, y donde las chancletas dormitan, una por cada lado, en el cajón de lencería mientras que el pareo cuelga, ridículo y deforme, de una de las perchas que hasta ayer utilizábamos para suspender los bolsos. Hasta que llega ese momento crucial en que, al fin, nos damos cuenta de que la piscina cerró hace mes y medio, de que en unos días cambian la hora, de que de que están empezando a instalar la iluminación navideña y de que, a lo mejor, y sólo a lo mejor, ya va siendo hora de que descolguemos el bikini del toallero del baño, de que vayamos al súper a encargar que nos guarden media docena de cajas vacías y de que dediquemos, aunque sea con un botellín de cerveza sobre la mesilla como yo lo hago, una tarde a la ineludible, depresiva y enojosa tarea de “dar la vuelta a los armarios.”

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

lunes, 22 de octubre de 2018

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DE FITO

Puedo escribir para disimular.
Puedo escribir para afrontar los miedos.
Puedo escribir lo que debo callar
y que así siga en secreto.

Puedo escribir como medicación.
Puedo escribir como terapia incluso.
Puedo escribir y hallar la redención
por si un día se acaba el mundo.

Puedo escribir aunque te vayas tú.
Puedo escribir aunque no tenga pluma.
Puedo escribir sin dedos y sin luz.

Puedo escribir desnuda.

#SafeCreative Mina Cb


domingo, 21 de octubre de 2018

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VERTEBRAL

Hoy

no me siento flotante.

Apenas he dormido
y al despertar

solo tenía ojeras.

Me han dolido las vértebras
y me han jodido viva.

No tenía otra cosa en qué pensar...

Y ahora me siento
como quien da un paseo atropellado
por un lugar hermoso

con el tiempo medido y sin mirar el paisaje
ni pararse a observar a las libélulas
ni sentarse
bajo un árbol

a escuchar a los pájaros.

No sé...

me da que va a ser falta de ilusión.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 18 de octubre de 2018

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MI YO FABULADOR

La verdad es que es muy guapo. Guapísimo. De esos que rompen los espejos a su paso. Claro que no sabe lo que es un ornitorrinco. Pero yo tampoco. Hombre, sé que es un animal. Pero él ni eso. Pero es guapo. Mola. Pasear de su brazo y tal. Luego ya veremos. E insistente. Porque le di calabazas hace tiempo y ha vuelto a la carga. En fin, que todo el mundo se merece una oportunidad. Aplazamos la cita. Culpa mía de nuevo. Esta vida ajetreada. Al final coincidimos en fecha y hora. Me sugiere un paseo por el monte. Suena romántico. Ir hasta donde él vive. Que me espere. Aparcar mi coche y montar en el suyo. Porque es en su terreno. Y luego pasear entre los árboles y dejar que todo fluya. Me asalta mi yo fabulador. Me imagino a mi madre sentada en el sofá. Junto al teléfono. Angustiada. Y a los del Seprona encontrando mis restos entre el follaje.

- Mejor en un sitio público. El primer encuentro al menos. Entiéndeme.- le digo.

Silencio.

Es evidente que no lo entiende. Además de no saber que el ornitorrinco es un animal. Y de romper los espejos a su paso.

De puro guapo.


#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 17 de octubre de 2018

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INMATERIAL

Te ofrezco mi silencio
la calma
la cordura

y un regazo al que huir cuando la vida
te deje sin oxígeno.

Sé que no es demasiado
para lo que se estila.

Me va lo inmaterial.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 16 de octubre de 2018

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RAINBOW

Quien la oculta.
Quien la exhibe.

Quien la niega.
Quien la acepta.

Quien la reivindica.
Quien la maldice.

Quien la intuye.
Quien la descubre.

Quien la aparenta.
Quien la disimula.

Quien la confiesa.
Quien la rechaza.

Quien la manifiesta.
Quien la desconoce.

No es él.
O sí.

No es ella.
O sí.

No lo ha elegido.
No lo ha buscado.

No es anormal.
No es peligroso.

No es pecado.
No es delito.

No es alarmante.
No es irracional.

No es vergonzoso.
No es degradante.

No es inmoral.
No es contagioso.

No está enfermo.
No quiere curarse.

No es él.
No es ella.

¿No lo entiendes?
¡Eres tú!

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

lunes, 15 de octubre de 2018

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FLYING

Existen criaturas especiales
que gustan de moverse por el aire:

Observan a las aves desde el suelo
y llaman por sus nombres a los vientos

Saben mucho de cúmulos, de nimbos,
de rapaces y de aspas de molino.

Yo los veo marcharse para arriba
colgados de sus velas coloridas

felices como niños de colegio
la mañana del día seis de enero

y atentos a las buitres, al paisaje
y al peligro, que habita en todas partes.

Algunas veces bajan y otras suben:

Tengo amigos que están siempre en las nubes.

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 13 de octubre de 2018

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 CONDUCIR ES COMO BAILAR…CUESTÓN DE SABER MOVER LOS PIES

... O algo parecido.

Reconozco que la psicomotricidad nunca ha sido lo mío. Ni la percepción espacial. Ni la orientación. En fin, que tenía todas las cualidades para ser la accionista número uno de la autoescuela. Cincuenta clases nada más me hicieron falta para convertirme en un peligro al volante. Recuerdo como si fuera ahora mismo la primera vez que me metí en el coche. El profe era un tío con barba y una paciencia digna de un geriatra. Me sentó, me hizo ponerme el cinturón y me preguntó si había conducido alguna vez. Yo lo miré con incredulidad y le dije, muy ofendida: "¡Pues claro que no!".Y es que, imbécil de mí, yo pensaba que el personal iba virgen a la autoescuela, y de eso nada monada... La mayoría de los alumnos habían conducido con su padre, su hermano, su tío... De hecho, y por la cara que me puso el profe, creo que yo era la primera persona que le confesaba que no había pisado un embrague en su vida... Y a la que podía creer. De modo que el hombre me miró de frente, me señaló el salpicadero y me dijo: "Mira, esto es el volante, eso de ahí abajo la palanca del cambio de marchas, y esos tres pedalitos que hay delante de tus pies son, de izquierda a derecha y por ese orden, el freno, el embrague y el acelerador." Tras la introducción, el monitor aún gastó unos minutos (pocos, para mi escasa predisposición y mi torpe entendimiento) en explicarme para qué servían los pedales, la palanca y el volante. A continuación, me dio la llave y me dijo: "Bien, ahora métela en la ranura, arranca el motor, acciona el intermitente izquierdo, pisa el embrague, mete primera, coloca el pie derecho sobre el acelerador sin soltar el embrague, mira por el retrovisor para comprobar que no viene nadie, gira el volante hacia la izquierda y SAL."

¡JA!

Lo cierto es que me sentí como Amstrong a punto de subir al Apolo 13, y seguramente, y si no fuera porque era incapaz de tomar una decisión inteligente al tiempo que mi anárquico cerebro intentaba que mis pies, piernas, brazos, manos, ojos… en fin, la totalidad de mi ejército anatómico, ejecutasen con corrección y disciplina todas las órdenes que acababan de entrar por mis oídos, me hubiera bajado del coche en aquel mismo momento. Bueno, por eso y porque cada clase valía 2500 pelas y ya había pagado una señal, y porque tenía que hacer que mi padre se tragase esa frase de: “¿Conducir tú?”

Y porque a mí, para qué vamos a engañarnos, me ha podido siempre más la dignidad que la cordura.
De modo que, en vez de abandonar el barco, y en un enorme esfuerzo de imaginación, me vi a mí misma en plan Isadora Duncan, rodeada de un halo de glamour y de misterio a bordo de su descapotable rojo (y, por supuesto, antes de acabar estrangulada al enredarse su vaporoso foulard entre las ruedas del carruaje), y me puse manos ala obra: Accioné el contacto y el interruptor derecho, embragué, metí la marcha atrás, pisé el acelerador… y tuve la suerte de soltar el embrague justo a tiempo para que el coche se calara y quedara a exactamente medio palmo del vehículo que teníamos aparcado justo detrás. El profe, culé hasta la médula, se puso de color merengue, me hizo bajarme, se colocó al mando y condujo hasta una pista de pruebas donde estuvimos jugando al “Dragon Khan” hasta el final de la hora. A partir de ese momento, para mí desapareció del mundo todo aquello que no fuera la conducción; estaba todo el día pendiente de la hora de la clase, tenía síndrome de abstinencia los fines de semana... No comía, no dormía, no fumaba... me pasaba el día y la noche conduciendo… Para mí en el Mundo ya no había más que coches. Ya no quería ir a las terrazas de verano; en lugar de eso, me sentaba en los bancos públicos próximos a las zonas de aparcamiento y me pegaba horas muertas viendo entrar y salir a los vehículos. Contemplaba extasiada a esos privilegiados de la naturaleza capaces de embragar, acelerar, girar el volante y accionar el intermitente al tiempo que encendían el radiocasette, buscaban una cinta en la guantera, prendían un cigarro y a la vez, tocaban la bocina para que se apartase el que venía. Yo nunca sería así, me decía. Yo tendría que elegir entre fumar y conducir, entre tocar el claxon y conducir, entre escuchar música y conducir.... entre vivir y conducir incluso. Pero sin duda, mi atracción favorita eran los que conducían marcha atrás, con la cabeza y medio cuerpo fuera del coche y accionando hábilmente el volante con una sola mano. A mí aquello y hacer un y trasplante de órganos múltiple me han parecido siempre dos cosas absolutamente fuera de mi alcance. Y lo mismo debía de pensar mi profesor (al menos en cuanto a la conducción en plan cangrejo; sobre mis dotes para la cirugía no sé qué opinión podía tener el hombre), porque, pese a las más de cuarenta clases que llevaba en el cerebro, en los pies y en el bolsillo, el pobre monitor seguía bajándose del coche pálido y bañado en sudor. De hecho, creo que el día que, a la tercera y posiblemente porque el examinador se había dejado las gafas en casa aquella mañana, me dieron por fin la deseada "L", mi pobre profesor debió de celebrarlo, no sé, rebajándose la prima de la póliza del seguro de vida. Porque, si no lo maté yo, ya no lo mata nadie....

#SafeCreative Mina Cb
Del blog "Bridget Jones era anglosajona y, además, de mentira"
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FOTOS EN PAPEL

Hace algunos años un amigo profesor me contaba la anécdota del niño deslizando el dedo sobre la pantalla de una cámara analógica para ver pasar las fotos y de cómo hubo de explicarle que eso no era posible, y hablarle a la vez de que hubo un tiempo en que las fotos no se podían ver hasta que no eran extraídas del interior del aparato. Imagino que tal vez la explicación fue acompañada de la apertura de la tapa, para que el chaval viera el carrete plástico, ese recipiente hermético que siempre era extraído con extrema precaución no fuera que le diera el sol a la película y se velase todo el contenido.

Las fotos en papel, como bien explica la gran Eva Hache en un monólogo muy recomendable, eran algo que no admitía mucha tontería. En primer lugar porque el posado valía sí o sí. No era como ahora, que tiras la primera para probar, la segunda para asegurarte y la tercera para que se te vaya petando la memoria de la cámara o el móvil. Antes no: tú hacías el gesto y el otro disparaba. Y solo para momentos muy particulares, como la primera comunión, te llevaban a un estudio donde el fotógrafo hacía varias tomas y al final elegía la mejor. Que no quiero ni imaginarme cómo serían las peores en vista del careto de niños de “Los otros” que nos gastamos la mayoría en el reportaje comunioneril. Y así era todo: la comunión, los cumples, las vacaciones... las vacaciones sobre todo, que anda que no he visto yo acueductos de Segovia delante de un cuerpo sin cabeza. Que como las cámaras buenas valían una pasta, llevábamos unas mierdosas que tenían un objetivo de los Pin y Pon en el que no cabía nada. Y así nos iba.... que si sacabas a la persona no salía el edificio y viceversa. Y volvías a casa traumatizada porque no te traías un recuerdo decente de la catedral de Burgos. Y total para que luego apareciera el google imágenes y dándole a una tecla te salieran mil instantáneas del templo que le diesen cien vueltas a las que tú hiciste con tu Kodak Instamatic. Y cuando por fin conseguías ahorrar para una cámara buena ibas por ahí acojonada, mirando todo el rato alrededor por si aparecía un maleante. Y con mucha precaución de no dejarla a la vista cuando aparcabas. Y colocándola en la mesa como si fuera un jarrón cuando ibas a comer. Que ni de colgarla en el respaldo de la silla te fiabas.

Pero lo cierto es que el que tenía una máquina triunfaba. Sobre todo en los saraos. Te ibas de fiesta y cuando se oía la palabra “foto” la peña se apiñaba y ponía caras raras. Y cuernos y cosas así. Y hasta invitabas a gente conocida. Para que posase. Y después de tanta tontería resulta que el fotógrafo iba a disparar y clas-clas... no había carrete. Pero da lo mismo, porque las veinticuatro joyas estaban ahí, comprimidas en la cajita negra. Y a continuación empezabas a darle la paliza a tu colega para ver cuándo las iba a revelar. Y el día que lo hacía era una fiesta. Quedabais todos en un bar y las cartulinas satinadas iban pasando de mano en mano. Y la gente reía y gritaba. Y las jarras de cerveza no paraban de rular. Y te veías a ti misma con los ojos como un vampiro, rojos por los efectos del alcohol y el flash. Y se hacía una lista para que cada cual apuntase el número de copias que quería. Y al cabo de unos días, de nuevo el encuentro y las cervezas y las risas. Y el rincón aparte para que tu colega, que era un tipo de fiar, te entregase sin que nadie lo supiera esa foto en la que el chico que te traía por la calle del dolor posaba, sonriente y bronceado, sentado sobre el remolque de un camión.

Aún la tengo.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 12 de octubre de 2018

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 NUBES DE OTOÑO

Se está yendo el verano y se entremezclan
lo que fui, lo que soy y lo que vivo.

La noche va cayendo y las farolas
comienzan a encenderse.

El frío parteluz de la ventana
separa la película de nubes
que juegan a ser aves,
peces,
niños...
historias en el cielo

y me dejo que el sonido me traspase
y se instale la paz.

A veces lloro sin saber la causa.


#SafeCreative Mina Cb

jueves, 11 de octubre de 2018

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LOS INTRÍNGULIS DEL HAMPA

Confieso que me pierdo en las películas de gangsters. Me molan un montón pero me pierdo. He visto los padrinos mogollón de veces y sigo sin tenerlo claro. No sé distinguir los buenos de los malos. Quiero decir los malos de los menos malos. O sea los malos que son buenos para el guionista de los otros. Los que tienen que morirse. A los que hay que matar, en resumidas cuentas. Los que hay que quitar de en medio para que el menos malo se haga con el control del hampa del lugar.

Y es que es un follón eso de que todos sean italianos y se junten en casa de uno de ellos para comer pasta. A lo bruto, cocinando en calderos colosales y con litros y litros de tomate. Y explicando las recetas meticulosamente a los neófitos mientras que Peppino limpia el arma encima de la mesa. Y que aunque a mí una de las cosas que más me gusten sea la estética, también es un sindiós eso de que todos vayan igual. Y además durante todo el año. Que digo yo que podían uniformarlos como a los clubs de fútbol, y que cada clan llevase la gabardina de un color distinto. O la banda del sombrero. No sé; un algo que te dé una pista sobre quién es quien. Porque como aún encima, algunos se cambian de bando a lo largo de la trama, llega un momento en que ya no sabes quién es quién. Y cuando te apenas porque le han metido al Luigi una ráfaga de metralleta que alucinas, resulta que el compañero de butaca te dice que no, que es uno de los buenos infiltrado en la banda rival pero que lo hacía tan bien que no te habías dado cuenta. Por no llamarte lerda, que ni falta que te hace porque ya te lo estás diciendo tú. De modo que al final, cuando llega la ensalada de tiros y la empieza a espichar hasta el maquillador, tú aún no sabes ni por dónde te da el aire y no eres capaz de sacar conclusiones coherentes. Porque una peli acaba bien cuando ganan los buenos, pero cuando los buenos en realidad son malos y los malos más malos aún, y tanto buenos como malos van vestidos de la misma forma y todos van armados y son italianos y comen espaguettis y se apellidan parecido y se peinan igual y son igual de brutos y de rencorosos... pues eso, que no hay quien sepa a qué atenerse. Así que nada, yo voy al cine, me fijo mucho en los abrigos y en los gorros y en los trajes de las chicas y luego, a la salida, si alguien me pregunta mi opinión, respondo:

“Me gustó más el libro”

Y me quedo tan ancha.

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 10 de octubre de 2018

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La nostalgia
se sirve en vasos con borde azucarado
para que así el paladar no identifique
el amargor de lo perdido
de lo desperdiciado
de lo vano
lo inútil
lo baldío...

y tan solo nos quede entre los labios
la granulosa textura del azúcar.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 9 de octubre de 2018

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SALVAR A ALGUIEN

Creo que no es posible salvar a alguien que desea hundirse. Sí acompañarle pero no salvarle. Salvarle no. Nos parece probable y a ello nos entregamos con ahínco, dejando la ilusión y la energía en el intento. Pero no es posible. No si el otro no desea flotar. Por mucho que nosotros lo deseemos. Por mucho que la ciencia lo acompañe. Por mucho que la sociedad repita a sus oídos que la vida es bella no es posible. Y lo peor es que este estado no siempre es transitorio. Quiero decir que no es producto de una situación adversa, sino que va unido a la persona desde casi el momento de su concepción. Porque hay personas tristes, átonas y desmotivadas porque sí. Personas que habitan en la oscuridad y que solo hacia ella desean dirigirse. Personas que buscan por cualquier camino la forma de llegar hasta el abismo hasta dejarse arrastrar por él y desaparecer del mundo.

Así es la cosa, creo.

Nos guste o no.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 7 de octubre de 2018

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BALANCE

Casi siempre es de noche y la fatiga
pasa detrás de mí al cruzar la puerta

y me crujen los huesos

y me siento feliz

exhausta

plena...

Y aún así me resisto a abandonarme
al tentador descanso

y haraganeo un poco...

Una buena cerveza,
un repaso al correo,
una excursión por el trivial espacio
de las redes sociales

y un tiempo en el sofá
haciendo zapping y mirando nada

y ese tibio, pacífico silencio
que sabe a libertad.

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 6 de octubre de 2018

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SIEMPRE ESTÁS ALLÍ

Hay seres que parten dejándonos impresa una melodía en el espíritu, de tal modo que cada vez que suena esa canción se nos dibuja en el rostro una tímida sonrisa y el cerebro se inunda de nostalgia. Y volvemos a ver a esa persona, primero en el momento en que la canción sonó y más tarde en muchos otros instantes compartidos, de modo que los tres minutos que la pieza dura se transforman en un dulce viaje al pasado a través del cual podemos resucitar a ese ser que tanto amamos y con el que tantas cosas bellas compartimos, e imaginarlo tal cual fue, convirtiendo ese tiempo en un regalo para los sentidos; volviendo atrás con melancólica indulgencia, recuperando olores, sensaciones y paisajes y ya de paso reconciliándonos con la implacabilidad de la muerte, que a veces muestra la peor de sus caras y se lleva a los mejores demasiado pronto.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 5 de octubre de 2018

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LA LÓGICA Y LA BOTELLA

La verdad es que yo puedo ir imaginándome la historia. Y no porque sea cuentista, sino porque es de pura lógica, qué quieren que les diga, que no soy más lista que nadie. Una persona humana sale a hacer deporte, a correr imagino, con su botella. Que también es una manía, cualquiera diría que no pueden sobrevivir en un trayecto de cuatro kilómetros sin agua, pero en fin, cada cual es cada cual. Como decía, sale con su botella llena, que pesa un huevo, porque litro y medio de agua es kilo y medio, según la física, que algo aprendí en el insti, y se la va bebiendo hasta que la termina. Insisto, alguien que va corriendo por el campo, o sea que se supone que no lo hace solo por salud sino porque además le gusta la naturaleza. Porque si no, en lugar de ir al campo, se encerraría en la sala de un gimnasio y se tragaría el olor a humanidad de cincuenta tíos haciendo spinning. Pero a lo que vamos. Que acaba la botella y la comprime, lo cual es señal de que a la personica le interesa el medio ambiente y está concienciada con lo del reciclaje. Y parece el anuncio de que va a hacer lo correcto... pero no. Porque luego resulta que la tira y ahí se queda, plegadica y tal pero en el suelo, junto al cauce. Que hay que joderse, digo yo. Que ya me imagino que el runner andaría cansado, pero oye, que cuando salió la botella pesaba kilo y medio y la llevó todo el trayecto sin que le molestara. Y al final, cuando la vació y el envase no pesaba nada y además abultaba menos de la mitad, en lugar de llevarlo a cuestas como había estado haciendo todo el rato, lo dejó caer y se volvió a su casa de vacío.

De verdad que no lo entiendo.

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 3 de octubre de 2018

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 VISIÓN Y ESTÉTICA

Creo que a las personas mayores casi no nos salen granos de pus en la cara porque ya no vemos para reventárnoslos. Pasa justo al revés con el bigote: que los tíos dicen que las mujeres de cierta edad nos descuidamos pero no. Es que nos ponemos delante del espejo y la vista no nos da para apreciar la pelusilla. Por eso no te das cuenta hasta que un día sacas la lengua y te lo tocas. Y entonces es ya el escobón de un casco de romano. Y claro, una no se pone las gafas de cerca para hacerse la toilette matinal porque no es plan. Te tienes que lavar la cara, ¿o no? Y lavarse la cara con las gafas puestas es difícil. Y no existen lentillas que solo funcionen para cerca. O lo mismo sí que existen, pero si aún encima de mayor eres despistada y un poco pendón, lo más fácil es que se te olvide que las llevas puestas. Y no ganes para colirios. Claro que en ese caso la irritación sí que la verías al ponerte ante el espejo. O tal vez no. Por el lagrimeo digo. Y al bigote y los granos sin reventar tendrías que sumar una conjuntivitis. Vamos, como para que te dieran el título de “Miss madurita interesante”. Y luego menos mal que la regla se retira, porque hace poco cayó en mis manos el prospecto de una caja de tampones y eso no lo leo yo ni con prismáticos. Madre mía de mi vida, vaya letra. Que menos mal que te lo aprendes en seguida (el proceso digo), porque si una mujer tuviera que leer eso cada vez que va a ponerse un tampón, entre el móvil y el folleto nos quedábamos todas ciegas antes de cumplir los veinte. Y a ver qué sistema de pensiones aguanta semejante carga.

Pero a lo que iba. Que yo veo a mis amigas maquilladas y alucino. Esa raya dentro del ojo... ¿cómo se la hacen? ¿Tienen un monóculo para poder pintarse? ¿Son ambidextras y se pintan el ojo izquierdo con la mano derecha mientras que con la zurda sostienen la lente y viceversa? ¿Y cómo hacen para sujetarse el párpado inferior al mismo tiempo? Porque yo no podría. Lo de los labios aún, que con las gafas puestas una puede perfilar a gusto y luego rellenar, que ya es más fácil. Pero lo de los ojos es que no lo veo... me parece un prodigio. Un don que no cualquiera tiene. Yo desde luego no. Que ya empleo las gafas hasta para dibujar el monigote del seis y el cuatro. Como para levantarme a las siete, lavarme la cara y ponerme con la sesión de malabarismo facial. Que si hay clientas que me riñen el día que voy al curro sin el moño, no quiero imaginarme lo que me iba a oír de aparecer en la caja con la raya torcida. Pues menudas son ellas. Y luego mi madre, la pobre, que el día que se casó mi hermana me dijo que por qué no me pintaba un poco y cuando salí del baño me miró con resignación y me soltó: “mejor quítatelo”.

Y eso que entonces tenía buena vista.

#SafeCreative Mina Cb
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JOLIDEIS

Tocarse las narices a destajo,
ociar hasta enfermar de aburrimiento,
vagar desde la cama hasta el asiento,
tumbarse en el sofá cabeza abajo.

Mandar los madrugones al carajo,
trasnochar sin ningún remordimiento,
sumergir el teléfono en cemento,
olvidar la existencia del trabajo.

Vaciar de uniformes los cajones,
y no acercarse al curro ni de lejos
porque puede traer complicaciones.

Desconectar de las obligaciones
y disfrutar sin traumas ni complejos:
eso deben de ser las vacaciones.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 2 de octubre de 2018

 



 El inicio
fue una frase lapidaria
y un recuerdo inaudito
y después

una lluvia de excusas y un telón de miedo

y letras

muchas letras surcando la ciudad

y un lunes soleado a la aventura
con Gary Moore sonando y veinte euros
para pasar el día
(combustible incluido)

y la tímida paz y los paisajes

y el tiempo deslizándose
camino de un presente renovado
que brota día a día sin pensar
en la meta
el destino
la adversidad, la angustia...

o incluso el doloroso
impensable hoy en día adiós del abandono.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 1 de octubre de 2018

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 VENUS EN ZAPATOS

Quiso, por hacerse un nombre
un pintor algo novato
emular a los maestros
elaborando el retrato
de una moza de buen ver
que hacía el bachillerato
y posaría vestida
con solo un par de zapatos
sobre el sofá de su estudio
acompañada de un gato.

Se pusieron al asunto
pictórico de inmediato
porque tenía el artista
apalabrado un contrato
a través de su marchante
(un tipo de gran olfato)
para exponer en París
con mucha pompa y boato.

Se despelotó la moza,
se acicaló sin recato,
se repeinó la melena,
se acomodó junto al gato
y empezaron la sesión,
que en realidad fue un conato,
porque en cuanto vio el artista
a la venus en zapatos
se le cayó la paleta
y le explotó el termostato:
sudores por todo el cuerpo,
las órbitas como platos
y una mal disimulada
erección de campeonato.

Se mostró presta la bella,
juzgándolo hasta sensato,
a socorrer al galán...

y el resto no lo relato.

Se repitieron las citas
siempre de modo tan grato
que, al final, no había forma
de terminar el retrato
mientras llegaba la fecha
establecida en el trato
del pintor y su marchante,
de París y del boato
hasta que dijo el artista:

“¡Basta de concubinato!
Te voy a pintar vestida
y acabamos en un rato.”

#SafeCreative Mina Cb