domingo, 30 de noviembre de 2014



LA NUEVA PIEL

Despertó cansada y dolorida, como si en vez de siete horas durmiendo hubiese pasado cien años anestesiada dentro de un diminuto cubículo, plegada en posición fetal y aprisionada entre los muros de metacrilato, transparentes y ajados como las paredes de las cunas de los hospitales.

Y por primera vez sintió el paso del tiempo por su cuerpo: las doloridas médulas, rebeldes y agotadas de tanto sostener su marcha infatigable, el corazón pidiendo a gritos una cura de reposo, los músculos fofos y atrofiados y el cerebro al ralentí, las viscosas volutas cuarteándose, acartonadas y resecas a causa de un irracional funcionamiento.

Notó al ponerse en pie cómo la estancia giraba en torno a ella, la cabeza siguiendo una trayectoria descendente hasta llegar al suelo y rodar por el parquet ruidosamente para estrellarse al fin contra el marco de la puerta, como sucede a veces en el fútbol. Y sintió como si toda su vida acabase de pasarle por encima aquella noche, un sobrecargado tren de mercancías que le había pegado las vísceras entre ellas, turbia masa informe de plástico derretido que ardía en violentas convulsiones. Y se acercó hasta el baño, las manos tanteando las paredes, donde un vómito imparable y líquido la desgajó por dentro, como un parto tardío y maloliente, arcadas de aprensión y desamparo, liberadora purga que la iba haciendo desprenderse de todos los grilletes que hasta anoche habían comprimido su existencia y agostado su alma. Y esa enorme mochila que poco a poco había ido llenando de angustias y complejos se vació de golpe. Y una vez en pie, los miembros doloridos, lo que encontró frente al espejo ya no fue a ella misma.

Sino a su propio yo.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Rebecca de Cachard

sábado, 29 de noviembre de 2014



COINCIDENCIAS

Llevaba el monje aquél fama de ser un exorcista extraordinario. Por ello, y pese a residir en la corte papal y ser el ojito derecho de su santidad, la familia de Adela removió, y nunca mejor dicho, Roma con Santiago para hacerlo venir y ocuparse del alma de su descarriada primogénita. No repararon en gastos, que no en vano y contra su voluntad estaba la doncella prometida con el príncipe de un país vecino que, se rumoreaba, podría aspirar al trono en el futuro, y sus progenitores andaban bastante preocupados por la conducta de la niña, bastante díscola, rebelde y propensa a unas rabietas que la hacían a veces desplomarse violentamente sobre el suelo, prorrumpiendo en gritos y gemidos mientras su cuerpo se agitaba y salía de su boca una espuma verdusca y maloliente.

Se concertó el encuentro en una iglesia vecina a la cual la familia acudía habitualmente. Estaban conchabados el párroco y los padres, que habían acordado que fuera el monje quien se ocupase de la confesión de la doncella, entrevista que serviría para establecer un primer contacto y que de este modo el fraile supiera cuál era el tratamiento a seguir para expulsar a los demonios que a buen seguro moraban en el alma de la niña.

Pero resultó que en el mismo momento en que se vieron quedaron perdidamente enamorados. Y no les fue posible articular palabra. Tan sólo se miraron a los ojos y se arrojaron el uno sobre el otro, un tórrido abrazo inacabable del que fue imposible separarlos. Únicamente la llegada de los guardias los pudo desenredar para más tarde encarcelarlos. A él lo expulsaron de la curia y hubo de huir, haciéndose a la mar y desapareciendo en un naufragio. Ella fue condenada a morir en la hoguera. Brujería dijeron los expertos en el tema. En cuanto a la iglesia, acabó siendo pasto de las llamas de forma misteriosa, qué coincidencia, el mismo día en que hubieran debido de celebrarse los esponsales de la joven con el príncipe heredero aquél con el que un día estuvo prometida y que, por cierto, falleció víctima de un accidente de caza en el transcurso de la misma jornada.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Fotomontaje de Jose Ftuitribera

viernes, 28 de noviembre de 2014



NOSOTROS

Siempre estuvo ahí. Desde el momento cero. Estuvo ahí incluso desde antes de mi llegada. La previno y la dispuso. La esperó con calma aunque con preocupación, me consta. Me cogía en brazos. Me contaba cuentos. Sobre todo el del lobo y los siete cabritillos. Yo no sé si porque era su favorito o porque era el único que se sabía. Me llevaba de paseo los domingos por la mañana. Me daba vino quinado porque no comía ni para vivir. Y me hablaba de los tiempos de la guerra, cuando compartían los huevos fritos entre seis personas. Y se enfadaba conmigo cuando fui creciendo, montando en cólera a la vista de mi carácter enérgico y un tanto feministorro, preguntándome que de dónde sacaba esas ideas que nadie en casa compartía. Y no le gustaba que fumase. Ni que dijera tacos. Porque eso en una chica no quedaba bien. Aunque estoy convencida de que, de haberle seguido la corriente, él hubiera sido el primero en sorprenderse.

Me enseñó a distinguir un clavo de un tornillo, una hembrilla de una escarpia, un taco Fischer de un Hopama. Me enseñó a clavar, a lijar, a taladrar. Y me regañaba cuando la prisa me encorría y dejaba irregulares las superficies de los listones. Me enseñó a hacer sopas de letras para poder estar tranquilo mientras hacía crucigramas y al poco tiempo tuvo que esconder las revistas de Quiz porque, en cuanto se daba media vuelta, yo las había rellenado enteras. Me enseñó a dibujar a carboncillo. Y me compró libros: una enciclopedia Salvat de cuatro tomos y algunos volúmenes de la colección RTV a través de los cuales descubrí a Calderón, a Bécquer y a Machado. Y me dejó, al final y tras muchas discusiones, llegar a ser como a mí me pareciera: tener ideas propias y cometer errores. Me enseñó a vivir, en suma.

Que no es poco…

Un día empezó a hacer cosas raras. Cosas de viejo. Cosas… Esas cosas que parecen tonterías hasta que dejan de parecerlo. Y que nos anuncian que el telón está empezando a descender. Y que ha llegado el momento de valorar todas las enseñanzas recibidas. Y de hacer balance. Y de saldar las deudas contraídas. Y de nuevo reaparece el nosotros: esa primera persona del plural que dejamos atrás el día que metimos en cajas nuestras escasas propiedades, cargamos un furgón y pusimos tierra de por medio. Y los papeles se invierten, y somos nosotros quienes hemos de armarnos de paciencia para que estos niños no se nos escapen de las manos, y den con sus gastados huesos en el suelo. Y somos nosotros quienes hemos de tomar sus manos cuando tienen miedo, o secarles el sudor en el verano, o embadurnarlos de repelente para que no les piquen los mosquitos. Y todo siendo conscientes de que nuestros desvelos no van a salvar su vida. Ni a fortalecer su carácter. Ni a hacerlos más sabios.
Simplemente van a ayudarles a cruzar la puerta, a atravesar con dignidad el último tramo del camino. Y es que, de la misma manera que ellos nos enseñaron a vivir, a nosotros nos queda el dulce y doloroso trabajo de depositarlos amorosamente sobre el temido e ineludible regazo de la muerte.

Que no es poco…

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 27 de noviembre de 2014



HAIKUS SOLITARIOS

Canto en la ducha
sin escuchar protestas
si desafino.

 Voy al Ikea
y me compro los muebles
que a mí me gustan.

El pan de molde
siempre se me enmohece
¡Todo es enorme!

Ronco, me expando,
dormito a pierna suelta…
(y sin codazos)

Pongo la tele…
si no hay nada, la apago
y hago ganchillo.

Friego los platos
sin discutir con nadie
porque hay que hacerlo.

Abro ventanas
sin que a otros preocupe
que haya corriente.

Oigo canciones
de los Bee Gees… ¡qué importa
si son horteras!

Ando descalza,
bailo por los pasillos…
(y también bebo)

En Navidades
no voy da casa en casa..
¡Menudo alivio!

………….

Mas si estoy triste
tengo que llorar sola…

Eso es lo malo

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora

miércoles, 26 de noviembre de 2014



UNO, DOS, TRES, CUATRO…

Uno incierto,
dos descubierto,
tres ignorado,
cuatro anulado…

Uno añorado,
dos esperado,
tres accesible,
cuatro insufrible…

Uno posible,
dos comprensible,
tres engañoso,
cuatro orgulloso…

Uno hermoso,
dos peligroso,
tres deseable,
cuatro impensable…

Uno intocable,
dos abarcable,
tres confundido,
cuatro perdido…

Uno escondido,
dos divertido,
tres incierto,
cuatro… ya muerto.

Uno: Sí.
Dos: También.
Tres: No sé.
Cuatro: Fin.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Fauve Artiste Peintre

martes, 25 de noviembre de 2014



DÍAS DE FURIA

Hay días desde cuyo balcón uno puede avistar el fin del mundo. Días de indignación y encono, de desazón y hartazgo. Días en los cuales la tentación de liarse a patadas con el mobiliario urbano se convierte en algo casi irreprimible. Días en que una alabanza se nos muestra como la puerta de un soborno. Días en los que uno pondría zancadillas a los viejos y metería petardos bajo los bancos en donde se besan las parejas de enamorados. Días en los que te puedes llegar a beber quince cervezas de un tirón sin que te preocupen una mierda la resaca o la cirrosis. Días en los que apagarías el teléfono, la radio, la televisión y hasta el planeta si pudieras. Días en los que abrirías la ventana y lanzarías los muebles y los cubiertos a la calle, sin importarte las víctimas colaterales, fueran estas de dos o cuatro patas. Días en los que arrancarías a mordiscos la iluminación navideña de los centros comerciales. Días en que pondrías a los AC/DC a toda pastilla y gritarías hasta quedarte ronco mientras los vecinos se ciscaban hasta en lo más barrido. Días en que te colocarías en la puerta del congreso con una metralleta y no iban a quedar ni los leones. Días en los que prenderías fuego a todo. Días en los que romperías los muros de tu casa a puñetazos. Días en que escaparías incluso de un desierto porque, por no soportar, no eres capaz de soportarte ni a ti mismo.

Días de rebelión.
Días de furia.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Mona Lisa Bazooka- Bansky

domingo, 23 de noviembre de 2014



EN EL RINCÓN

Se le paró el reloj en el mismo momento en que salió del cementerio. Cierto que hacía tiempo que las cosas no les iban demasiado bien, pero siempre se había sentido atado a ella. Compartían amigos, aficiones y todo el vademécum que apareja la vida en común durante más de una década. Por eso se sentía entre vacío y aliviado. Al tiempo que preso de una tristeza ambigua, como de óbito de telediario.
Se encerró en su rincón, incapaz de volver a funcionar en solitario. Iba al trabajo y después se recluía en casa, los ojos pegados a la pantalla del ordenador, dejando morir las horas sin pensar en nada.

Se la encontró una tarde en la farmacia. La saludó, afectuoso y un pelín distante. Habían tonteado en el pasado, pero sin consecuencias. Primero porque en aquel tiempo ambos estaban casados y segundo porque había algo en ella que no le acababa de cuadrar: como un desajuste leve pero de vital importancia para el funcionamiento del conjunto. Intercambiaron los teléfonos y ella empezó a llamar de vez en cuando, para aliviar su pena. Él se dejaba hacer e incluso aceptaba de vez en cuando sus invitaciones para ir al cine, o a tomar un café, y ella le insistía en que tenía que salir de su rincón, donde no hallaría nada que no fuera soledad y angustia. Él le daba la razón y agradecía sus atenciones, dejándose querer aun a sabiendas jugar con fuego, dando alas a unas esperanzas que jamás habían compartido. Pero ella le fue ganando poco a poco con su ternura y su entusiasmo, y él acabó por confundir los términos y se la llevó a vivir a casa, no es bueno que el hombre esté solo, y así tuvo de nuevo alguien con quien hablar y por quien preocuparse. Hasta que sus leves pero insalvables diferencias, ese no sé qué que él había detectado desde siempre, se hicieron tan patentes que levantaron un muro de silencio entre los dos. Ahora ella pasa las veladas viendo la tele y hablando por teléfono mientras el se instala en su rincón, pegado a la pantalla de pecé, a ver morir las horas sin pensar en nada.

#SafeCreative Mina Cb
“Retrato del Dr. Gadchet”- Van Gogh

sábado, 22 de noviembre de 2014



SUPERMAN

Ayer lo supe al fin, tras varios meses
de besos, de promesas, de nirvana...
de vivir de ilusiones y del aire
de tu adictiva boca envenenada.

Por fin trajo tu miedo las respuestas
que siempre te pedí y nunca me dabas;
y encajaron las piezas en mi mente
y, por primera vez, me sentí en calma…

Ahora ya sé cual es el adjetivo
que te define, el que mejor te cuadra…

...Y no es precisamente Supermán
como hasta hace unos días yo pensaba.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 20 de noviembre de 2014



EL PEOR DE LOS TRANCES

Reconozco que la temo más que al dentista. Mucho más. Y con el agravante de que, además de aterrorizarme, no me puedo escaquear porque es obligatoria. Y vale que puede tener su puntillo de excitante, con tanta vibración, tanto rugido y tanto chico cubierto de grasa, pero a mí me sigue dando cosa… Que no miedo. Pero sí un cierto respeto que se dice. Y es que me siento indefensa ahí dentro, sola en mi cubículo y rodeada de expertos que intentan poner a prueba mis escasos conocimientos haciéndome accionar botones y empujar pedales. Y diciéndome eso de hacia adelante o hacia atrás, y ahora el izquierdo y luego el derecho, o así no, empuje con más fuerza, o colóquese más al centro que si no no podemos verle bien los bajos… En fin, todas esas cosas que me ponen tan nerviosa.

Claro que reconozco también que este trámite tiene la facultad de sacar ese lado femenino que tanto detesto. De hecho, mi primera vez fue horrible porque no me quise someter: llegué allí en plan listilla, sin dejarme guiar y ofendiéndome cuando trataban de orientarme. Y el resultado fue que al final me atasqué y fueron ellos quienes tuvieron que acabar de hacerlo. Así que ahora saco mi ego más coquetón, me pongo escote y minifalda, me hago la tonta y dejo que ellos se ocupen de guiarme mientras exhibo una repugnante sonrisa bobalicona y balbuceo de vez en cuando un “Muchas gracias y perdone… ¿Sabe? Es que yo para estas cosas soy muy torpe…”. Y creo que les encanta, porque alguna vez me han dado el visto bueno hasta llevando un retrovisor de menos y las ruedas sin dibujo. Que cuando llegué a la oficina al final de la inspección y el chico me dio el sello para pegarlo en el parabrisas y me puso el cuño de “válido” en la ficha, estuve por saltar encima del mostrador y estamparle en los morros un beso de tornillo.
Y conste que si no lo hice fue por culpa de la falda. Que era demasiado corta. Y demasiado estrecha.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Fauve Artiste Peintre

miércoles, 19 de noviembre de 2014



LAS (MALAS) IDEAS
La señora aquélla vino ayer de un particular impertinente. Tal vez fuera eso o tal vez es que yo no atravieso mi mejor momento, pero lo cierto es que la tipa estaba ganándose a pulso la primera posición de la lista de clientes a los que les cantaría las cuarenta bien a gusto si no fuera porque el uniforme y la hipoteca me lo impiden. Y no sé exactamente cómo sucedió, el caso es que de repente me pasó como a Felipe, el de Mafalda, que se me desbocó el magín y me vi a mí misma metamorfoseada en una versión femenina del Indiana Jones de las primeras pelis, sombrero y chaleco en piel de cocodrilo, Winchester en ristre, pum pum, brazo en alto disparando al aire con la zurda mientras que con la diestra enlazaba con el látigo el cuello de la doña, atrayéndola hacia mí y viendo cómo su rostro iba poniéndose morado, y de paso y ya puestos, montando en el caballo y aprovechando el rifle y el periodo que mediaría entre mi despido por homicidio con ensañamiento y el juicio correspondiente para resolver otro asuntillo pendiente que tengo por ahí, y que aún me quedase tiempo para, antes de ingresar en el talego, darme una vueltecita por los platós de los programas esos de televisión a los que nadie hace caso porque están todos viendo los documentales de la dos, vender mi caso y así despertar el interés de algún cazatalentos que, durante mi estancia en el trullo, editase de una puñetera vez mis cuentos de forma que a la salida de la cárcel tuviera el porvenir solucionado.
“¿Estás tonta o qué te pasa?”- aulló la bruja.

“Lástima”- pensé quitándome el sombrero al ver que mi jefe entraba por la puerta.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 18 de noviembre de 2014





ABUELO POR SORPRESA

Acababa de prejubilarse cuando encontró a otra más sensual y más marchosa y se largó dejándole hasta el cepillo de dientes en el vaso del lavabo. Se quitó veinte años de encima en unos meses, dale que te pego al ñacañaca, a los fiestorros con amigos y a las sesiones de rock acrobático en un garito de postín. Renovó el vestuario y se dejó crecer el pelo a lo John Lennon e incluso se animó a comprarse una Harley y a apuntase a todas las concentraciones de moteros, a las que concurría disfrazado de ángel del infierno con la susodicha de paquete.
Hasta que un día la hija de su chica partió peras con el novio y éste la puso de patitas en la calle, y la chavala no tuvo más remedio que instalarse en el piso de mamá, donde hubieron de hacer sitio para ella y sus tres querubines de tres, seis y ocho años de los que la abuela y su amiguito se ocupan desde entonces mientras que mamá trabaja todo el tiempo. La yaya está encantada, ya la tenía un poco frita ese andar siempre de un lado para otro. Y él aguanta con resignación, haciéndoles cucamonas a los críos cuando nunca los había soportado, la Harley en el garaje cubierta de polvo y telarañas y las rodillas hechas cisco de tantas acrobacias.

Pero a ver adónde va a ir si no… A su edad.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora

lunes, 17 de noviembre de 2014



QUE VIVAN LOS NOVIOS

Ahí estaban ellos, elegantes y glamourosos, desafiando a la grisura de esta mañana otoñal y un tanto desapacible, convocados, según tengo entendido, por una de esas empresas que organizan eventos nupciales y que después tienen un detalle con los clientes, que es lo mínimo habida cuenta del pastizal que cuesta la organización de una boda. Claro que uno, cuando se casa, lo hace para toda la vida, y es por ello que el acontecimiento se planifica en condiciones, y con al menos un año de tiempo, de modo que una vez finalizado el último capítulo del mismo, que es la luna de miel, los contrayentes se encuentran un poco como las madres cuyos hijos abandonan el hogar y se quedan ahí, tristonas y sin objetivos, mohínas e indolentes, hasta que una vecina acostumbrada a leer el Elle y otros panfletos femeninos les dice que padecen el síndrome del nido vacío y que eso se arregla cambiando el café con pastitas por dos o tres cervezas y un pincho de tortilla con las amigas cada vez que en la tele hay un Barça-Madrid.
Pero a lo que iba… que ahí estaban: ellas envueltas en tules, rasos y cancanes, y ellos con sus trajes de chaqueta, impecables galanes de telenovela, príncipes azul marino con tendencia a negro, casi todos en la misma línea excepto un chaval un tanto díscolo y bohemio, que iba tocado con un bombín y calzado con unas zapatillas de lona, perfectamente conjuntado con su novia, informalmente ataviada de impecable blanco salpicado por unos dibujos negros. Y no he podido evitar, la verdad, que así es de retorcido mi cerebro, preguntarme si lo del loock retro fue cosa de los dos, esto es, surgió espontáneamente, o si bien uno hubo de convencer al otro. Porque en el primer caso estoy casi segura de que ambos podrían concurrir en el mismo lugar, con la misma sonrisa y hasta los mismos trajes (la gente auténtica suele mantenerse eternamente joven) de aquí a que pasen diez años, o incluso más, mientras que de haberse dado la segunda opción, lo más probable es que la genialidad de uno acabe más tarde o más temprano con la paciencia del otro y al cabo de no demasiado tiempo los trajes terminen ardiendo en una de esas hogueras simbólicas que a veces se organizan al cambiar de vida, y donde se exorcizan junto al fuego todos los demonios que nos han ennegrecido el pensamiento, y se invoca a los espíritus del cambio y la bonanza.

Pero en fin… que era gracioso el espectáculo de tanto novio y tanta novia allí, amontonados y bulliciosos, siguiendo las directrices del fotógrafo que les indicaba, desde el puente de mando del balcón de la Casa del Reloj, que se pusieran aquí o allá, que saltasen, que se abrazaran o que levantasen los pañuelos, viva santa ana, como si en vez de en noviembre estuviéramos en julio y el fotógrafo, en vez de la cámara, tuviera entre las manos el cohete anunciador de las fiestas patronales.

Pues eso. Que sean felices y que esa sonrisa les dure para siempre.

De corazón se lo deseo.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 16 de noviembre de 2014



EL DOLOR AJENO

Alguien debería inventar un aparato para medir el dolor del mismo modo que se mide la temperatura. Un ingenio que pudiera colocarse en el punto afectado y que nos indicase cuál es la intensidad de la molestia. Claro que entonces nos tropezaríamos con el conflicto número dos, consistente en la resistencia de cada cual a los diversos grados de dolor. Y a que el invento, seguro, porque la ciencia es así de pragmática y de puñetera, sólo sería capaz de evaluar los padecimientos físicos, que son al fin y al cabo los que nos impiden llevar una vida “normal”, esto es, básicamente, ir al trabajo. Y que del otro dolor, del inevaluable, de aquel que nos permite estar en pie pero nos roba la esperanza y la sonrisa, la ciencia seguiría sin ocuparse. Porque para cuando el malestar espiritual nos impide llevar una existencia productiva, los efectos que el mismo ha causado sobre nosotros son de una importancia tal que la recuperación puede ser un proceso inacabable cuya dureza muy pocos comprenden y para el que no hay medicamentos milagrosos: ningún laboratorio fabrica paracetamoles, ni ibuprofenos, ni antibióticos capaces de quitarte la pena en un par de horas, o en tres semanas si me apuran. Pero existe, sin embargo, en general, una gran falta de comprensión por parte del entorno, que pierde rápidamente la paciencia cuando el enfermo no es capaz, al cabo de cierto tiempo, de ir por las calles brincando y bailando como Gene Kelly en “Singing in the rain”

Y es que el dolor del alma es un trance amargo que con nadie se puede compartir; un camino espinoso y retorcido que a veces cuesta meses, años incluso, recorrer; una herida profunda y purulenta que se resiente y vuelve a sangrar a cada golpe, de forma que a veces nunca termina de cerrarse.

¡Ay! Cómo me gustaría a mí que inventasen una pastilla que borrase los pesares de una sola toma… O en su defecto, un sistema que permitiera compartir el dolor, transfundirlo parcialmente a otras personas que así lo solicitaran, y aligerar la carga que lastra los pasos de nuestros seres queridos. Porque si es duro el sufrimiento propio, al menos tiene la ventaja de que conocemos su entidad, puesto que somos nosotros quienes lo soportamos… Pero… ¡ay cuando sabemos del padecimiento de aquéllos a quienes queremos y nada podemos hacer para aliviarlo! Porque en esos momentos la impotencia se apodera de nosotros. Y nos sentimos inútiles e insignificantes, torpes ayudantes sin formación alguna, como el aprendiz que va de un lado a otro sin saber qué hacer y contemplando el ajetreo de los otros, desubicado y solitario.

Como un reloj de arena en medio del desierto.

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 15 de noviembre de 2014



ZOE

Ella se llama Zoe, que significa “vida”. Nació hace un par de días y es muy chiquitita. Ya sé que eso no le importa a casi nadie… quiero decir que su llegada al mundo no va a arreglar la crisis, ni va a frenar el cambio climático, ni va a acabar con el hambre en el África… Pero yo estoy muy contenta porque es un milagrito. Y me gusta que de vez en cuando sucedan milagritos a mi alrededor, o sea cosas que me ensanchan el alma y que me hacen sentir que a lo mejor (y sólo a lo mejor, no se me emocionen), todavía queda una esperanza para la humanidad: no esa humanidad capaz de reventar colegios a bombazos, o de degollar al primero que se le pone a tiro, o de apropiarse de lo que no le pertenece...
No: hablo de MI humanidad, que es la humanidad centrada en trabajar por los que la rodean. Pero de verdad y con la boca grande. Y sin cacarearlo para que se entere todo el mundo. De esas gentes que, por ejemplo, se encierran en laboratorios, y van llenando de líquidos prodigiosos sus tubos de ensayo, como si fueran brujas, y luego los observan con cuidado, y hacen pruebas a ver qué es lo que pasa, y descubren cosas que pueden curar enfermedades que eran incurables. O remedios que consiguen hacer posible lo imposible.

Como ella. Zoe. Que era imposible. Pero a sus padres les pasó como a los músicos del Rock and Ríos, que no se lo creyeron. Y siguieron ahí, erre que erre, sin perder la esperanza, infatigables y cabezones los dos como ellos solos.

Y ahí está ella. Al fin. Chiquitita e igualita que su madre. Y es por eso que estos días estoy tan contenta que ni pongo la radio. No vaya ser que escuche alguna noticia que me haga aterrizar de golpe, recordándome que todavía sigue existiendo esa OTRA humanidad: La cutre. La chunga.

La que no me gusta.

#SafeCreative Mina Cb

Nota de la autora: Cuando Miguel Ríos se planteó la grabación de un doble LP en directo, su idea era utópica. Le dijeron que no saldría bien. Testarudo como era, eligió un buen equipo de músicos y se puso a ello. El disco fue un bombazo. Un éxito memorable. En una de las carpetas de papel que envuelven los vinilos del mítico “Rock and Ríos”, se puede leer la siguiente frase:
“Lo hicieron porque no sabían que era imposible”

viernes, 14 de noviembre de 2014



PETER PAN

Clavado al corazón te llevo ahora:
una espina horadando mis latidos…
Una sombra cosida a mis zapatos,
un Peter Pan perverso y huidizo.

Aún descansa, plegada, en el armario
la invisible presencia de ese abrigo
oscuro y anticuado, que dejaste
colgando entre el color de mis vestidos.

Caminas a mi lado, mudo y sordo,
remoto, intermitente, desteñido:
polvo en el aire, chispas amarillas...
Una estrella en el cielo del olvido.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 13 de noviembre de 2014



ESCRIBIR

El otro día, viendo una exposición de Carlos López, me di cuenta de que la literatura es la disciplina de los vagos. Quiero decir de quienes practicamos la ley del mínimo esfuerzo. Y es que al contemplar aquellas composiciones plasmadas sobre tablas cuidadosamente preparadas por medio de a saber qué técnicas (pura alquimia para mí), yo ya me sentía exhausta. Me veía a mí misma en el salón de casa, con la madera sobre una sábana extendida en el suelo, la tierra, las telas, las colas, los botes de pintura… y el gato tras de mí, ronroneando y escondiéndome las brochas, y la olla encendida, y el guasáp zumbando sin parar, y la lavadora puesta, y toda la casa apestando a disolvente, y el tresillo hecho unos zorros, y los trapos empapados de aguarrás, y las paletas esparcidas por el piso, y la vecina del tercero llamando al timbre para darme un trozo de bizcocho, y el reloj a lo suyo, la alarma sonando y anunciando la hora de salir rumbo al trabajo, y yo plegando el chiringuito a toda prisa, así como los negros del top manta, zas, zas, un tirón de los cuatro cabos de la sábana y a tomar por saco los barnices y pigmentos, todo sobre el lienzo, creación a lo Jackson Pollock pero en bardenero zafio, y luego llegar por la noche a casa, echarse a dormir y despertarse con un colocón histórico y un dolor de cabeza del quince a causa del olor de tanto tinte y tanto ungüento. Y me dije a mi misma que no, que lo mío es sentarme cómodamente ante el teclado con una cervecita y dejar que fluyan los demonios, en plan tranqui tronco, y no ese sindiós de llenar la casa de cacharros, y de pegarse horas maquinando la composición con que vamos a ocupar el lienzo sin que nos sobre ni nos falte sitio, que en la cabeza queda tan bonita y, sin embargo, luego ante la tabla te sale una patochada que te rilas Petronila… Y es que a cada cual lo suyo… Que no estoy yo hecha para esfumatos ni para acuarelas, que dan mucho trabajo y lo dejan todo hecho un asco. Eso o te pillas un estudio coquetón, bañado de luz y carísimo en un barrio bohemio, y te pegas allí las horas, esnifando barniz y dándole al pincel y a la paleta mientras en casa esperan la olla, el gato, el tresillo y la alfombra persa. Y el guasáp.

Lo dicho.
Zapatero a tus zapatos.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen:Taller del pintor Carlos López Gonzalez

miércoles, 12 de noviembre de 2014



COMO A TI MISMA

La estancia en penumbra dibujaba sus formas en azul; una silueta danzarina en el silencio: sus cabellos sueltos y ondulados cubriéndole el rostro parcialmente, la sonrisa traviesa y esos hoyuelos que tanto le gustaban; el cuello corto y fuerte, musculoso como el resto de su anatomía, los hombros huesudos y algo caídos, como una percha un tanto deformada… pero hermosos, de suave terciopelo. Los rozó suavemente, las yemas de los dedos deslizándose sin prisa hacia la curva línea de sus pechos, las rojas aureolas, los pezones enhiestos que pellizcó con las uñas, como a ella le gustaba hasta que se pusieron duros como dos garbanzos… y el descenso perezoso hacia su pubis, el índice apuntando hacia la línea recta que surcaba el tronco, incitante, sin llegar a tocarla, haciéndose sentir a través del fino vello que se erizaba al leve contacto de la yema, recreándose en torno a los pliegues del ombligo, sacudiéndola por dentro, un hondo suspiro que la hizo cerrar los ojos y arquear la espalda… Y al fin el destino, la zona prohibida, la maraña velluda y sonrosada entre la que los dedos se enredaron, juguetones, en busca de los húmedos labios que salían a su encuentro, ya encendidos de gozo y de ansiedad, lúbricos y expectantes, ardiente savia en una flor abierta y colorida, famélica, ganosa, ya caníbal, que atraía los dedos hacia su piel, suave y resbaladiza, confortable y fragante, invitándolos con su dulce ronroneo a deslizarse, trazando círculos, bailando, recreándose en el acto de amasarla, de embadurnarse con sus jugos para luego resbalar sobre los mismos e introducirse en ella, empapados y dulces como azúcar quemado y hacerla, poco a poco, perder la compostura y los sentidos, y encorvarse y gemir, y tensarse lo mismo que las palas de un arco, rígida y ya entregada por completo, un sollozo larguísimo y ahogado tras el que su sexo estalló, y se abrió, y se derramó sobre sí mismo, y el cuerpo se envaró hasta quebrarse casi antes de hacerse marioneta, y desplomarse inanimado, lánguido, vacío… una muñeca rota y agotada tras el juego que la miraba, satisfecha y pícara, desde la solitaria imagen del espejo.

#SafeCreative Mina Cb
Fotografía de Ouka Leele

martes, 11 de noviembre de 2014



TÓCALA OTRA VEZ…

Desgranaba con lánguida desgana las notas pasando sus finos dedos sobre las ajadas teclas del desafinado piano, consciente de que nadie le prestaba la más mínima atención. Lo miró y el quedó al instante preso de sus felinos ojos verdes, ojos de mar sereno y transparente, de mar en calma, de dulce mirador desde el que contemplar el fondo salpicado de algas frescas y lozanas, nada que ver con esos grises piélagos otoñales, revueltos y densos, turbios como charcos de encrespado mercurio, tenebrosos y aciagos como abismos sin fondo.

Se dejó succionar por el esmeraldino magnetismo y se propuso rescatarla de sí misma. Y allá que fueron su vida, sus ahorros y su voluntad. Y creyó durante un tiempo que flotaba en las aguas cristalinas, dulce y pausadamente, como Ofelia pero en vivo, rodeado de espumas y nenúfares, aspirando el aroma de las flores que llegaba de la orilla… sólos los dos en medio del arroyo, dejándose arrastrar por la corriente dulce. Hasta que nada quedó ni en sus bolsillos ni en el banco. Y una mañana despertó, vacíos los cajones y agostada el alma. Recorrió los tugurios más inmundos y acabó por hallarla, perlas en torno al cuello, de nuevo desgranando las notas con desgana.

Mas ya no le miró.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Fauve Artiste Peintre

lunes, 10 de noviembre de 2014



EL TIEMPO DEL VACÍO
(Tras el adiós)

Es la hora del tiempo del vacío,
de darle tiempo al tiempo,
de ese tiempo que pasa tan despacio,
de esa ardua letanía
de días sin sentido ni horizonte…

De ese adiós que se alarga,
se licúa y se expande por el piso
dibujando un reguero inacabable
de auroras turbias y de largas noches…

Ese dolor intenso y penetrante
que ensombrece las almas
y hace que el mundo entero se oscurezca…

El tiempo del vacío: tiempo al tiempo…
El solitario tiempo del olvido.

#SafeCreative Mina Cb
Fotografía de Iván Arnáiz del Bosque

domingo, 9 de noviembre de 2014



EL TEMPLO DE LA FERRALLA

Andaba yo buscando unas piezas para arreglar la persiana. Era uno de esos modelos antiguos, de lamas de madera, cuyos enganches se rompían continuamente, y “los calvos”, como un amigo mío llamaba a los dueños de la ferretería, me habían solucionado más de una vez la papeleta. Había cambiado cerchas, correas, tambores e incluso reparado ejes, que eran unos cilindros metálicos rematados por una caperuza puntiaguda y abierta que se clavaban en el tambor a martillazos y que más tarde se encajaban en las guías. Claro que para quien no distinguiera un clavo de una hembrilla eso podía ser una tarea de chinos. De hecho, yo había pasado una tarde entera buscando recambios de las piezas de marras. Y en la mayoría de los sitios me habían mirado como una marciana, me habían recomendado comprar otra persiana o, en el mejor de los casos, me había sugerido cambiar todo el tambor. Pero yo no me daba por vencida. Y decidí quemar el último cartucho:
“Si no lo encuentro en Remacha, no lo busco más”
Y es que esa fue durante años la frase más repetida por carpinteros, electricistas, fontaneros, albañiles y manitas varios. Si “los calvos” no lo tenían, no lo tenía nadie.

Y me planté en el imponente templo de la ferralla con mi pieza entre las manos.
“Quiero esto”- musité tímidamente al dependiente, los ojos hacia el suelo de tarima, temiendo lo peor.
El hombre miró el accesorio, despareció entre los pasillos y al poco vino con un eje exactamente igual, pero entero, y me explicó cómo tenía que ponerlo.
No contenta con ello, metí la mano en una bolsa que llevaba colgando del brazo, saqué una enorme pieza metálica y murmuré:
“¿Y ésto? ¿Tenéis de ésto?”
El hombre la contempló con los ojos entornados. Era una polea con soporte exterior, de las que se utilizaban para enrollar y desenrollar las correas de las persianas; esas que iban atornilladas a la pared y llevaban un rodillo que hacía que la correa pareciera el dibujo de una clave de sol. Sólo que mi pieza no era como el resto. Era demasiado antigua y se había dejado de fabricar hacía años. Y no podía ser remplazada por otra: o colocaba una idéntica o tenía que agrandar el nicho de la pared que la contenía.
Un marrón de narices, en fin.

El hombre me miró con un poco de lástima y me dijo:
“Será complicado, pero igual arriba hay algo”

¡Arriba!
El altillo de la ferretería de Remacha era como el paraíso de los bricoladores. Y yo tuve la fortuna de visitarlo. Estanterías repletas de objetos milenarios, diríase incunables, de aparatos caducos, obsoletos, olvidados…. metros y metros de baldas polvorientas atestadas de clavos, tornillos, escuadras, poleas y artefactos varios… y un suelo crujiente de madera apolillada que temblaba bajo mis pies.
Recuerdo que era sábado por la mañana y la estancia estaba inundada de luz. Deambulé por entre los corredores atónita, hipnotizada, casi olvidando lo que me había llevado hasta aquél antro. Al fin el dependiente me sacó del trance, acercándose, triunfante, con una pieza idéntica a la que yo había traído entre las manos.

Lo miré, aún presa de mi febril locura, y le pregunté, muy seria:
“Oiga… ¿no podría quedarme encerrada aquí hasta el lunes? No necesito ni comida. Me basta con mirar. Usted me deja aquí y el lunes, cuando abran, me voy a mi casa…”

El ferretero enfiló pasillo adelante, sin mediar palabra pero pesando a saber qué, y yo lo seguí, fascinada aún, casi sonámbula, la mirada suspendida de los vetustos anaqueles sobre los que descansaban montañas de adorables cachivaches…

#SafeCreative Mina Cb
Fotografía de Blanca Aldanondo Otamendi

sábado, 8 de noviembre de 2014



DECIR “TE QUIERO”

Nos acostumbramos a esconder los sentimientos, a veces por pudor y otras por haber recibido educaciones rígidas donde la crítica era un incentivo y el sentimentalismo una debilidad. Nos educaron en la competitividad y en la comparación, castigándonos cuando no hacíamos lo correcto y sin felicitarnos cuando acertábamos porque, se supone, era esa nuestra obligación. Somos hijos de una época en donde la violencia era legítima y, sin embargo, retozar en los parques estaba prohibido. Somos una generación emocionalmente castrada, incapaz de expresar el amor, el pesar o la sana alegría. Y por eso nos cuesta tanto reconocer que queremos a la novia más que a los amigos. Y por eso nos quedamos mudos como tumbas en los tanatorios. Porque nos enseñaron a gritar pero no a decir “te quiero”. Y así, cuando la emoción nos desborda, y nos traspasa, no encontramos qué decir, y nos encerramos a llorar en el lavabo, o decimos que es alergia, o damos uno de esos abrazos diplomáticos acompañados de cuatro palmaditas soltando, en el peor de los casos, el previsible y lapidario “No somos nadie”. Y acompañamos a los familiares en el sentimiento, como si en vez de a un entierro fuéramos al cine. Y los acompañamos en el sentimiento porque no tenemos el valor suficiente de decirles que los queremos, que son importantes para nosotros, que nuestra vida sin ellos sería muy distinta… Los acompañamos en el sentimiento como quien acompaña al médico a una tía viuda; con cortesía y con resignación: un protocolo absurdo, una frase que a alguien se le ocurrió en un momento dado y que todos vamos repitiendo, como bobos, hasta sobarla tanto que ya no significa nada.

Y es que cuesta trabajo sacudir el abrigo, dejar que caigan las polillas muertas y que el olor a naftalina se desvanezca hasta dejar de serlo. Cuesta olvidar los años de castigos, de gritos y de golpes de regla en los nudillos, los años de padres autoritarios e inaccesibles, los años en que todos vivimos atrapados en un corsé que nos impedía sentir con libertad.
Algunos hemos ido soltando las correas poco a poco. Otros siguen instalados en su eterno hieratismo, convencidos de que ciertos cambios son funestos para la reputación. Otros tuvieron suerte y se desprendieron hace años de esa incómoda mordaza, de esa ajustada camisa de fuerza, y ahora van repartiendo abrazos y besos a diestro y siniestro, desparramando afecto por doquier… como tomándose la revancha por todos los afectos que tuvieron que tragarse de pequeños, en ese ayer gris y lejano en que decir “te quiero” a tumba abierta y sin testigos era casi un pecado…
Además de una ñoñería inadmisible.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora

jueves, 6 de noviembre de 2014



MARAÑAS

Me siento prisionera en una trampa…
fugitiva en un bosque de mentiras.
Cabalgo entre el amor y el desconcierto
borracha de tristeza y de alegría
y a lomos de un puñado de recuerdos.

Busco desentrañar la adivinanza
de una leal traición que ahora me intriga.
Trato de revivir algo que ha muerto
y yace oculto bajo las cenizas
de algo que puede ser resentimiento.

Pregunto una y mil veces a mi alma
qué extraña maldición guarda escondida
y su respuesta es un agrio lamento,
mezcla de rabia y de melancolía…
mezcla de angustia y de remordimiento.

Y ese mensaje de desconfianza
me hace pensar que aún estoy vacía,
que aún no he llenado el hueco que aquí dentro
quedó al marcharse lo que más quería
y al alejarse lo que yo más quiero.

Pensé que tu podrías engañarla:
creí que, a lo mejor, tú lograrías
con tu dulzura que olvidara, pero
cada vez que te acercas y me miras
son sus pupilas lo único que veo.

Ya no puedo creer ni en la esperanza:
Deja que calle, y nunca más me pidas
una razón que explique mi silencio.

No pretendas que vuelva a ser la misma
porque sé que él existe….
                 …Y que le quiero

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Cathy Delanssay

miércoles, 5 de noviembre de 2014



AZUL

Pobre pájaro azul encadenado;
triste sombra turquesa entre barrotes.
Pobre cantor borracho de lisonjas
que agoniza arropado entre algodones.

Recuerdo las mañanas estivales
cuando llegabas libre, a toda prisa,
lleno el jardín de rosas y azucenas,
lleno tu corazón de amor y dicha.

Me gustaba sentirte en la ventana:
el alegre frufrú de tu aleteo
que me iba despegando suavemente
del intrigante mundo de los sueños.

Te atraparon al fin, alguien me dijo,
para encerrarte en una jaula de oro…
Y allí pasas los días azulados,
grises las alas, húmedos los ojos.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: “El pájaro azul”- E. Grossi (detalle)

lunes, 3 de noviembre de 2014



LA CIUDAD CAMALEÓN
(LONDRES)

Hay ciudades cuyo espíritu no puede ser captado por las cámaras. Ciudades donde accionar el disparador es una pérdida de tiempo, porque el espectáculo se produce a cada instante y en cada rincón. Ciudades cuya esencia se esparce por las calles, como una lluvia incesante que todo lo abarca, y que desciende sobre sus edificios y sus habitantes, y los empapa, y aún chorrea hasta llegar al suelo y deslizarse por las rejillas de saneamiento, y acabar en los canales que vierten a los ríos este sabor urbano. Hay ciudades irrepetibles y grandiosas, únicas como diamantes, espectaculares como números de magia. Hay ciudades que nos atrapan desde el mismo momento en que ponemos los pies en ellas, que nos hipnotizan con su magnetismo, con su mezcolanza, que nos fascinan con su infinita variedad, que nos mantienen con el alma en vilo, siempre a la espera de lo que pueda suceder tras las esquinas, que nos hacen sentirnos pueblerinos e ignorantes, que nos sorprenden y nos permiten crecer a una velocidad insospechada. Hay ciudades que nos enseñan nuestra historia en unas pocas lecciones. Hay ciudades que desgranan su magnificencia por doquier. Ciudades en donde los museos no son sino un leve exponente del patrimonio local, una muestra como tantas otras a las que podemos asistir en casi todos los rincones de la tierra. Ciudades donde el arte y la cultura se desparraman por los pasos de peatones, circulan en autobuses de dos plantas o se exhiben, vanguardistas e impúdicos, a través de la interminable red de túneles de metro. Hay ciudades que atrapan. Que embrujan. Que enamoran con su eclecticismo y su modernidad. Ciudades donde lo clásico y lo contemporáneo se entremezclan al tiempo que se agitan, y convierten el paisaje urbano en un desfile informal y variopinto. Ciudades crisol en donde las corrientes culturales arraigan fácilmente, en donde no es difícil imaginar un pasado reciente de melenas lacias o crestas puntiagudas. Ciudades fetiche. Ciudades camaleón. Ciudades que abren la mente sí o sí. Ciudades cuya visita debería ser asignatura obligada en los colegios. Porque sólo la visión del mestizaje y la diversidad puede engrandecernos el cerebro. Y porque todo no cabe en los libros, ni en los museos, ni en la tarjeta de memoria de una cámara de fotos.

Hay ciudades...

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Mercado de Camden Town

domingo, 2 de noviembre de 2014



TENORIO

Creíase aquél pobre casanova
que sólo con su porte, con sus trajes,
con su arrojo, su espada, su osadía,
su afectado mirar y sus modales
podría conquistar a cualquier dama
para después burlarla… y alejarse
dejándola a su zaga, convertida
en otro corazón para el arrastre…
en otro píxel, otro componente,
diminuto, anodino, miserable
de ese puzzle complejo y variopinto
de su pública lista inacabable
de damas, señoritas y doncellas
que se había pasado por el catre.

Mas le salió batracio al fin la monja
a este don Juan tan fiero y arrogante
y acabó, en una noche de difuntos,
víctima del amor y de un buen sable,
muerto al fin, uno más de los fantasmas
quemados por sus propias vanidades.

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 1 de noviembre de 2014



¿NO ES VERDAD…?

¿No es verdad, ángel de amor
que, donde esté un buen Tenorio,
que se quite este jolgorio
del Halloween transgresor?

¿No es verdad, mi bella Inés,
que con tanta calabaza
van pareciendo las plazas
el plató del “Un, dos, tres”?

¿No es verdad, hermosa mía,
que esas falsas calaveras
ni al buen Hamlet convencieran
de haber sido carne un día?

¿No es verdad, luz celestial,
que la fiesta de difuntos
no debiera ser asunto
de tan burdo carnaval?

¿No es verdad, mi amor divino?
¿No es cierto, dulce jardín
que estamos del Jalogüín
más hartos que Haro de vino?

¿No es verdad, mi amada flor?
¿No es verdad, novicia hermosa
que es realmente horrorosa
esta fiesta sin color?

Se acabó, Inés, mi reinado:
abre tu tumba a don Juan
donde al fin descansarán
nuestros versos olvidados…

#SafeCreative Mina Cb