jueves, 29 de noviembre de 2018

No hay texto alternativo automático disponible. 




ARRITMIA

Te equivocas.

Ese abrazo de hoy no venía del miedo
ni siquiera de la resignación
ante el inevitable desenlace

al que la vida
más tarde o más temprano
te ha de llevar, seguro.

Ese abrazo llegaba de muy lejos:
de un territorio ajeno
cuya existencia acaso
jamás conocerás:

Uno de esos sucesos
que alteran bruscamente
la endeble arquitectura del cerebro
y engendran el vacío
para que todo ocurra al mismo tiempo

y de ese modo

sepamos distinguir
(lo mismo que al poner en marcha el móvil
después de varios días
y encontrarnos decenas de mensajes)

lo que en verdad importa.

#SafeCreative Mina Cb
La imagen puede contener: pájaro 




EN UNA MANO

Las cosas que en verdad valen la pena
caben en una mano:

una flor,
un helado,
una cuchara,
las cosquillas,
tus dedos,
un puñado de arena,
un corazón,
un acorde,
al asa de una taza de café,
la pata de mi gato,
el mentón de mi madre,
una vela encendida,
un bolígrafo,
un libro,
un pájaro,
un pincel,
la nariz de los niños,
una carta de amor,
un caramelo,
una caricia,
el agua,
un títere,
una medicina,
la palmada en la espalda de un amigo...

Incluso la esperanza
puede encontrarse en una mano a veces.

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 28 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: una o varias personas, barba, texto y primer plano 



 Y SI NO NOS VEMOS, QUE SEA POR TU CULPA

Existe en los anuncios navideños un limbo inexplorado en el que habitan el buen gusto y la sensatez. Un limbo hermoso y entrañable como la vida misma. Realista y pragmático aunque quizá no tan comercial como se viene apreciando en los últimos años. Un limbo en el cual residimos la inmensa mayoría de los españolitos y del que parece que las grandes firmas huyen como de la peste.

Y es que, no nos engañemos, mis queridos lectorcitos: la publicidad navideña da por culo. Cada vez más y con mayor ahínco. Los spots se mueven entre el folletín y el curso de idiomas, exhibiendo formatos que a veces rayan en el patetismo en el primero de los casos y la pornografía en el segundo. Y es que en cuanto llega noviembre te tienes que sentar frente al televisor con una caja de kleenex a un lado y un a jeringa de insulina al otro. La insulina para regular los subidones de azúcar que te generan unos y los kleenex para enjugar los distintos fluidos corporales que te hacen segregar los otros. Que digo yo que tiene que haber un término medio entre el Scrooge regalando boletos de lotería premiados a una pobre chica que tiene a su padre en el hospital y los efebos y las huríes de las marcas de perfume dándose el filete en alta mar. Que no sé yo cómo el ministerio de igualdad no le mete mano al tema, porque desde que la torda de la chupa negra andaba buscando a Jacks ha llovido lo suyo y poco hemos cambiado. Claro que antes era solo eso: las tiarronas de la colonia, el fraude de los juguetes que luego no se mueven solos y el pesado del Almendro, que llegaba a cenar a última hora en Nochebuena sin que lo pillase una huelga de controladores que lo dejase tirado en el aeropuerto de Badajoz, pongo por caso y ya que tiene tanto movimiento. Pero ahora resulta que, como las nuevas tecnologías nos están deshumanizando que alucinas, pues hay que concienciar a la peña para que sea buena, y se redima ante un cliente que va a pedirte que le hagas una llave cuando estás cerrando, por ejemplo, y tú en vez de decirle que vuelva al día siguiente, te hagas el very happy, levantes de nuevo la persiana, pongas la maquinaria en marcha y le copies la llave. Porque es Navidad, oyes. Y si te niegas pues ya sabes: castigado a revivir esa jornada día tras día. Hasta que rectifiques y le regales medio décimo premiado a la chica de la llave, que está toda ojerosa porque lo mismo ha pasado la noche al sereno por tu culpa. Y si no, la del orujo: rapapolvo por no ver a los colegas... que te hacen un cálculo pitagórico y te dicen que te quedan con tu amigo quince horas. Y tú te mueres de la angustia como si le acabasen de detectar una metástasis... pero no... es un truquillo para vender licor. Y para echarte la bulla porque te pegas la vida en el whatssap.... precisamente hablando con ese amigo, ya que no podéis quedar porque él curra siempre de mañana y tú de tarde, y los fines de semana los pasa con su familia, que su mujer, la pobre, está trabajando a 100 km de aquí y solo cae por casa el finde. Pero cualquiera se despide con dos hijos en la Uni y la hipoteca.

Y es que la vida es wondwerful, lo que pasa es que nosotros no nos entermaos. Los únicos que se enteran son los del orujo, los de las colonias y los de la lotería.

El resto somos gilipollas.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

martes, 27 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: exterior 




LA TÍA DE LA VARA

Así es como me llaman.

No saben mi nombre. Ni quién soy o lo que hago. Simplemente se cruzan conmigo con frecuencia y me han puesto ese mote. Algunos me lo dicen en voz alta. Otros bromean y me hacen preguntas estúpidas. Yo a veces respondo sonriendo y otras con un gruñido, según como me pillen. Porque la verdad, es un coñazo eso de cargar sí o sí con un bastón de marcha en un terreno llano. Cada día y durante al menos una hora. Pero es lo que hay.

Al principio llevaba una navaja. Una grande, que compré en una feria y con la que fliparon los forales una vez que pasé por allí para solucionar un problemilla con un coche. Eché la riñonera a la cinta y el agente me miró: “¿Eso que lleva usted es una navaja?”. Sí- le dije. Y él me dijo que el filo era antirreglamentario porque pasaba de no sé cuánto y yo le dije que también era antirreglamentario que en un camino no lejos de allí, un tío visiblemente trastornado que solía frecuentarlo, me hubiese soltado eso de “Si tú fueras mi mujer te iba a follar hasta que te cayeses muerta”. Que, oye, todos tenemos derecho a la vida... pero que si está loco que lo encierren, que lo mismo cumple su amenaza sin mediar el desposorio y luego ni siquiera lo enchironan porque se le va la olla y yo llevaba pantalones cortos.

Pero claro, luego lo piensas, cuando un día un chorbo que te ha hecho un mal gesto desde la ventanilla de su coche y al que tú has respondido con un corte de mangas (si es que, Minina, la culpa es tuya porque siempre vas buscando guerra...) y te ha esperado en la oreja de la carretera para que vieras que giraba y se iba tras de ti y tienes que desviarte por un camino, o cuando ves que un coche con varios pavos dentro para unos metros más adelante y media vuelta pa casa... pues entonces decides que lo de la navaja no. Que si te meten en un coche estás jodida lleves lo que lleves en el bolsillo. Sobre todo si son dos tíos o más. Y que aunque sea uno solo de qué te puede servir la navaja si no sabes utilizarla. Si te bloqueas. Si resulta que la sacas y el otro te la quita y la emplea contra ti. Así que te vas a la tienda y pides un bastón de marcha. El más grande. Porque el dependiente te ha ofrecido uno de esos de nórdica, plegable y ligero. Pero tú quieres uno que se vea. De lejos. Que se adivine que vas a reventarle la cabeza al primero que se atreva a amedrentarte. Y mano de santo, oye. Eso sí, estorba lo indecible. Aunque a veces venga bien cuando hay barro o te da por hacer el cabritillo. Pero de normal es un estorbo. Así que empiezas a dejarlo en casa. Porque te confías. Y otra vez. El coche que para y que como lo mandas a la mierda te espera más adelante. Y como no lo ves te llama. Para que te enteres. Y tienes que desviarte de camino a casa para que el tordo no vea hacia dónde vas. Que igual al tío la broma le pareció de lo más graciosa, pero que yo no me reí. Ni un poco. Y ya , cuando vuelve a aparecer (porque vuelve a aparecer) te vas a los forales, y el chaval, un tío muy simpático, te dice que la próxima vez le tomes la matrícula y llames al 112, que localizan la llamada y acuden si hace falta. Claro: a mí me sale un loco en coche, llamo al 112 y el tío espera a que llegue la pasma para meterme en el vehículo y llevárseme de allí. Porque es tonto perdido. Pero lo mejor es cuando el policía te dice que igual el chico solo quiere ser tu amigo. Claro, por eso te ha preguntado si estabas casada. Y te ha dicho que ha dado la vuelta entera solo para abordarte. Porque quiere ser tu amigo. Eso es precisamente lo que hago yo con los hombres que me llaman la atención: los abordo, preguntándoles a bocajarro si están casados. O los persigo con el coche. O les digo que me los follaría hasta que se cayeran muertos.

Lo más normal del mundo, vamos.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 26 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: puente, cielo y exterior 




BARRIO

Hoy fue ayer:

Durante un breve espacio de tiempo
reviví las aceras,
los bares,
los rincones...

Han cerrado comercios y han abierto
una peluquería
en el mismo lugar en que sellaba las quinielas.

Pero siguen las mismas cortinas
que yo dejé hace años...

Aunque me sorprendió
ver la alfombrada otoñal sobre la plaza:
se me había olvidado lo hermosa que estaba en amarillo.

Por lo demás

ni un minúsculo atisbo de nostalgia...

Bendita evolución.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: José Antonio Tantos Montejo

domingo, 25 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: una o varias personas 




CHICAS FUERTES

Somos conscientes de nuestra vulnerabilidad desde el minuto cero. Desde que horadan nuestros lóbulos para dejarnos claro que hemos venido al mundo para seducir. Y que con lo que la naturaleza nos ha dado no tenemos suficiente. Que va a ser necesario que nos acicalemos para agradar al macho. Y que para ello hemos de sufrir si es necesario. Y ya, poco después, el miedo se instala en la cabeza y se hace un hueco ahí, en el subconsciente, nohagasnovayasnodigasnotetoques.... miedo, miedo y miedo. Nos enseñan a temer al hombre porque sí, porque lo es sin más, y de ese modo asumimos nuestra condición de secundarias de una forma natural, sin rebelarnos.
Como si fuera lo más normal del mundo.

Luego el tiempo pasa y la vida nos va diciendo si lo llevamos bien. Si estamos haciendo lo debido. Nos van dando señales. Ellos nos guían. Como debe ser. Y tú ya sabes si vas por buen o mal camino. Cuando los pechos crecen. Y las caderas se van redondeando. Y los chicos te dicen. Te dicen por la calle si vas bien. Si les gustas y eso. Y tú te pones hueca si te dicen cosas. Porque ese es el objetivo prioritario. Gustarles a ellos y no gustarte a ti. Por delante siempre ellos. Lo natural, en fin. Y como ya te hicieron ver desde el principio que necesitarías ayuda, a partir de los primeros dolores menstruales comienza la transformación. El maquillaje. Los tacones. La cera en las axilas. Y más tarde en las ingles, cuando seas mayor y tengas relaciones. También con miedo. Miedo al dolor de la primera vez. Miedo al embarazo. Miedo al parto. Miedo al despido si reclamas tus derechos como madre. Miedo a quedar a merced de tu pareja porque no te contraten. Miedo a que a tus hijos les pase algo. Sobre todo a las chicas. Esas chicas a las que inculcarás el miedo. El miedo al hombre. A que las acose. A que las viole. A que las ningunee. A que las muela a golpes. Miedo a la noche. A las sombras. A los pasos que resuenan por detrás. A los callejones. A los grupos de gente que se acerca. A las insinuaciones en los bares si van solas. Y luego ya miedo a los jueces. A los fiscales. A la prensa. A los políticos. El miedo como conducta. Como pauta. Como religión. El miedo. Siempre el miedo. Con lo fácil que sería educarlas en la valentía. Repetirles a cada instante que son valiosas. Que nada han de temer. Decirles eso todo el tiempo, en lugar de ponerles lazos y contarles cuentos de hadas. Convertirlas en las heroínas de su propia historia para que no se asusten. Para que sepan lo que valen y no se dejen manejar. Para que nada ni nadie les den miedo. Para que sean libres y nos hagan libres con su libertad. Y abandonen para siempre esa cárcel de rosados barrotes de la que, no nos engañemos, solo ellas mismas pueden escapar.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

sábado, 24 de noviembre de 2018

 



TENER UN DON

Creo que existe algún cortocircuito en mi cerebro para el tema del dibujo. Quiero decir que yo voy a hacer un dibujo y lo veo todo muy claro en mi cabeza, pero cuando lo llevo al papel no queda ni la mitad de bien. Y me olvido detalles. Creo que en ese camino que va desde la neurona cerebral hasta los dedos se produce, no sé, alguna interferencia tipo que la idea se tropieza con otra idea y se lían a hablar de sus cosas y ya se le va el santo al cielo... y claro, cuando llega a la mano ya no es ni sombra de lo que fue... el caso es que no consigo que mis ideas plásticas cerebrales pasen como un calco al papel... esto es, que queden exactamente igual que como las concebí. Por mucho que lo intente. Es más, estoy segura de que, si asisto a algún cursillo, no serán capaces de que mejore, al menos en lo conceptual. En lo técnico puede, pero seguiré sin poder materializar el concepto... o sea, que los dibujitos que yo tengo en la cabeza, proyectados como en una peli, nunca podrán llegar a ser como los imagino. Los animales, por ejemplo... que se me dan fatal... y mira que en la cabeza los veo divinamente... pero cuando llegan a los dedos algo se pierde por el camino y tengo que ponerles flechas con el nombre para que el destinatario los identifique... y eso no me parece ni medio normal. Como tampoco me parece de recibo oír una canción y luego no saber cantarla... que digo yo que si por las orejas me entra lo mismo que a todo el mundo a ver por qué los otros entonan y yo no. Y no hablemos ya de aparcar un coche, que ni con mil retrovisores lo haría a la primera. Y luego, cuando te bajas y pasas entre la multitud que ha contemplado el espectáculo, ves a un microbio de 18 con la L nuevecita que lo acaba de meter en un hueco minúsculo de una sola maniobra y mientras hablaba por el móvil. Y yo flipo porque quiero dibujar bien y cantar bien y conducir bien. Porque en mi cabeza todo entra como en la de los demás. Pero algo raro sucede en el camino y la información que me llega no recorre las vías adecuadas. Y ni dibujo el perro ni entono la canción ni meto el coche entre las rayas. Sin embargo aquí, delante del teclado, las cosas llegan como las tengo en la cabeza. Exactamente igual. Y luego, cuando me preguntan, digo que se trata de escribir lo que piensas. Así, sin más. Sin filtros. Y la peña me dice que no es tan sencillo como me parece y yo digo que sí, que solo hay que intentarlo. Y luego, cuando cojo otra vez la canción, o el coche, o los lápices de colores, me doy cuenta de que tienen razón. Y de que puede que no sea tan fácil. Y de que en eso precisamente debe de consistir tener un don. En que desde el cerebro hasta los dedos, hasta la garganta, hasta las líneas del parking... no haya interferencias.

Algo así debe de ser.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

viernes, 23 de noviembre de 2018

 



 LAS TRINCHERAS DEL OLVIDO

Hay lugares en los que el tiempo levantó trincheras tras las cuales el olvido, solitario y gris, se instaló de manera permanente, llenando de polvo incluso la memoria. Estancias que ayer fueron espacios en ebullición en los que las voces se mezclaban con el tableteo de las máquinas de escribir y el marcial susurro de los fax; en los que los teléfonos aullaban de continuo y las gavetas plásticas rebosaban de archivos y papeles; en los que se atendía a los clientes sin la continua interrupción del zumbido del whatsapp, y las secretarias llamaban a la puerta y las papeleras eran vaciadas a diario. Lugares que fueron y ya no serán nunca; recintos finalmente abandonados que se convirtieron en albergues de pájaros y gatos callejeros mientras los legajos se pudrían, las persianas se atrancaban, las estanterías se llenaban de mugre y la desolación se adueñaba de todos los rincones al tiempo que sus antaño moradores seguían sus vidas, ajenos a esos muros entre los cuales, un día, todo sucedió.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Jose Miguel Jiménez Arcos

jueves, 22 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: una persona, sonriendo 



PONGA (OTRA) MADRE EN SU VIDA

Sí, sí... habéis leído bien; porque aunque el refrán sostenga que madre no hay más que una, yo tengo la teoría de que existen varias. Sobre todo para aquellos que vivimos solos y un tanto descarriados. Yo, sin ir más lejos: tengo a mi madre-madre; esto es, la titular; la que me trajo al mundo, me limpió la caca y me reñía cuando llegaba tarde a casa. La que me aguantaba las pataletas cuando rompía con los novios y la que me ha echado un cable siempre que me he visto apurada. Y muchas cosas más, porque la mía es una madre de cinco tenedores y estrella Michelín.

Pero luego, aparte y como yo soy un desastre, tengo varias madres más: una que es chico y al que paso 22 años y que me arregla el móvil y el ordenador cada vez que se me desconfiguran. Y que reconozco que le pone ganas, porque aunque soy su tía me echa unas broncas dignas de madre de adolescente cuando vuelves borracha y despeinada a las seis de la mañana. Otra es una amiga que se empeña en llevarme a cenar cuando salimos de cañas y la cosa se nos va de las manos. Y no porque ella tenga hambre, sino porque sabe que yo nunca lo tengo. Otro es un amigo bastante friolero que se pega el invierno (y parte de la primavera y el otoño) diciéndome que llevo poca ropa y que me voy a acatarrar. Otra es una compañera de curro que va encontrando todo lo que pierdo (que son bastantes cosas) y que se acuerda de cambios de turno que yo hasta me he olvidado de que pedí. Y que se sabe de memoria las referencias del pan que yo no me he aprendido en años y me las chiva cuando no me acuerdo. Otra es una vecina que me regala repostería casera porque me ve delgada y sabe que me pierde el dulce. Y otro su marido, que si ve desconchados en mi balcón (soy un auténtico desastre) llega con la paleta y el cemento y me los tapa. Y pobre del que se le ocurra venir a atacarme un día a casa porque, si se diera el caso, tendría que vérselas con él. Otra es una amiga un poco bruja a la que no veo mucho pero que se huele cuando me pasa algo y aparece así como que de improviso... Bueno, de esas tengo dos ahora que lo pienso. Y mi super amiga en la distancia, que está siempre ahí, con su hombro telefónico, para aguantarme cuando el mundo se va a la mierda de verdad y ni siquiera mi madre de cinco tenedores podría comprenderme.

En fin, que no voy mal servida, creo yo.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 20 de noviembre de 2018

No hay texto alternativo automático disponible. 




MEGUSTEROS

Esto del Feisbu ya no es lo que era. Al principio éramos cuatro y lo veías todo. Y echabas muchas horas porque era novedoso. Pero ahora no. Ahora cribas y vas a lo tuyo: a lo que realmente te interesa. Y luego, con el tiempo, y sobre todo si haces algo de carácter público como es mi caso, vas agregando tanta peña que ya pierdes el control completamente. Y no sabes quién es quien, porque hay personas a las que has conocido en tal o cual evento y que realmente sí que son tridimensionales, o sea que las saludas por la calle. Pero es que esto es un mar con superpoblación en el que la mayoría de los peces van a su bola: pasada rápida por la sección de novedades y clic en lo que nos llama la atención. Y leerlo, si no es muy largo o se nos hace muy pesado. Porque en las redes, o enganchas desde la primera sílaba, o te puedes dar por muerto.
Por eso, a mí que escribo, me sorprende tanto lo de los “megusteros”, que son esos contactos a los que les gusta todo lo que publico. Todo. Da igual un poema que una foto de mi gato que un vídeo musical de la tendencia que sea que el enlace de un artículo o una noticia del periódico que una reflexión. Da lo mismo. Todo les mola. Y digo yo que o están enamorados de mí secretamente o es que no lo entiendo. A lo mejor es porque yo soy un poco dura con esto de los likes y mucho tiene que llamarme la atención la cosa, o mucho cariño tengo que tenerle al que postea, para que le dé a la tecla. Y más si ya se trata de textos largos o de vídeos de esos tipo masterdeluniverso en que una persona humana larga durante media hora. Me puede la TDH sin diagnosticar que llevo dentro, qué vamos a hacerle...

Pero a lo que iba. Que clicar a todo pasto en la página de un fotógrafo es comprensible. Pero es que yo escribo. Escribo. Y a veces cosas largas, que leerlas lleva un rato. Por eso me sorprende tanto que, por ejemplo un día de estos que he publicado el cuento de hoy, otro de la sección de recuerdos, una reflexión, el enlace del Reverte y el stended mix del “Vienna”, de Ultravox, que son siete minutos, me lleguen varias notificaciones seguidas del mismo megustero. Y flipo. Porque me digo que es imposible que en tan poco tiempo lo haya leído y escuchado todo. No me cuadra. Aunque al tiempo que sonaba el vídeo haya leído un texto. Ni aún teniendo el récord de lectura rápida le da a ningún ser humano para una proeza semejante. Y como no es una sola persona, y luego cotilleando por los muros de sus contactos he descubierto que también les gustan todas sus publicaciones, he salido a la conclusión de que existen megusteros profesionales, que se pillan el teléfono o el ordenata, entran en el Feis y van dándole al me gusta en todo lo que sale. Y luego, si les queda tiempo, van de muro en muro por si se han dejado algo.

Que me parece genial, pero yo, la verdad, prefiero irme de cañas.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 19 de noviembre de 2018

No hay texto alternativo automático disponible. 




2040: FUTURO PERFECTO


Alfredo le da a la guitarra. Se sabe todo el repertorio de Leño. Todo. Y el de Rosendo cuando el grupo desapareció. Nadie se queja porque les recuerda a su juventud. Además ahora está más contento porque hace poco llegó Luz, que había estado tocando la batería en varios de esos grupos que prometen mucho pero que nunca llegan a triunfar. Anda por ahí Elena, que toca un poco el bajo y que, como desde que la pusieron en la puta calle con 53 y no encontraba nada, se tuvo que venir aquí, ha mejorado mucho y ahora es toda una experta. Suenan bien, aunque a menudo tienen que parar. Las incontinencias, ya se sabe. Y es que el tiempo pasa para todos. Setentaycinco le cayeron hace poco a Salvador, un guitarrista gitano con alma roquera de esos que han tenido muchas vidas. Y Laura, una señora con el pelo azul que canta y que dicen que fue gruppy, le hizo un regalo inolvidable: le escribió una carta al Drogas y consiguió que viniera. Parece mentira, con lo mayor que es ese hombre y la vitalidad que tiene. Y la alegría que se llevó Salvador, que estuvo un mes llorando y tiene en la habitación la foto que Pablo, un artista del teleobjetivo que también vive aquí, le hizo con el cantante. La ha enmarcado y le pone velitas, como si fuera un altar. Cuando vienen sus hijos le riñen porque les gustaría que tuviera a Camarón, con el que llegó a tocar cuando era un moco, pero él protesta y los echa con cajas destempladas. Es raro que un calé se aleje de los suyos, pero él así lo decidió. En cuanto supo de esta idea nuestra de amontonarnos en plan asilo hippy se vino para la casa. Lo mismo que Adela, que se le metieron los hijos en el piso cuando murió su compañero y se pegaban la vida controlando si entraba o si salía. Y le montaban broncas cuando llegaba tarde. Y le emplumaban a los nietos... en fin; que no podía hacer su vida. Así que les dejó el pisito y se largó. Otro caso fue el de Íñigo, que querían internarlo en el asilo pero a él las monjas no le iban. Ni eso ni los horarios. Ni las comidas de hospital sin sal y sin sustancia. Que después de haber sobrevivido a la heroína no estaba por la labor de llenar de privaciones los últimos años que le quedaban en el mundo. De hecho, caballo no, pero maría sí consume. Hasta tiene una maceta, que para pronto le dejarían en la resi. Y la comparte, que dicen que es terapéutico. Que yo no sé si lo será, pero lo cierto es que entre el humo y la música a veces esto parece un tugurio del tubo en los ochenta... en fin, que hay tanta marcha que el día menos pensado vamos a poner una taquilla y a cobrar entrada. Y los cuadros... porque las paredes están empapeladas con las obras de María, que fue una pintora muy moderna que hasta vivió en Paris y que estuvo en activo hasta hace muy poquito. Ahora la pobre se va de la cabeza y la tenemos sentadita en un sillón, con un aparatito muy moderno que proyecta ante sí, a través de unas gafas, todos los recuerdos bonitos que almacenó en las redes sociales a lo largo de su vida. Y es que la vejez no está reñida con la tecnología. Sobre todo si nos ponemos malitos, que eso lo gestionan Merche y Santi, que fueron médica y enfermero respectivamente y que también se incorporaron hace tiempo a nuestro equipo. Y no podemos estar mejor alimentados, porque hace un mes acogimos a Marta, una ex conductora de ambulancia que hace unas croquetas que alucinas. Que a lo mejor no nos convienen mucho, como la cerveza, que hasta hemos instalado un tirador, pero que para cuatro días que nos quedan tampoco es cuestión de andar escatimando.


Al menos mientras sigamos tan estupendos como ahora.


#SafeCreative Mina Cb

sábado, 17 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: una o varias personas 




Se adivina la luz aunque es temprano
y a estas horas
hace aún frío en la calle.

Me estiro
como un gato
hasta oír el crujido de los huesos
y sentir que las puntas de los pies
se topan con el muro de las sábanas.

Sonrío para adentro:

No hay nada relevante que hacer hoy.


#SafeCreative Mina Cb

viernes, 16 de noviembre de 2018

 




SOSTENIBLE

Tiene muchos bemoles el revuelo
que ha montado el gobierno en torno al coche:
más aviones que estrellas por la noche
y el automóvil sigue a ras de suelo.

El carburante me es indiferente
si los gases resultan perniciosos,
aunque intuyo que a muchos poderosos
les importa muy poco el medio ambiente

Pero, si en los dibujos animados
y tebeos, veía, de pequeña
que a partir del dos mil, toda la peña
rularía en vehículos alados.

Y ahora, camino ya del dos mil veinte,
seguimos aún esclavos de la rueda,
del claxon, del foral, de la humareda,
de si el otro le da al intermitente...

Así que, ni gasoil, ni gasolina;
pasando treintaytrés del combustible:
yo me pido un DeLorean sostenible
que funcione con caca de gallina.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 15 de noviembre de 2018

 




HINCAR LOS CODOS

Hace bastante tiempo que no veo un recién nacido. En el hospital quiero decir. Pero la última vez iba recubierto de fundas por todas partes... en fin; no por todas: la cabeza para no herirse y los dedos de las manos para no hacerse daño en la piel con las uñas. Yo flipé ante la visión de esa especie de David el gnomo paliducho (y bastante feo, todo hay que decirlo, porque el niño en cuestión – mi sobrino por más señas- era feo de cojones al nacer... menos mal que cambió) metido en un recipiente de metacrilato y con un brazalete en plan pulsera solidaria con su nombre. Como si a unos padres les pudieran cambiar el rorró una vez que se lo han puesto en los brazos.

Pero a lo que voy: los profilactizamos desde que nacen, con tanta funda y tanta vacuna y tanta tontería, y a partir de ahí lo demás va sobre ruedas, por decirlo de algún modo. Porque desde luego que mola, y mucho, que se proteja a la infancia y que no suceda como cuando nosotros éramos pequeños, que cualquiera nos podía zurrar la badana y si se nos ocurría protestar nos teníamos que oír eso del “algo habrás hecho”, y lo mismo hasta llevarnos otro bofetón, y sin que el Carrefour, que aún no estaba en España, hubiese inventado el dos por uno. Y eso estaba muy mal. Pero también está muy mal que ahora un crío pueda pitorrearse de todo el mundo sin que nadie le tosa. Padres, profes... toda la clase adulta se halla expuesta a la tiranía que algunos peques ejercen con total impunidad. Y es que hemos perdido el norte con eso de la protección a la infancia, y entre actimeles, vacunas, ausencia de deberes, penalización de los castigos, prohibición de los cachetes y demás estamos creando una generación de chiquilicuatres que van a pasarlas canutas cuando crezcan. Porque la vida adulta, ahora más que nunca, es una selva. Y peor que va a ponerse tal y como están las cosas. Y estas tiernas criaturitas a las que preservamos de todo, a las que hacemos adictas al Dalsy y a los nebulizadores desde que no levantan tres palmos del suelo y que acaban pareciendo figuras de Lladró, van a ser las que habiten en el futuro este planeta loco. Y las que nos limpien el culo en el asilo y nos paguen la pensión. Y lo que tendríamos que hacer con ellos, por tanto, es prepararlos para este mundo cainita; no enseñándoles a ser unos hijos de Satanás, que no se trata de eso, sino inculcándoles la cultura del esfuerzo y la superación, que no la competitividad salvaje. Pero no; en lugar de eso vamos hacia lo contrario: les quitamos cargas para que no sufran, los pobrecillos, y no se estresen, que ser niño es una labor muy dura y más si tus papás no tienen para llevarte a Eurodisney porque cobran una mierda. Y precisamente por eso, para que no se frustren, es por lo que este gobierno que nos ha tocado en suerte pretende que les aprueben el Bachiller sin que tengan que pasar la camisa, como hicimos nosotros, y se partan los cuernos lidiando con las mates, o con cualquiera que sea su bestia parda en el ring educativo. Y que lleguen a la Uni sin tener ni puta idea de lo que es el logaritmo de Euclides, que es más o menos lo que me pasa a mí pero con la diferencia de que yo soy cajera de súper. Y estos lo mismo llegan a astronautas. O que escriban “ola ke ases ” y lleguen a abogados y luego el juez se parta la caja leyendo sus informes.

… A no ser que él también escriba así.

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 14 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: texto 




EN COLORES

Pinto en colores cada amanecer.

No importa si no hay sol
o si la lluvia
cae con violencia.

Yo me invento la luz
y la dibujo

y así

mantengo a raya al desencanto.


#SafeCreative Mina Cb

lunes, 12 de noviembre de 2018

 



Confieso
que hubo un momento en que tomé conciencia
de haber desperdiciado parte de mi vida.

Fue ese instante en que
(como ya dijo la gran Begoña Abad)
supe de la existencia de mis alas

y decidí volar.

Y confieso, además, que solo a veces
lamento no haber descubierto mucho antes
ese talento mío de ser libre...

Aunque luego lo piense un poco más
y en vez de lamentarme

dé la definición de aprendizaje a lo que otros

llaman perder el tiempo.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 11 de noviembre de 2018

 




ESENCIA DE MUJER

Acabo de enterarme de un negocio mucho mejor que que te toque el Gordo. Que la jubilación anticipada. Que echarse un novio rico... Y es que el otro día me dijo una amiga que hay sujetos que llegan a pagar hasta 200 € por unas bragas usadas. Y que cuanto más usadas estén y más variados hayan sido los usos más se cotizan. En fin... lo que poéticamente vendría siendo lencería con esencia de mujer. Así que yo, que parece que tengo imán para los locos y/o los pervertidos he decidido que me voy a lanzar a la aventura. Voy a abrirme un perfil falso con una foto trucada en plan hembra neumática y en cuanto los tíos empiecen a hacer cola venderé mi lencería a precio de oro. Mientras tanto, claro está, me iré al Eroski o a algún sitio de esos baratillos, y me haré con un buen surtido bragueril. Porque, por lo que veo en internet, no hace falta fundirse un pastizal en prendas en plan Victoria Secret. De hecho, he visto bragas que más parecen de niña que de zorriputi. Lo importante, según mi escaso entendimiento, es echarle imaginación al tema: buen montaje fotográfico y una ocurrente descripción del proceso de formación de los manchurrones (lo que viene siendo un making off, que dicen los modernos), con mucho dato escatológico y mucho diminutivo calientapollas y ya está: con un paquete de esos de seis unidades de los hiper, un mínimo de habilidad photoshopera y algo de culturilla pornográfica para redactar un texto sugerente te sacas, por lo menos, 30 napos por culote. Y eso de debutante, porque ya cuando vas pillándole el tranquillo y te vas haciendo un nombre flipas de la pasta que puedes conseguir. Y libre de impuestos además, que a ver cómo justifica el comprador ante su legítima (una buena parte tiene pareja formal) que se ha fundido los euros en lencería usada. Y aún encima de una desconocida con la que ha contactado por la red y a la que ha dado su dirección para el tema del envío. Que esa es otra: lo del envío. Claro que por partes: yo primero al centro comercial a por materia prima y luego lo siguiente: actividades varias y bien de olor y mugre. Que lo mismo hasta se las refroto al gato. Y después las afotos, el texto y a la red. Y un alias sugerente al tiempo que sesudo, que no en vano una es un tanto intelectual. Nada de Minina, que me pueden calar y no me molaría... algo en plan “Moja tu pluma en mi tintero”, que suena como intelectualoide. Y desde luego dejar muy claro que una tiene una edad, que me he dado cuenta de que ese factor a determinados tíos les pone muy verracos. Y guardar las bragas en una bolsa hermética, que si no me va a oler el piso como “La casa del bacalao” y mis amigos normales no querrán venir a verme. Y es importante que vengan para dar pedigrí a la lencería... a ver si no. Las iré guardando en un lugar discreto y luego ya me podré con la logística. A ver si encuentro un mensajero que me lo haga en plan pirata, que tampoco es cuestión de mandar al guano mi reputación, y le invito a cambio, no sé yo, a contribuir al negocio de la forma que él considere más estimulante. Y luego, con el tiempo y ya bien rodada en estos menesteres, a lo mejor me compro una maquinita de esas que envasan al vacío y así, según me quito la prenda, la enfilmo, escribo de puño y letra un texto calentorro, la sello bien sellada y al furgón, con todas sus cualidades organolépticas intactas, como le gusta a la clientela.

De oro me voy a hacer

(antes de que las feromonas se me acaben)

#SafeCreative Mina Cb

tag

sábado, 10 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: una o varias personas y gafas de sol 



DIÁLOGOS DE BESUGOS

Debo de estar haciéndome mayor porque cada vez me da más pereza discutir.

Con lo que me gustaba. Pero ahora no hay manera, oye... aunque me lo pongan a huevo. Aunque el tema sea el machismo, que me cabrea tanto. O las aperturas en festivo, que aún me cabrean más. Paso. Para qué, me digo. Sobre todo cuando el interlocutor es de los que van pidiendo guerra. Provocando. Tocando la moral. Buscando enemistarse. Con lo bonito que es quererse y respetar al otro y no andar por ahí tocando las narices a la peña.

Así que yo me abstengo. Me hago el longuis. Ni me inmuto. En cuanto intuyo que la persona busca gresca empiezo a echar balones fuera y a otra cosa mariposa. O me quito de enmedio si insiste en seguir con la batalla. Le digo que yo no. Que yo ya no. Que eso era antes, cuando iba de Agustina de Aragón y me creía en posesión de la verdad. A los veinte años, que montaba unas tanganas de cágate lorito. Pero es que ahora ya dudo hasta de mi misma mismidad. Como para no dudar del resto. Y como para ponerme a defender mis argumentos y arriesgarme a que me pillen con el culo al aire. Al escarnio y la mofa. A tener que pasar por el vergonzoso trance de retractarme. Que no, que no... que ya no tengo edad ni ganas. Y que a estas alturas lo único que sacas es que te suban las tasas de algo malo. Que la salud ya no va estando para grandes sobresaltos. Así que yo me estoy volviendo un poco como aquel del chiste ese de miraquenoquierodiscutir, y el otro puesyosí, y el primero puesvale.

Y media vuelta.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 9 de noviembre de 2018

 




VERANO DEL DIECIOCHO

Sé que habrá

quien haya hecho un crucero,
quien se haya sumergido en aguas cristalinas,
quien haya visitado territorios
que yo no sé ubicar en un globo terráqueo,

quien haya podido,
al fin,
llevar a cabo el viaje de sus sueños,
aquél que uno planea durante muchos años
sin saber bien si un día
el tiempo y el dinero harán posible
que se haga realidad.

Yo, en cambio,

me harté de tirar piedras
y he haraganeado hasta el escándalo,

he compuesto sonetos con las iniciales del nombre de las aves,
he salvado culebras
y perseguido ranas,

me he dejado envolver por la ephemeras
(esos curiosos lepidópteros que tan solo viven unas horas
y que de niña me daban tanto repelús)
y he salido de noche y con linterna
tras el esquivo rastro de un castor,

he aprendido algo más sobre las nubes
y he andado por caminos alfombrados
con mariposas azules que alzaban el vuelo a mi llegada,

se posó una libélula en mi mano,
me emborraché por beber cerveza demasiado deprisa
tras un paseo al sol,

resbalé y me caí,
me hundí en el barro,

salí de vermut con un vencejo,
rescaté a un murciélago
que murió al poco rato

y apenas escribí.

En fin... que he conocido
veranos más fructíferos.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 8 de noviembre de 2018

No hay texto alternativo automático disponible. 




BAJO CONTROL

Hace unos cuantos años, durante la celebración de la Expo del Agua de Zaragoza, tuve mis más y mis menos con la organización de la misma a causa de una navaja que me fue requisada en el control de seguridad y por cuya custodia la organización pretendía cobrarme cinco euros de los de entonces. Y digo pretendía porque una reclamación en plan don Erre que Erre con carta a los medios incluida hizo justicia y al final los cinco pavos acabaron convertidos en cañas a medias con el amigo que había compartido la taquilla (un mechero, creo). Por cierto que con dicha navaja había entrado hacía algunos meses en algún museo, tal vez el del Louvre. No así en las instalaciones de la Copa América de Valencia, que me pilló currando por esas latitudes, en donde el operario, muy amablemente, me preguntó si llevaba una navaja, me pidió que la dejase en depósito bajo fianza y a la salida me devolvió el dinero y el cuchillo. Para entonces ya me habían abroncado los Forales un día que caí por las oficinas del cuartel, diciéndome que cómo podía llevar eso encima cuando el detector la dibujó en la pantallita, a lo que yo les respondí que el día en que se acaben los donjuanes que te aparecen en un camino soltándote cosas tales como “Si fueras mi mujer te iba a follar hasta que te cayeras muerta” yo dejaré mi navaja en el cajón. Y asunto concluido.

Pero a lo que voy: y es que sin ser una gran viajera he contemplado espectáculos dignos de un cabaret en el control de seguridad de un aeropuerto. Yo, sin ir más lejos, tengo una especie de imán para que me paren y me abran las maletas. Me acuerdo de una vez que viajaba con el brazo escayolado, la maleta, una mochila y los papeles de embarque colgando de la boca en plan malabarista de la pista, y un chavalillo joven, policía o algo, se me acercó, la vista baja, murmurando que tenía que someter mi escayola a una prueba para detectar la posible presencia de explosivos: “Es que está mi jefe ahí- me dijo el pobre, señalando hacia la mesa- que si es por mí no se la hago... tiene usted pinta de ser buena persona”. No debió de pensar lo mismo la señorita que, en el viaje de vuelta, me sometió a la misma prueba con expresión de bulldog. En fin... que yo soy de esas a las que hacen quitarse cosas y pasar una y mil veces por el arco. Y que si me encuentran algo pues me lo quitan y lo tiran a la papelera esa que hay junto al puesto. Que no creo que luego vaya a la basura. Al menos todo. Pero vamos, que no es asunto mío.

El caso: que ayer casi se me atraganta el polvorón del postre cuando oí lo del AVE. El AVE nada menos; el megatren ese que les compramos a los franchutes a cambio de la detención de la cúpula de ETA y que desde que existe blindaron los andenes como si fuéramos todos delincuentes. Que ni a despedir al viajero puedes ir en algunas estaciones. Colocan el control y cuando llegas ya no hay vuelta atrás. Te pones en la cola, te escanean bolso y equipaje y te hacen pasar por los arcos. Por lo que puedas haberte metido por el culo. Y eso: que pobre de ti como te pillen algo peligroso porque ya lo has visto. A la saca y se acabó. Y ayer, mira tú: un trayecto Barcelona Madrid con una presunta terrorista en el pasaje. Controlada, eso sí, porque en España si algo se nos da de muerte es eso.

Controlar.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 5 de noviembre de 2018

 




VÉRTIGO

Quiero asomarme al filo de un barranco
disfrutar de mañanas soleadas,
dibujar monigotes en tu espalda,
cantar aunque diluvie al poco rato.

Quiero ser Peter Pan y que seas Garfio
y que me hagas cosquillas con la espada
y ponerte una flor en la solapa
y reírnos hasta que se hunda el barco.

Quiero seguir viviendo sin zapatos,
sin gafas, sin mochila, sin paraguas,
sin mirar el reloj, sin cumpleaños.

Quiero no darle tregua al calendario;
echarle a este episodio tantas ganas
que ni me quede tiempo de contarlo.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 4 de noviembre de 2018

La imagen puede contener: pájaro y exterior 




MARTÍN

Pequeños charcos salpican el camino
desierto esta mañana.

La luz es insultante y el verdor
se refleja en el río que descansa
tras dos días de lluvia.

Es un sábado calmo,
templado y muy celeste,
preludio de los fríos que se acercan
de forma inevitable.

Él lo sabe muy bien,

tal vez por eso
(y porque estoy de fiesta)
ha pasado muy cerca
sus metálicas plumas coloridas
llenándome los ojos
de rutilante azul.

Se demora el invierno...

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 3 de noviembre de 2018

 




S.O.S.

Una vez más. Llevaba todo el día. Mensajes y mensajes. La estrategia de siempre. Pero hoy era distinto. Hoy no estaba tan fuerte. Hoy la ausencia pesaba. Las hormonas sin duda. Miró hacia la pantalla. Te quiero. Me muero sin ti. Una tarde de otoño. El parque. Su sonrisa. De nuevo la llamaba. Aquellas vacaciones. El modesto apartamento. Los días felices. Quería responder. Las broncas tontorronas. Los velados chantajes. Los celos sin motivo. Las lágrimas. Las dudas. El no sentirse nadie.

Y lo dejó sonar.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 1 de noviembre de 2018

 




DE DIFUNTOS

No me gustan estos muertos
que asustan a los zagales
ni me van los funerales
con sus tristísimos huertos.

No me gustan esas flores
que llevan al cementerio,
que su color es muy serio
y no alivia los dolores.

No me gusta la negrura
de la fiesta de difuntos,
que tantos lamentos juntos
tienen que ir contra natura.

Me va más la colorida
calavera mejicana
que esta tradición cristiana
de poner pena a la vida.

Que, ya que la última hora
a todos ha de llegarnos,
hemos de ser menos asnos
y pasarlo bien ahora.

#SafeCreative Mina Cb