lunes, 30 de agosto de 2021


 

TENGO UN AMIGO QUE CREE QUE LE ODIAN

O más bien dice que le miran mal. O que directamente no le miran. Que ya no le saludan los que le saludaban. Que ignoran su presencia y, cuando pasa, se comportan como si él fuera invisible y que por ello deduce que le odian. Porque comportarte con alguien como si fuera invisible cuando no le conoces es normal, pero hacerlo cuando le conoces y además, has tenido mucho trato, pues no lo es tanto. O eso al menos dice él.


Pero es que pasa una cosa que aclara un poco la cuestión, y es que mi amigo tiene un don. Un don, sí. No un don refranero de esos de don sin din campana sin badajo. No. Un don. O sea una cosa única que tan sólo él posee. Una cualidad que hace que sea mejor que los demás. Un talento innato para hacer de puta madre lo que a otros, con sus carreras y sus másters, les sale regular.


Y por eso es que creo que confunde el odio con la admiración. O con esa hermanastra suya tan malcarada que es la envidia. La envidia, sí. Que es esa característica que hace que seas incapaz de alegrarte de las cosas buenas que tienen los demás. La que hace que te joda que tu jefe se vaya de vacaciones al Caribe aunque meta un millón de horas más que tú, o que tu vecino se compre un Mercedes si tú tienes un Audi. Envidia. Pura y dura. E insana, porque la envidia sana es como los reyes magos, o sea de mentira. La envidia sana se llama admiración y es cuando lo que alguien hace te mola un huevo y piensas ojalá yo lo hiciera tan bien, pero como sabes que no puedes porque seguramente tú haces bien otra cosa, o tienes un curro superchupi, o te llevas de fábula con tu pareja después de chorrocientos años, pues disfrutas de lo que hace el otro. Y lo admiras y le deseas lo mejor. Porque lo que no sabes es que puede que a esa personita le gustaría saber hacer eso que tú haces tan bien, o tener un curro superchupi, o incluso una pareja con la que se siguiera llevando bien después de chorrocientos años. Pero le ha tocado ese don, como a otros les toca el de conducir marcha atrás durante seiscientos metros o el de saber hacer una lasaña sin incendiar el barrio. ¿Y les odian por ello? Pues no. Pero es que resulta que mi amigo es un artista.

Y los artistas siempre son un poco paranoicos.

#SafeCreative Mina Cb

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