martes, 20 de julio de 2021


 

DE PILINGUI

El otro día me compré un vestido de pilingui. Negro además, que para el pilingueo es ideal. Me llamó la atención desde el escaparate de una de esas tiendas en las que si entro estoy perdida. Lo exhibían en beige, que es un color muy de lencería puritanérrima. Y realmente no entré por él sino a mirar. Di una vuelta y, tras probarme un par de cosas, la dependienta me lo señaló.

“Este es muy de tu estilo”- me dijo. Que yo no supe si darle un beso en los morros por encontrarme en disposición al erotismo a mi edad (los jovenzanos piensan que después de los cuarenta la vida sexual se limita a un misionero dos veces al año) o por tomarme por una casquivana, que tampoco iba muy desencaminada pero no está bien que una mujer se reconozca en tal definición.

El caso es que lo miré, todo coqueto y satinado, con sus tirantes de encaje y ese escote en pico. E imaginé a mi madre, que siempre va conmigo, diciéndome eso de “Hija mía, que ganas tengo de verte vestida de persona”, y decidí atreverme, más que nada porque como soy de peinarme más bien poco me parecía apropiadísimo. Y porque mira, si se da la circunstancia de que tengo una cita de esas dudongas, en el momento crucial puedo decirle al chorbo que no se venga arriba porque eso es un camisón y no un vestido.

Y por lo tanto no pienso quitármelo para dormir.

#SafeCreative Mina Cb

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