lunes, 19 de julio de 2021


 

CHUPILUZ

Acabo la jornada del curro de acelere total y además por mi culpa. Me lié con el turno y me ha sacado de la cama una llamada telefónica, o sea que he salido disparada con una manzana en la boca, como los gorrinos en la mesa de Navidad, dejando la cama sin hacer y a los bichos sin comida, que no sé cómo la Protectora no me retira la custodia.

El caso: que me estoy cambiando mientras intercambio incidencias con mi compi, que acaba de llegar, y en esto que me suena el móvil. Que por cierto, me tiene algo mosca porque me están haciendo llamadas desde líneas-timo. Miro y es un 976, que no conozco a mucha gente en Zaragoza pero hay una clínica con la que tengo trato. O sea que descuelgo y al momento me arrepiento, porque el acento de la voz que escucho me huele a comercial.

- Buenos días, doña Inmaculada, soy de Chupiluz, su nueva compañía de suministro eléctrico ¿qué tal se encuentra?
(el “Inmaculada” ya es mal síntoma, pero si lleva el “doña” delante presagia lo peor)
- Buenos días. Bien,- le digo, guardando para mí el comentario de la adversa reacción de la segunda dosis de la vacuna, que me dejó fuera de combate todo el viernes- pero un poco liada. Es que me pilla saliendo del trabajo, de modo que le agradecería que me explique lo que quiere porque voy un poco acelerada y aún tengo el cerebro en otro sitio (en el gato muerto de inanición sobre el sofá, por ejemplo)
- Tranquila, le podemos llamar luego.
- No, mire, mejor lo solucionamos ahora. Dígame qué quiere y lo solventamos.
- Es para saber si le han llamado para efectuar el descuento que le corresponde sobre su tarifa.
- Pues no, no me han llamado, de modo que lo puede efectuar.
- ¿No le han llamado?
- No, ya se lo he dicho. Dígame si tengo que facilitarle algún dato y me lo hace efectivo.
- Lo siento pero yo no puedo. Sólo la llamaba para saber si ya la han llamado.
Empiezo a respirar hondo. La chica nada más hace su trabajo y seguro que le pagan una mierda.
- No me han llamado.
- Correcto. Pues entonces la van a llamar para validar los datos y aplicarle el descuento. ¿Cuándo le viene bien que lo hagan?
- Lo antes posible, por favor. Y así acabamos con esta pesadilla surrealística. (la segunda frase no la digo, que aún no estoy lo bastante estupefacta)
- Pues entonces la llamarán a continuación ¿De acuerdo?
- Mejor dentro de diez minutos, que iré camino de casa.
- ¿Pero no se halla usted en casa?
Respiro nuevamente. Ooooooohmmmmmmm…
- Ya le he dicho que estoy saliendo del trabajo.
- ¿Entonces cuándo desea que la llamen? (a mí la palabra “desea” me suena siempre a genio de la lámpara)
- Pues no sé… tengo que llegar a casa, hacer comida, comer… (del gato muerto no le digo nada) Qué sé yo. Las cuatro o así.
- ¿A esa hora va a estar en casa?
- Supongo.
- Tiene que confirmarme con seguridad.
A mí a estas alturas, muerta de hambre y de cansancio y bastante pendiente de lo que he dejado sin hacer al salir de estampida esta mañana, el ejercicio de la concreción se me antoja una heroicidad.
- Yo me imagino que sí. Pero me puede surgir algo y no estar. De todos modos da igual, siempre que atienda el teléfono ¿no?
- No, porque ha de comprobar usted su correo electrónico y necesitamos fijar una hora concreta.
Yo ya sólo quiero acabar este diálogo de peli de Tarantino, de modo que concluyo.
- Vale. Que llamen a las cuatro.

Son y cincuenta y ocho.

Como no llamen a en punto les pongo una reclamación.

#SafeCreative Mina Cb

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