domingo, 30 de julio de 2023


 

PAÑUELOS

Es veintinueve a mediodía. Que es casi como decir el principio del fin. Ya se han recogido los gigantes y el personal deambula, perezoso, apurando el penúltimo vermú. Se acaban mañana y en domingo y sin piedad. El lunes a la tarde mi barrio será una balsa de aceite y se podrá dormir con la ventana abierta. Los de Tudela nos habremos quedao solos y más que de cualquier manera cantaremos a media voz, enronquecidos y desafinados.

Pero hoy es hoy y aún es temprano y tengo la comida hecha. Me acodo ante la puerta del Gaitero, bajo el chorro del aire, a practicar uno de mis deportes favoritos estos días:

Mirar.

Veo caras felices, cuadrillas, familias, desperdigados como yo que no se sienten ajenos al trajín. Saludo, sonrío, converso y hasta rechazo una irresistible invitación para comer borrajas (como he apuntado anteriormente, ya tengo la comida preparada) mientras observo, como tantas veces, la familiar escena de la fiesta. Me viene a la cabeza el relato de Raquel que quedó segundo en el concurso de la Andatu, o sea qué pensaría un visitante interplanetario de todo este montaje. Y qué haría al respecto, si huir, atacarnos o pedirse un kalimotxo. Seguramente lo tercero. Reparo en algo que siempre, de puro cotidiano, me había pasado inadvertido: los pañuelos. Hay decenas, tal vez cientos de variedades. Yo hoy llevo el del paloteao del Casco viejo, pero tengo más: dos de la Andatu que gané con los concursos, uno bordado con el escudo de Tudela que me encontré donde la papelera al final de las no fiestas del 2020 y alguno más de propaganda. Y los que he regalado, que son unos cuantos. Me fijo en los modelos: los hay de peñas, de nombres propios, de cuadrillas, de bares, de negocios… y luego están los reivindicativos y los que exaltan lo territorial: veo escudos, banderas, mensajes varios… y los veo colgando de hombros que comparten grupo. Veo la diversidad impresa sobre seda roja, la necesidad intrínseca al ser humano de definirse. Son como tatuajes temporales que definen a su portador, lanzando señales a las que apenas se presta atención en estos días. Veo gentes distintas, muy distintas, compartiendo espacio y charla en una radiante mañana de sábado. Veo pluralidad, concordia y un buen rollo que flipas. Y me doy cuenta de que, en el fondo, tampoco somos tan distintos. Y de que ojalá fuéramos para todo lo demás como para lo de los pañuelos.

Porque quizá entonces no habría guerras en el mundo.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario