sábado, 14 de marzo de 2015



NUEVA YORK, 1946

No llevarían mucho tiempo juntos imagino. Y me da también la sensación de que él estaba más interesado en ella que al contrario. Lo da a entender un poco la actitud de la chica, un tanto de dejarse hacer, la espalda casi recta y la mano en el bolsillo mientras él está prácticamente inclinado sobre ella, atento y protector. Un dandy, quién sabe, buscando despertar el interés de su... última conquista. O incluso un hombre enamorado tratando de abrirse hueco en el corazón de ella por medio del amor que se desprende de sus ojos y la calidez que brota de sus manos.

Serán ya viejos, en caso de seguir con vida. Quizá siguieron juntos o tal vez se separaron al poco de ese instante en que un jovencísimo Stanley Kubrick los atrapó en su máquina de fotos. Pero esta imagen trasnochada y un tanto naïf me hace pensar que tampoco hemos cambiado tanto. Mirando la galería de fotos del enlace que aparece al pie de este escrito uno se da cuenta de que el ser humano es emoción, en lo esencial. Cambian los atuendos, los hábitos, la decoración de los vagones… Pero las escenas son idénticas a las que se pueden presenciar en cualquier metro del mundo a día de hoy. O en cualquier calle: amores, desamores, discusiones, indiferencias, recibimientos y despedidas con sus correspondientes cargas de lágrimas y besos, de anhelos y desdenes, de olvidos y esperanzas. Y lo cierto es que me consuela pensar que esas parejas de chavales que veo besuqueándose en los bancos entre guasapeo y guasapeo no me parecen tan diferentes de estos dos enamorados a los que el director de “2001” encerró para siempre en la película de su cámara hace casi siete décadas.

Y es que en cuestión de afectos, creo, nada queda ya por inventar.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen:
http://www.boredpanda.es/fotos-metro-nueva-york-1946-stanley-kubrick/

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