miércoles, 10 de agosto de 2022


 

SANDY

Una de las mejores cosas del cine es que permite que ciertas personas no envejezcan nunca. Eso y que el espectador pueda disfrutar del pequeño milagro de volver al pasado durante hora y media.
Yo lo he hecho contigo unas cuantas veces a través de esa historia alegre y cándida en que la niña cursi de buena familia mete en cintura al macarra mujeriego. Uno de esos cuentos ñoños que te deslumbran porque te pillan en la edad en que aún se cree en el amor eterno, capaz de redimir a las personas y convertir al malo en una hermanita de la caridad ¿Y por qué no, si al fin y al cabo el cine es una fábrica de sueños en la que tenemos la posibilidad me inventarnos un final feliz?

Hoy ya no estás aquí. Las personas que de verdad te amaban han iniciado una vida marcada por tu ausencia. Ya no tendrán tu presencia, ni tu sonrisa, ni el sonido de tu voz en los oídos. Será una nueva etapa para ellas, un tiempo de extrañarte, de vaciar armarios y pensar qué hacen con las cosas que te pertenecieron. Un duelo, como dicen los psicólogos, del que se irán recuperando poco a poco hasta que aprendan a vivir sin ti. Y mientras tanto, e incluso después, mucho después de eso, cuando ya hasta el último de los seres que te conocieron haya desaparecido del planeta, y sumada a otras muchas que nos divirtieron o nos emocionaron, tu sonrisa inocente seguirá brillando, seductora y amable, el pícaro gesto dibujado en el rostro vuelto hacia la cámara al tiempo que la mano dice adiós, mientras emprendes, embutida en negro, el dulce viaje hacia la eternidad.

Gracias, Olivia. No habrá otra como tú.

#SafeCreative Mina Cb

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