jueves, 4 de agosto de 2022


 

LA CASA EN EL PUEBLO
(de los autores de “Comprarse un huerto”)

Últimamente me estoy encontrando con bastante gente a la que le ha dado por sumarse a lo rural, o sea a contribuir a reactivar la España vaciada, asunto que consiste básicamente en comprar por cuatro perras una casa en ruinas en un pueblo de veinte habitantes como mucho para rehabilitarla y tener así un lugar en el que resguardarse del mundanal ruido.

Existen dos tipos de compradores de casa de pueblo:

El primero es el que, harto de los agobios y los ruidos de la gran ciudad, la quiere para utilizarla como primera vivienda y dedica todo el tiempo libre que le deja el teletrabajo a su rehabilitación, disfrutando como un loco del pico, la pala y la gaveta lo mismo que en su época urbanita disfrutaba del pádel y la cinta de correr. Son personas que creen mucho en la recuperación de las zonas despobladas, por eso cuando necesitan algo cogen el coche y se van a la ciudad más próxima o pillan lo que sea por Amazon, ya que todos sabemos que las tiendas de los pueblos pequeños son un atraco a mano armada. Estas personitas suelen ser también, por lo general, grandes anfitriones que dotan a sus viviendas de todo tipo de comodidades y les ponen muchas habitaciones en las que alojar a sus invitados, a los que acogen con frecuencia para sentirse más acompañados; porque otra cosa que tienen los pueblos pequeños es que a menudo la mitad del pueblo se lleva a matar con la otra mitad.

El segundo tipo de morador rural es el que utiliza el inmueble como segunda vivienda y, una vez que lo compra, ya no es capaz de veranear o pasar el fin de semana en otro sitio porque hay que amortizar la casa. Y así se convierte en un esclavo del ladrillo y de la pala que pasa todo su tiempo libre echando horas y dinero en el arreglo del nidito; eso sí, con el entusiasmo de quien está seguro de ir a convertir aquello es su vivienda definitiva tras la jubilación. Si tienen hijos, la cosa marcha mientras los críos son pequeños, puesto que conforme van creciendo lo de pasar las vacaciones lejos de sus amigos y en un pueblo pequeño con una conexión de mierda les hace poca gracia y comienzan los conflictos familiares, de forma del verano se convierte en una tortura para padres e hijos hasta que los segundos tienen edad de quedarse solos en la primera residencia. También este sector tira de centro comercial en la urbe más cercana y de comprar en Amazon lo que no encuentra en la aldea, o sea casi todo.

Otra cosa que tienen en común ambos grupos es el pensamiento de que las dotaciones irán llegando hasta el lugar; es decir, que esas escuelas y ambulatorios que fueron desmantelados volverán a ser abiertos y que los pueblos poco a poco se llenarán de vida. Y también en que esos servicios van a poder ser habilitados con el dinero que genera lo que consumen en la localidad y que es el resultante de lo que no compran en Amazon o en el centro comercial de la ciudad más próxima. Una tercera cosa que tienen en común todos estos paladines de lo rural es su buen estado de salud, que no sólo les permite dejarse los riñones en la rehabilitación de la vivienda, sino que además todavía los mantiene bastante alejados del temor de poder tener un problema serio que requiera una atención urgente cuando el centro de salud más próximo está a veinte kilómetros y en la carretera hay dos o tres palmos palmos de nieve.


Lo rural es cool.

#SafeCreative Mina Cb 

1 comentario:

  1. Me ha divertido mucho leerlo. Tan real como la vida misma. Qué ridículo es el urbanita del siglo XXI. Enhorabuena.

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