viernes, 26 de agosto de 2022


 

EL PRIMER SORBO

No pensabas que hacía tanto calor. Ni que ibas a llegar tan lejos. Quiero decir que te has liado a andar, o a rodar, o a correr, y de repente te has dado cuenta de que estabas en el quinto pino. Y luego hay que volver, con el sol y la fatiga a cuestas. Y en la memoria todas esas escenas de peli del desierto con Clint Eastwood y el poncho y la rodadera esa que pasa dejando un reguero de polvo tras de sí. Y al llegar lo haces. Antes incluso de ir a ducharte a casa. Quiero decir que no te puedes ni te quieres resistir. Sólo entras y la pides. Y te la sirven en su jarra helada, que será una aberración pero que les den a los panolis, con su corona de espuma y su aspecto seductor e irresistible. Y te sientas y al acercar el cristal hasta los labios notas ese primer sorbo humedeciéndote la lengua y deslizándose después por la garganta y haciendo que las células alcen los brazos y canten y bailen de alegría, como Gene Kelly después de recibir el “sí”. Y en tu cerebro, o donde sea, se desata un temporal de dopamina o de cualquiera de esas hormonas que nos hacen sentir como si nos hubieran echado el kiki del siglo. Y cierras los ojos, inclinando hacia atrás la cabeza, mientras sientes cómo desaparecen Pedro Sánchez, el Ibex 35, el polvo sobre los muebles y hasta la inflación. Y cómo en ese instante podría caer el meteorito y pillarte, feliz y plena, convencida de que el Apocalipsis llegaba en el mejor momento.

#SafeCreative Mina Cb

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