miércoles, 18 de marzo de 2020




ME PASO EL DÍA BAILANDO

A mí esto del aislamiento me ha hecho volver a los diecisiete. Y a los dieciocho... y a los veinte. 

Vamos, que he recuperado toda la discografía que tenía por ahí abandonada y cada mañana me monto un Cocorico en el salón. Que no me falta más que la bola con espejos.
Empecé con una playlist del spotify que me mandó un amigo salsero y me he ido aficionando y oye, cada día me pongo algo distinto y me organizo la sesión de baile. Una hora moviendo el esqueleto al ritmo de la minicadena, que tiene más volumen que el ordenador, sin miedo a los mirones y más a gusto que un arbusto, que si esto dura mucho, menudo tipazo se me va a quedar de darle al contoneo. Porque, quienes me conozcáis de la época de los años mozos, sabréis que yo a esto del baile le pongo mucha intensidad. Tanta que ayer me cargué una maraca y puse en fuga al gato.

No todo al mismo tiempo.

Y es que, como no me dejan salir a la calle más que para currar, que tengo un pase (no, de momento no lo vendo), algo tenía que hacer para que la energía acumulada no me convirtiera en una asesina en serie

Y no ha sido fácil, ¿eh?, que empecé casi obligada. Estaba cabreada con el mundo por no poder salir al campo y entonces fue cuando se me ocurrió. Y aunque una hora me parecía mucho le he acabado cogiendo gusto y ahora me pego media mañana haciendo el cafre y berreando con la música a mil bombas. Con la ventaja, además, de que vivo en un primero y así no se me quejan los vecinos como le pasaba a Alaska. Lo único que me preocupa es que un día pase una patrulla de polis por la calle y oigan el jolgorio y se me lleven.

De modo que si desaparezco ya sabéis: os toca organizar un crowdfunding para pagarme la fianza.

#SafeCreative Mina Cb

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