miércoles, 3 de abril de 2019




ZAPEO, LUEGO EXISTO...

Lo bueno del aburrimiento unido a la pésima programación televisiva es que una puede comprobar la evolución de la raza humana sin moverse del sofá. Pones al tele a eso de las tres y media y, mientras te ataca el soporcillo, aún te da tiempo de zapear un poco, eso sí, a buen ritmo porque si permaneces un rato en el mismo canal el proceso digestivo puede alterarse considerablemente haciendo imprescindible la visita al retrete (tuve un profe de Literatura al que le encantaba esta palabra), sobre todo si no estás acostumbrada a andar ociosa a estas horas en que los informativos ya han terminado con la precamapaña y andan dándole al monográfico del fútbol para seguir con el monográfico del tiempo y más tarde comenzar con el rosario de culebrones, reallitys y pelis de esas de mimaridomeengañamihijomepegayyosoytetrapléjicaynotengosubsidio, que tanto abundan en la programación de sobremesa. Claro que muchísimo mejor que los espacios de cotilleo, en uno de los cuales, por cierto, pude ver hace poco a Paquirrín y flipé, porque el chaval lleva un tatoo en uno de los antebrazos en el que hay algo escrito. Y largo además. Que digo yo que seguro que es un pasaje del Quijote. O alguna cita de Ortega. O de Gasset, que tanto monta. Algo de su nivel intelectual quiero decir. Que sin duda lo tiene. Por eso se le cae el pelo, porque ya no le da la sustancia gris para mantener el folículo, de tanta información que tiene que albergar en el cerebro. No lo vi en casa, que yo no veo Telecinco. En fin... en realidad nadie lo ve. Seguramente por eso aún funciona. Porque no tiene audiencia y los anunciantes no sueltan la viruta y se mantiene porque sus contertulios aparecen por la cara. Por amor al arte. Por no privar al país de su sapiencia sapientísima. Porque es una institución tan necesaria como la RAE, que ahora admite “haiga” como forma verbal. Para estar a la altura. Como la peli de Tarzán que estaba viendo, menudo documento, en color y con la peña deambulando por la selva vestida de etiqueta. Y el rey de los monos echándole la bronca a una chavala por ir a nosedónde sola. Y claro, se accidenta. Por ser mujer. Que ahí es donde una se da cuenta de la evolución. Y más si justo antes acabas de calzarte los Kill Bill que habías grabado. Dí que a renglón seguido, y mientras el porteador de turno (para más señas negro, que en esas pelis solo los blanquitos cortan el bacalao) prepara la comida, uno de los expedicionarios dice eso de “Qué buen olor 'suelta' (no 'desprende', ni 'despide', ni el más exquisito 'exhala', que también podría esperarse de una gente capaz de costearse un safari vestidos de esa guisa, sino 'suelta', así, sin anestesia) ese pescado”, una vuelve a cabrearse con el mundo y entiende lo de Telecinco, lo del “haiga” y hasta lo del tatoo de Paquirrín.

País...

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

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