martes, 27 de febrero de 2018

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RECTO Y ROSA PALO

El otro día fui a una tienda de cosas hippies a buscar un regalo para una amiga. Encontré un pañuelo muy mono y mientras lo pagaba vi, detrás del mostrador, un vestido rosa palo de verano, chulísimo, de tirantes, recto y con un volante abajo, que parecía llevar mi nombre en la etiqueta. La dependienta, muy sagaz, lo descolgó de la percha y yo lo miré extasiada, sin atreverme a preguntar el precio (las tiendas hippies suelen ser caras de cojones) y pensando que si un día me sentía deprimida me daría un homenaje.

Pero creo que no lo voy a hacer. Ni aunque mi desánimo roce el atracón de barbitúricos. Ni aunque lo rebajen hasta un límite irrisorio. Ni aunque me lo regalen en la tienda.

Y es que ese vestido tiene lo peor que para mí puede tener una prenda. Y es que está de moda. En los últimos días, y desde que en los escaparates comenzó a asomar la primavera, los vestidos de tirantes rosa palo son un virus. Una invasión. Una obsesión tenaz y omnipresente. Los venden en todas partes y de todos los diseños: clásicos, modernos, punkis, superpijos... En fin, que si me lo compro voy a ser como una oveja en medio del rebaño. Pero sin marcar, que aún es más anodino. Pero lo que es peor es que, como este año se me antoje comprarme un vestido, qué se yo, amarillo, no voy a encontrarlo. Da igual que revuelva el cielo con la tierra. O amarillo o entallado. Por no hablar de amarillo y entallado. No va a haber manera. Este verano todo va a ser recto y rosa palo. Me lo veo venir. Vamos a acabar del rosa palo más hartos que un campo de cerezos. Y lo peor no es eso. Lo peor es que el año que viene se pondrá de moda el amarillo y el ir de rosa palo se considerará de horteras. Y teñir de amarillo el rosa palo no es tarea fácil. Y menos en prendas veraniegas, donde el tejido tiene poca consistencia y como te pases un poco con al temperatura del agua la primera vez que te lo pongas y te enganches con algo te quedas como Katharine Hepburn en “La fiera de mi niña”. Pero sin el Cary Grant cubriéndote la desnuda retaguardia.

En resumidas cuentas: que si en los próximos meses te espera algún acontecimiento del que debas ser protagonista, ni se te ocurra elegir ese color. Porque vas a pasar más desapercibida que un nazareno en una convención del Ku Klux Klan. Tanto si comulgas como si te gradúas como si casas a un pariente. Y ya ni te cuento si se trata de una boda y eres tú la novia.

Porque como te descuides tu chico le acaba poniendo el anillo a su prima la lesbiana.

#SafeCreative Mina Cb

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