domingo, 11 de febrero de 2018

 


PELANAS

Tengo un dilema con mi edad y mi cabello. No sé si soy joven o vieja y no tengo muy claro qué he de hacer. Sí, porque yo veo a las mujeres de mi edad y como que no me identifico. Y me pregunto si debería replantearme el look. Claro que también me sucede con la ropa y con las compañías. Y un poco con lo desastre que soy en temas de intendencia, que tengo siempre la nevera en plan composición minimalista.

Y es que no sé si hacerme rubia, que es lo que impera, según veo, entre las damas de mi edad. Que dicen que así se ven menos las canas. Y se ahorra una un pastón en los retoques. Y luego que ya se sabe... los caballeros las prefieren rubias sin ponerse a mirar si son de frasco. Claro que yo no me veo en la tonalidad rubia-menopáusica que impera entre mi clase. Ni con la melena hasta el hombro con las puntas metidas para adentro. Yo me veo en plan rubio platino, con un mechón violeta en plena cresta. En plan gremlin cabrón pero al revés. Y tampoco con el pelo muy cortito, que siempre he pensado que hay que ser muy guapa para que te siente bien un peinado como ese. No sé... que a mí cortarme el pelo me da un poco de yuyu... tengo la sensación de que me va a pasar como a Sansón, que voy a perder el brío y mi cabeza va a terminar en un platillo. Y es que no se puede leer la Biblia, que a una le quedan unos traumas insalvables. Porque esa es otra; no la de la Biblia sino la del cortacésped de las peluqueras. Que según entras por la puerta del establecimiento ya te están soltando eso de “huuuy qué estropeáo lo llevas”... Que yo creo que a mí la mía me lo ve cuando paso por delante del local. Porque sin entrar llevo más de un año. Y cuando paso lo hago a escape, procurando que no me vea, como si fuera una proscrita en búsqueda y captura. Jolines, que hasta me siento mal cuando la saludo con la mano. Me digo, “esta estará pensando: vaya greñas... y sale así en las entrevistas en prensa, espero que no vaya diciendo por ahí que es clienta mía”.

Pero confieso que no voy porque le tengo miedo. Porque siempre me engaña. Y me acaba cortando más de lo que quiero. Y luego me dice que si fuese con más frecuencia no tendría que cortarme tanto. Pero es que si fuese con más frecuencia nunca me iba a crecer lo suficiente. Y luego esa teoría suya de que es cuestión de tiempo, y de que en cuanto llegue a la menopausia fijo que me cerceno la melena. Como todas. Y yo disimulando, poniendo mi tonito inocente y diciéndole que el agua está bien de temperatura y que no quiero ni mechas ni que me peine demasiado ni me ponga laca, que me veo rara. Y preguntándole por los chicos, que son mayores ya. Y hablándole de cualquier cosa menos de las pelambreras. Y desplegando la mejor de mis sonrisas a la hora de pagar. Y prometiéndole que si, que iré con más frecuencia. Y luego saliendo por la puerta y pensando que de eso nada monada. Que solo falta que se entere de que ya estoy menopáusica y me pille en uno de esos días de desmadres hormonales, desmadejada, influenciable y baja de autoestima...

Y adiós al pelo largo.

#SafeCreative Mina Cb

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