sábado, 6 de agosto de 2016

 


 EL ÚLTIMO BAR

Era tarde, presintió, para escapar de aquel abrazo. Había detrás del mismo un intenso recorrido de miradas y sonrisas que hacían presagiar lo peor. Que a veces es el mejor de los augurios. Deberían de haberse separado antes. Antes del último vaso. Antes de que el bar cerrase y los dejase en la puerta, embarrancados entre el acorde y la palabra, él hablando de poetas malditos y ella jugueteando con la rueda del mechero. Y al fin, ese abrazo constrictor en plena calle, ese apretón estrecho y desgarrado en el que sólo buscaban fundirse con el otro, atravesar su piel y su osamenta y sumergirse en su interior, inquisitivos y anhelantes, para beberse los cuerpos y las mentes y poder componer una balada inolvidable.

#SafeCreative Mina Cb

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