domingo, 26 de abril de 2015



VIEJOS BARRIOS

Vivo en un barrio añejo en el que la historia se detuvo hace centurias. Barrio de viejos muros barrigudos, de fachadas verdosas, de salitre y de moho.
Vivo en un barrio de esos en los que los turistas se emboban bajo los aleros. Barrio de gentes de colores varios en donde, si uno va despacio, se escuchan mil idiomas a través de las ventanas entreabiertas. Barrio de ayer difuso, de ambiguo mestizaje. Barrio de celosías y rincones que nunca se descubren por completo. Barrio de oscuridad y de silencios, de tes y botellones. Barrio bohemio y barrio suburbano. Barrio de tradiciones y raíces.
Vivo en un barrio en donde la ansiedad se detiene de noche. Y las puertas se cubren con cortinas de lona. Y la quietud se adueña de las calles estrechas. Y no hay coches que atruenen la paz con sus bocinas. Ni ruidos de sirenas. Ni nada extraordinario. Sólo el bullicio alegre de las familias sentadas a la mesa, las fiestas de emigrantes que ahogan la nostalgia en litros de cerveza, los quejíos calés al son de las guitarras… Y los niños gitanos que juegan en la calle. Vivo en un barrio de esos en los que las gentes no se adentran de noche porque piensan (incautos) que el peligro se esconde tras los rasgos que definen los rostros. Un barrio solitario, de contrastes y calma. De charla distendida a la luz de las farolas. Barrio de buenas noches. Barrio de nombres propios y caras conocidas. Barrio de andar sin miedos y sin prisas. Barrio de dulces sombras. Barrio de detenerse ante las torres imponentes de casas señoriales e imaginar a las gentes vestidas con ropas medievales acarreando cántaros de agua. Barrio que te sorprende a cada paso: un canecillo, un blasón, un arco a ras del suelo…

Vivo en un viejo barrio. Y es de noche.

#SafeCreative Mina Cb

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