jueves, 30 de abril de 2015



EL AMOR DE SUS VIDAS

Les pasó como a casi todo el mundo. Pero diferente. Porque no hay dos historias iguales. Se encontraron, se enamoraron y se lanzaron a un romance sin frenos, como los de las películas. Y les pareció que lo suyo era irrompible. Hasta que algo ocurrió y tuvieron que dejarlo. En pleno vuelo. Zas. Así. De golpe. Y empezó el camino del dolor y la añoranza. Primero del dolor. Una larga senda ennegrecida a cuyo término les esperaba la vida. La vida sin el otro. La vida a medias. Siempre pensando en lo que hubiera sido. Siempre incompletos. Vivir de prestado y amontonar besos que nunca sabían a lo mismo. Abrazos que nunca confortaban, que no llegaban a encajar las piezas que el otro dejó sin ensamblar. Hasta que al fin un día se encontraron. De frente y solos. Y libres. Libres tras haber roto en el camino unos cuantos corazones. Tras haber pasado media vida buscando al otro en el interior de los demás. Y sin hallarlo. Y no necesitaron decir nada. Simplemente se tomaron de las manos y empezaron a marchar. Al principio todo fue idílico. Lo que habían soñado. Pero el día a día, los frascos sin tapar, las facturas, la distribución de tareas, las averías del coche, las ventanas abiertas o cerradas por la noche… todas esas cosas pequeñas les fueron acercando al verdadero rostro del otro. Y tras las pequeñeces vinieron los conflictos insalvables, como la necesidad de uno de supervisar al otro, o las diferencias en cuanto al modo de administrar el dinero, o las desavenencias con amigos o familia, o esa frustración acumulada en años de vivir tan sólo a medias, de esperar el reencuentro, de no aceptar a nadie porque no era el otro. De vivencias ficticias. De añoranzas hirientes…
Y total para qué.

Tomó al fin la realidad protagonismo y decidieron separarse.
Y no volvieron a añorarse nunca más.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario