jueves, 9 de abril de 2020





BRICOLAJE


Tengo un plan fenomenal
para pasar estos días
lejos de las cofradías
y sin gastarme un real.

Y es que voy, y con el fin
de aprovechar el asueto
a darle un vuelco completo
a mi salón, que es salín

y así agrandar el espacio
para hacer de mi morada,
que ahora es un pisín de nada,
un suntuoso palacio.

He empezado por medir
el hueco donde quería
transformar la estantería
en un mueble de escribir

pero, o le paso la sierra
al primitivo escritorio
o este proyecto ilusorio
se viene todo por tierra.

Mido otra vez, que seguro
que hallo al fin la solución
pero está en medio el balcón
y me gusta el aire puro.

Voy con el metro a otro lado
para ver lo del sofá
que ahora mismo, donde está
sobresale demasiado.

Son sesentaicinco largos
y el muro tiene sesenta...
de lejos no lo aparenta.
Debí de hacerlo de encargo.

Me acomodo en un rincón
y me quedo, meditando:
“A lo mejor recortando
espacio a la habitación...”

Imposible: me respondo.
Hace falta un albañil
y si nos pillan son mil
como poco de sanción.

Luego están las conexiones
de iluminación y red...
si la pifio, mire usted...
ahora no hay reparaciones.

Y despuéeeessss.... esta pereza
que me da solo pensarlo:
vuelvo a sentarme a mirarlo.
Me va a estallar la cabeza.

Voy a buscar una tiza
y en lugar de a la alacena
voy al frigo... es una pena
como se me va la pinza.

Pero, ya que estoy allí
me sirvo una Estrella Damm
y, sin notarlo me dan
las dos: hora de engullir.

Voy de la mesa al al sillón
y en la tele echan “Ben Hur”.
Miro al mueble: 

"Tururú.
Así se queda el salón".

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Forges

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