domingo, 24 de noviembre de 2019





DE ALTA GAMA

La otra noche tuve una pesadilla terrorífica. Soñé que me había comprado un BMW de alta gama, de esos que salen por la tele deslizándose elegantemente sobre el asfalto que dibuja curvas en lo alto de un acantilado. Uno de esos automóviles de lujoso interior en los que huele a cuero y a maderas nobles y que van equipados con todo tipo de novedades tecnológicas, en plan ordenador de abordo, conexión wifi y pantalla de televisión para los ocupantes. Uno de esos vehículos con los que es imposible tener un accidente porque, en cuanto te acercas a cualquier masa, salta un dispositivo de alarma que te pone los pelos como escarpias y hace que enmiendes la maniobra de inmediato. 
Uno de esos chismes. 
Y la verdad es que el sueño fue cualquier cosa menos idílico, porque me pegué toda la noche muerta de la angustia, sin parar de escuchar el pitido avisador y sintiendo todo el tiempo cómo los objetos circundantes iban moviéndose hacia mí, independientemente de que estuvieran o no dotados de vida. A cada nuevo aviso del sistema daba un brinco en la cama, temerosa de esa primera raya que duele más que que te arranquen toda la dentadura en vivo; de ese bollo que te destroza como ser arrollada por un tanque; de esa rascada del embrague que se te clava en el corazón lo mismo que el descubrimiento de una infidelidad de tu pareja. Pasé la noche temblando y sin poder despertarme, incapaz de abandonar aquella pesadilla con olor a cuero y a maderas nobles, pensando en la factura del cambio de aceite o de neumáticos y convencida de que, ni siquiera el triste consuelo de ir a ligar más que ninguna de mis amigas, me podía compensar de la tremenda ansiedad de saberme una pésima conductora y de tener, por tanto, la certeza de que, más tarde o más temprano, ese hermoso automóvil terminaría lleno de abolladuras. 

Y me desperté con la certeza de que algunos coches nacen, no para ser disfrutados, sino para ser sufridos. 

Al menos si caen en manos de gente como yo.

#SafeCreative Mina Cb

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