martes, 19 de noviembre de 2019






ÁRBOL

Érase una vez un hombre árbol. Lo era como otros son pájaros o peces o incluso reptiles. Y era hombre porque ese fue el género que le tocó al nacer. Porque del mismo modo hay mujeres árbol, o pájaros o peces o reptiles. E incluso mujeres mariposa.
Pero a lo que iba. Que era uno de esos seres que nacen encerrados en una piel humana y que parecen personas como todas, con sus brazos y sus piernas y su nariz por la que respirar y sus orejas tras las que sujetarse el pelo. De niño hasta jugaba al balompié con sus amigos, y luego ya siendo mocito fue a las discotecas y conoció chicas y eso. Y se buscó un trabajo y madrugó y tiró la casa por la ventana en vacaciones porque eso era lo que hacía todo el mundo. Mas se sentía extraño sin saber bien por qué. Era una cosa interna, como un desasosiego que nada producía pero que estaba ahí. Eso y su irresistible inclinación hacia los árboles desde que recordaba. Su interés por ser rama y tronco y albergar a los pájaros y denudarse con la llegada del otoño y convertirse en refugio para caminantes en tardes de tormenta. Y de ese modo, conforme fue creciendo cada vez se separaba un poco más de lo real y ese agujero interno se iba haciendo más hondo y más oscuro. Hasta que sucedió y llegó ese día en que lo supo. Que él no era de este mundo y que debía volver a su lugar. Y huir y hacerse leño y hoja y estaciones y musgo y sol y amaneceres sonrosados.

Árbol al fin.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario