viernes, 8 de febrero de 2019




TABACO Y BOURBON

Imagino que envejecer significa ir perdiéndolo todo poco a poco: el oído, la vista, la movilidad, los recuerdos recientes, la pasión y, sobre todo, la presencia de aquellos que nos fueron acompañando a largo del camino. A lo mejor es por eso que, como dice Fito, los ancianos caminan encorvados porque parecen sentir la llamada de la tierra. Hace años una persona me hablaba de su madre, una nonagenaria antaño inquieta y vitalista que, en un momento dado, confesó: "Ya no me queda nadie; mi marido, mis amigos... todos están muertos. Mi cuerpo pide tierra."

Ayer vi la esquela de una centenaria. 106 años tenía la mujer cuando la muerte decidió llevársela. Una de sus nietas me hablaba a veces ella, de su lucidez y de su gusto por el bourbon y el tabaco. Había conocido tiempos duros y, pese a ello, decía mi amiga, nunca había perdido la energía. Solía pedirle que me volviese a contar ese momento en que, para navidad, cuando le preguntó que quería contestó: "Morirme" y al responderle que eso no era posible porque uno no se muere cuando quiere sino cuando le toca replicó: "Pues tráeme tabaco".

Esta misma mañana le comentaba, medio en broma medio en serio, si no le habían puesto una botellita de bourbon para el camino y ella me ha dicho:

“Vamos a incinerarla. No le hubiera gustado quemar una botella.”

#SafeCreative Mina Cb

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