miércoles, 20 de febrero de 2019




AMOR AVIAR

Cómo llegó hasta aquí es un gran misterio. Puede que el aterrizaje alguna noche de una nave espacial. O el desalojo de un extinto taller de costura. O incluso la caída desde el cielo igual que un meteorito. Que cosas muchísimo más raras han sucedido en esta granja.

El caso es que desde entonces Felipe no ha vuelto a ser el mismo. Era el rey, como dice la ranchera. El rey de reyes. No había otro en el lugar con su porte y su tronío. Las hembras se lo disputaban, desplumándose las unas a las otras y él ahí, cumplidor y dignísimo sin bajar de su atalaya de señor del corral. Hasta aquella mañana en que el objeto apareció y ya no hace otra cosa que rondarlo. Está como mohíno; apenas come, no duerme y ya nada le llama la atención. Ni la música de los Chunguitos, con lo que le gustaba. Pasa el día y la noche pegado al maniquí, y solo reacciona cuando alguien se aproxima al mismo. Lo hemos intentado todo: hasta narcotizarlo y hacer desaparecer el objeto mientras duerme, pero no hay manera; casi dejó tuerto al veterinario al intentar pincharle, menudo es él cuando saca a pasear el genio.

De modo que ahí está, como un juguete a pilas, girando en torno al torso como la tierra gira alrededor del sol. 

Pobre Felipe. Para una vez que se enamora...



Inma Benítez

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