miércoles, 30 de mayo de 2018

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EN AQUELLA CURVA…

Había cambiado mucho esa carretera desde la última vez que la recorrió. Recordaba aquella noche aciaga y tormentosa, el estrecho y sinuoso firme embarrado y el limpiaparabrisas de un lado para otro, ras-ras, abriéndose paso a duras penas entre la cortina de agua, y el resplandor de los rayos, y aquella silueta dibujada, aquella especie de fantasma azul, la pobre chica que le hizo frenar en seco al aparecer de repente en medio del camino, y todo lo que pasó después…

Ahora, sin embargo, la calzada era ancha, el firme era prácticamente nuevo y unos pilotos reflectantes marcaban claramente el límite entre las vías y los amplios arcenes, donde uno sin duda podía refugiarse en caso de ver salir un vehículo adelantando a toda velocidad en medio de la niebla, por ejemplo. Porque si bien hoy no llovía, una densa y húmeda película de calima le llevaba acompañando desde hacía varios kilómetros.

Paró a repostar y decidió tomar un café en el área de servicio. Era casi medianoche y no quedaban en el bar más que media docena de camioneros que andaban haciendo hora para cumplir con el tacógrafo. Y el camarero, que estaba más pendiente del resultado del partido de la Real que de la cafetera.
Y la chica.

Estaba sentada en un rincón, al fondo, la cabeza entre las manos y un vaso de ginebra que miraba con ansiedad y con desprecio. Llevaba el cabello suelto y enmarañado, algunos mechones pegados a las mejillas a causa de las lágrimas.

Se acercó despacio y se sentó frente a ella:

- Yo te conozco- le dijo-. Fue hace algunos años, ¿no te acuerdas?

- Fuisteis muchos- le respondió la joven, tomando el vaso entre las manos hasta colocarlo justo delante de su rostro congestionado, de forma que él la veía aún más pálida y deforme- Fuisteis muchos, y yo no puedo acordarme de todas vuestras caras. Eran otros tiempos. Estuve ahí durante décadas, vagando sin rumbo pero con un objetivo: el de salvar al menos vuestras vidas ya que no fui lo bastante sensata como para salvar la mía. Un día llegaron los topógrafos con sus trípodes y sus ordenadores y todo cambió: renovaron el firme, agrandaron las vías… y para rematar la faena la DGT decidió instalar un radar en la curva donde yo solía aparecerme…
Y fin de la leyenda.

#SafeCreative Mina Cb

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