sábado, 3 de junio de 2017

No hay texto alternativo automático disponible. 


SAURIOS

Para mí que son lagartijas a las que un atardecer se les estropeó la brújula y un vampiro les hincó el diente camino de casa. Y como llevaban tan sellado al adn lo de la luz se convirtieron en serpenteantes trepadoras en busca de un farol. Y están gorditas porque duermen más que sus parientas. Y es que tontas no son: disfrutan de la inmensidad de la noche veraniega y de la soledad de las caniculares barriadas vecinales, cuyos muros mezclan el calor acumulado con la amarilla tibiedad del alumbrado urbano, al tiempo que permanecen alejadas de las diurnas y traviesas manos infantiles, que torturan sin piedad a sus hermanas, cortándoles el rabo para ver cómo se retuercen y salen de estampida, torpes y avergonzadas como eunucos desnudos.

Juegan al escondite entre las grietas de los viejos ladrillos, desapareciendo por los poros agrandados del cemento y se escurren, invisibles un instante, tras las desgastadas aristas de las piedras que componen la carcasa de los edificios más antiguos. Contemplan a los alborotados pobladores de las terrazas conversar, beber y hasta cantar al son de las guitarras, como pasa en mi barrio, sin que el bullicio altere su reptil paseo. A veces se atrincheran, el cuerpo algo arqueado, al abrigo de un farol amarillento, y permanecen ahí durante un tiempo, como si fueran parte del paisaje. Hasta que alguien se acerca y las increpa, y entonces descomponen la postura y huyen, ágiles y titubeantes en el paso, ebrios lagartos a los que la noche embruja.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario