domingo, 18 de junio de 2017

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 CINCO AÑOS

Recuerdo que hacía bastante calor aquella tarde. Y que yo andaba un tanto mohína a causa de un romance que me había salido rana. Y que estaba un pelín harta de la Bridget de mi blog, que ya me daba pampurrias seguir tanto tiempo con la misma historia. Y que se me ocurrían muchas cosas que me apetecía escribir pero eso de ser taaan vaga hace que tenga un poco de miedo de mí misma. Por lo de la disciplina y todo eso. Pero se ve que me pudo el aburrimiento y agarré una página que había abierto hacía meses (“Dependienta polivalente”, se llamaba, y hablaba de todo lo que hay que soportar cuando se curra cara al público) y le cambié la cara. Puse de fondo la foto de unos camellos que había hecho en un atardecer en el desierto marroquí semanas antes y decidí inventarme un nombre. Mina de Inma... así me llamaba en féisbu...
No le di muchas vueltas, la verdad. Mi gata de entonces, una pantera malcarada que enseñaba las uñas a todo el que aparecía por mi casa, me lo puso en bandeja: Inma-Mina-Minina.

Y me la saqué de la tecla.

Así de tontamente. Un día de diario. Después de comer y en vez de echar la siesta. Ahora- me dije- la cosa ya va en serio. Ahora te tienes que comprometer a escribir pero de verdad... y no sólo de vez en cuando. Y sellé mi promesa anunciando que cada día publicaría una historia.

Me daba miedo quedarme sin ideas. Secarme. Agotar incluso el contenido de mis nutridas carpetas adolescentes. Y me hice, pues, con una buena colección de textos de reserva de las épocas pasadas. Por si me sorprendía el síndrome del folio en blanco y no era capaz de asumir mi compromiso.

Pero me sorprendió la vida. Y las historias, lejos de alejarse, se iban amontonando y saliendo a mi encuentro por la calle, en el trabajo... incluso en sueños. Y mi vida se convirtió en el más hermoso de los cuentos. Y esta Minina que hoy cumple cinco años hizo que mi sueño más ansiado se materializara. Y que por fin me convirtiera en escritora. O mejor aún, en cuentista, que eso sí que mola. Porque tras la pantalla escrita vinieron los encuentros con los lectores: los recitales, las quedadas, los cafés y hasta las trasnochadas indecentes... y más tarde el Club de la Rima y su entusiasmo, y Alejo y su guitarra embrujadora... y por fin el papel y tantas cosas que nunca hubiese podido imaginar.

Me dejaría a mucha gente si intentase dar las gracias a todos los que las merecen. Y es que esta Minina, que me ha terminado por robar la identidad, no ha traído a mi vida más que cosas bellas... tanto que, ahora mismo, cuando miro hacia atrás, veo a una mujer en la que no me reconozco. Y sé que el mérito no es mío sino vuestro. Yo lo único que hago es sentarme cada día ante el teclado y escribir unas palabras.

El resto es cosa vuestra.

GRACIAS

#SafeCreative Mina Cb

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