miércoles, 4 de febrero de 2015



COMO LOS RATONCITOS

Tanto escribía que a sus padres les dio miedo. Sí. Porque no veía la tele, ni salía al parque, ni jugaba a la consola. Ni comía chuches. Empleaba todo su tiempo en escribir. Pero a mano, como antes. Renegaba del ordenador y de las tablets. Y al final hasta la profesora se alarmó. Dijo que no era normal. Y la hizo ser entrevistada por el psicólogo del cole. Y luego por un terapeuta privado que cobraba un riñón por la consulta. Y que como no pudo quitarle la adicción los derivó al neurólogo. Y éste aconsejó una analítica completa. Y cuál fue la sorpresa del enfermero cuando introdujo la aguja en el brazo de la pequeña y lo que extrajo fue un líquido denso y negro. Como la tinta de los calamares del bar del hospital.
Y allí está la pobre niña. Postrada en una cama, rodeada de pantallas y con mil sondas entrando y saliendo de sus venas. En una unidad de observación. Cautiva y enclaustrada. Infeliz. Como los ratoncitos de los laboratorios, muda e inmóvil tras la mampara de aséptico cristal.

Y sin un mal bolígrafo con el que dar rienda suelta a su amargura.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora

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