lunes, 30 de diciembre de 2019





Querida mamá:

Hoy hace una semana que te fuiste y aquí estoy, recolocando piezas. Ha llegado el invierno de verdad. Hace frío y es un poco aburrido pasear entre la niebla, salvo por el martín pescador, que a veces aparece y pienso que lo mandas tú. Ayer pasé por delante de tu casa y han empezado las obras del alero del edificio de enfrente; tiene gracia, tanto reclamar y mira, las empiezan ahora, que ya no hay peligro de que te caiga una teja en la cabeza. Yo estoy bien, o eso creo... en fin, estoy bien a ratos y otros ratos no. Y los que no estoy bien o lloro o se la lío a quien menos lo merece, vaya espaldas tiene algún amigo mío, pobrecillo. Pensaba que lo iba a llevar mejor, ya sabes... Yo le digo a todo el mundo que cogiste un atajo que te libró de la peor parte del camino: el andador, la silla de ruedas y más tarde el encame hasta el final. Menudo plan, con lo que tú habías sido. Así que ya ves, tanto querer marcharte que agarraste y zas, la calle de en medio y en cuatro días se acabó. Y yo pensé que era mejor así. Mejor así que arrastrando la vida, como papá al final, aquella Nochebuena en que las dos nos abrazamos y nos echamos a llorar en plena calle mientras el Olentzero nos pasaba por delante con sus cencerros y sus campanillas porque deseábamos la muerte de papá. Y ahora mira, el mismo panorama: otra vez los abetos y las luces y el recuerdo del enorme belén de la entrada y el árbol en el rellano que da acceso al primer piso. Y la foto de papá con el puro en la mano y cubierto de serpentinas que le habían tirado los nietos por encima. Sé que es la vida mamá; que la vida es así y que cada cual escribe su parte de la historia y al acabar se va. Por eso me resulta tan fácil aceptarlo. Que no estés quiero decir. Que no estéis ya ninguno de los dos. Aunque el otro día me disgusté cuando una señora en el funeral se me acercó y me dijo que me había quedado sola. Porque yo no estoy sola. Quiero decir que no me siento sola. Porque la vida te va preparando para este momento. Para el adiós cuando ya los ciclos se han cumplido. ¿Pero sabes? Lo peor es cuando pienso en ir. A tu casa digo. A nuestra casa. A ese lugar que papá y tú construisteis para todos y del que siempre tuve llaves. Y al que siempre sabía que podía volver. Y es ahora cuando me doy cuenta del verdadero sentido de la palabra hogar. Ahora que cuando pienso en ese lugar lo imagino vacío y sé que allí ya nadie espera.

Y que no queda sitio para mí.

#SafeCreative Mina Cb

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