jueves, 10 de octubre de 2019





ASCO

Empiezo a estar convencida de que mi reino no es de este mundo porque todo me rechina. Y no puedo achacarlo a la edad, ya que siempre ha sido así. Quiero decir que siempre he sido una bocazas que decía inconveniencias cuando todo el mundo prefería callar por sensatez.
Pero es que últimamente me revienta cada vez más esta carrera desbocada que nos lleva cuesta abajo y sin frenos hacia la esclavitud. Hace unos días hablaba con un amigo de Madrid, esa villa en la que aún se puede vivir pero que dentro de poco, y a la vista de ese impresentable que tiene como alcalde, se convertirá en una urbe non stop en la que los comercios no cerrarán ni para pasar la mopa, de forma que el concepto de fin de semana se verá relegado a término de ciencia ficción. Aún, le, dije nos quedará Lisboa, esa ciudad tranquila y anticuada donde los camareros pasan a una determinada hora para preguntarte qué tal todo y así, con su presencia, hacerte ver que están a punto de cerrar.
Nos estamos volviendo vagos y egoístas; o mejor dicho, más vagos y más egoístas de lo que éramos. Y tenemos el valor de culpar a los inmigrantes de una precariedad laboral que nosotros alimentamos comprando made in China a cualquier hora y pasando nuestro tiempo de ocio en los centros comerciales... Y menos mal, porque cuando salimos al campo nos comportamos como auténticos garrulos. Incluso esos rayos de esperanza que aparecen a veces en forma de niña comprometida y activista se acaban empañando por la siniestra presencia de grandes empresas moviendo los hilos para llevarse el ascua a su sardina. Y es que desde Cousteau y Rodríguez de la Fuente hasta la militancia ecologista puede ser rentable. Ciertas ONGs malgastan el dinero de sus afiliados mientras el tercer mundo muere de enfermedades que aquí se curan con un supositorio. Y luego esos locos que gobiernan el orbe a tiro de amenaza de darle al botón y a los que, para más inri, hemos votado. Y aquí los crímenes domésticos, los curas pederastas, la pornografía infantil, los ancianos maltratados por sus cuidadores, y cada vez más gente comiendo de la olla boba y menos produciendo para mantener a flote este corral. Y en cuatro días elecciones y la derecha dividida y la izquierda dividida y el pueblo desencantado. Y estos veranos que no se acaban nunca...

Y a lo mejor resulta que sí, que nos lo merecemos. Todo: esta clase política, este sistema, este empobrecimiento cultural e ideológico... e incluso, sí, que el planeta reviente: que reviente de una puñetera vez.

Y reventar nosotros también con el planeta.

#SafeCreative Mina Cb

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