lunes, 8 de enero de 2018

No hay texto alternativo automático disponible. 



SER BUENO

Ayer pasaron los reyes de largo por mi casa. No porque sea mala, creo, sino porque este año no los invoqué. Y ahora, claro está, me tengo que enfrentar con el interrogatorio que todos los descreídos intentamos esquivar año tras año. “¿Qué te han traído los reyes?”. Y tú. “Nada”. Y se te quedan mirando, entre la lástima y la incredulidad, sin poder entender por qué asumes con tal naturalidad la ausencia de regalos y cómo es posible que no te afecte esa sensación de que nadie se acordó de ti en tan señalada fecha.

En el año que acaba de marcharse publiqué un libro, participé en algunos eventos literarios, hice un par de viajes, asistí a un puñado de conciertos, visité lugares mágicos, conocí gente extraordinaria, viví el verano más hermoso que recuerdo y hasta volé. Y todo sin haber albergado, a finales de 2016, expectativa alguna. Estando atenta y aprovechando lo que venía. Y por eso, al llegar diciembre, no quise pedir nada. Porque creo que nada ha de pedir quien todo tiene. Solo gozar y ser consciente de lo que está pasando. Y ayer a la mañana, hablando de esto con una buena amiga, reflexionaba un poco acerca de lo que significa ser buena. Ser buena de verdad, y no buena de misa y procesión. De ideología o credo. Y me he dicho a mí misma que, por mucho mal que me hayan hecho y por muchas ganas que haya tenido de vengarme en ocasiones, creo que no lo hice jamás. Y tuve medios para hundir a más de uno en la miseria. Pero pensé que para qué. Que añadir más dolor al dolor no lo mitiga sino que lo amplifica. Y fui curando mis heridas, una detrás de otra. Y echándole valor. Y aprendiendo cada vez de mis errores. Hasta que la vida, que es un libro abierto, me fue dando poco a poco la razón. Y pude ver cómo algunos de esos seres que me habían herido deliberadamente, caían presos de su egoísmo del mismo modo que un mosquito cae en la tela de una araña. Y confieso, porque soy humana, que no lo lamenté. Y que a veces incluso me alegré un poco por ello. Porque el destino hubiese tenido la dosis de maldad que a mí me falta. Y los hubiese puesto en el lugar que se merecen.

Hoy ya sé con certeza que soy buena. Y confieso que para mí ha sido una gran revelación. Porque, del mismo modo que creo en la bondad humana, también estoy convencida de que la maldad existe y habita entre nosotros. De que hay personas que hieren a los demás deliberadamente. Y que disfrutan, además, con ello. Y que se creen con derecho a hacerlo. Pero también me he dado cuenta de que su mirada brilla menos que la mía. De que su rostro es más sombrío y de que no se ríen tanto ni tan fuerte. Así que estoy contenta de ser buena. Y no porque esta circunstancia pueda hacer que vaya al cielo en caso de que exista.

Sino porque estoy convencida de que la bondad solo trae cosas buenas.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario