miércoles, 24 de enero de 2018

La imagen puede contener: planta y exterior 


LA VIDA ETERNA

En el mundo animal la muerte no es como en el nuestro. Quiero decir que se acepta como algo natural, y no se la oculta ni se la recubre, ni se la disfraza, ni se la utiliza para hacer ostentación.

Hay poca diferencia entre unas muertes y otras. Salvo el tratamiento que se dé al cadáver, poca diferencia existe. Algunos fiambres se convierten en cenizas, otros en polvo subterráneo y los más desgraciados en restos calcáreos hacinados en fosas comunes.

Pero todos morimos. Nos guste o no. Más tarde o más temprano.

Cuando uno da una vuelta por una huesera se da cuenta de lo absurdo de la ambición de infinitud. Entiende el concepto de eternidad y hasta el sentido de la vida y de la misma muerte. Que no es otro que el de la pervivencia. Pero no en forma de querubín alado, de ectoplasma travieso o de postulante a traspasar las puertas del cielo (konocking on heaven's door), sino siendo de utilidad para los que se quedan. En el caso de las reses como alimento de rapaces que embellecen el azul y limpian de malolientes vísceras el campo y en el nuestro como herencia espiritual para quienes nos suceden, cuidando del entorno y enseñando a nuestros hijos todo lo bueno que la vida nos ha llevado a atesorar. Para que este planeta sea cada día más hermoso y no al contrario. Y para que la raza humana se encamine hacia el amor y no hacia la materialidad. A veces pienso que mejor nos iría si amásemos más la tierra y permitiéramos que nuestros cuerpos, una vez inertes, fueran depositados, como en detreminadas zonas del planeta, en un lugar hermoso y ventilado para que las rapaces pudiesen dar cuenta de nosotros, en lugar de perpetuar viejos cadáveres en lúgubres recintos rodeados de altos muros y salpicados de ahusados, tupidos, tristísimos cipreses.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario