miércoles, 12 de abril de 2017

 



UNA DE ROMANOS

La mayoría de los adultos, al menos por estas latitudes de escasas alharacas procesionales, pensamos que lo mejor de la Semana Santa son las vacaciones y el cambio de hora. O volver a ver a los amigos que viven en el Quinto Pino y que, vista la crisis, en vez de largarse al extranjero como hacían antes, se vienen a pasar el puente a casa de la familia, y ya de paso alimentan esa cifra de los nosecuántos millones de desplazamientos con que el gobierno nos pone los dientes largos a todos los penitentes del mostrador cada vez que en el calendario se amontonan las cifras en rojo. O escaparse a un sitio tranquilo un par de días. O simplemente quedarse en casa, mirando desde el sofá cómo se mueven las agujas del reloj. O largarse al campo con los amigos el domingo de Resurrección y pillarse la trompa del siglo. O meter en el coche a toda la familia e ir a pasar la tarde a un centro comercial donde poder soltar a los críos para que hagan el salvaje sin que nadie pueda decirles nada porque “el cliente siempre tiene la razón”.

Pero, y que me perdonen los amigos del bombo, el capirote y la trompeta, hay algo muchísimo mejor en estas fechas que los tambores de Calanda, que el pregón del Volatín, que los lloros de los nazarenos delante de la Macarena. Algo mejor, incluso, que las torrijas, los buñuelos de pasta de almendra, los garbanzos de vigilia con pilongas e incluso las albóndigas de bacalao de mi madre:

Las pelis de romanos.

Y es que, donde estén esas legiones transitando por la Vía Apia, donde esté Julio César no haciéndoles ni puto caso a los idus de Marzo, donde esté Richard Burton besando a la Taylor, donde esté Kirk Douglas arengando a las masas con el torso desnudo, donde esté Ben Hur descendiendo al leproserío y arriesgando su salud con tal de ver aún con vida a su madre y a su hermana, donde esté el tramposo de Massala atizando el tiro de su carro, donde esté la malvada Popea arruinando la vida de MarcoVinicio, donde esté Tony Curtis en paños menores, donde esté Ursus dando muerte a un toro con sus propias manos, donde esté, si me apuran, Peter Ustinov, ridículo fantoche incapaz siquiera de morir con dignidad, metiendo en un frasco sus lágrimas mientras contempla cantando el incendio de Roma,,,

Donde esté, en fin, uno sólo de esos mitos llenando la pantalla con su torso desnudo, con su impecable dicción, con su imponente presencia, que se quiten, al menos para mí, todos y cada uno de los tristes, oscuros, siniestros nazarenos embozados.

Y es que la carne es débil… Por mucho que estemos en Cuaresma.

#SafeCreative Mina Cb

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