jueves, 2 de marzo de 2017


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ACOJONANDO, QUE ES GERUNDIO

Empiezo a estar bastante harta de que velen por mí. De que me protejan. De que me traten como si fuera de porcelana china. O tonta del culo, que es peor.

Y es que, a ver, una puede pasar doscientos pueblos de vacunas, pócimas, preparados vitamínicos, bífidus activos, preservativos y hasta cadenas en caso de ir en coche al Polo Norte. Allá cada cual con sus cadacualeces. Que si te va la aventura y no te importa quedarte colgado sin agua ni gasofa en mitad del desierto pues tú mismo. Con tu pan te lo comas y ni se te ocurra mosquearte si el móvil no tiene cobertura para llamar a tu mamá. Que seguro que te habían avisado. Y más de una vez además. Y hasta te habrían hecho firmar un documento dándote por enterado de los riesgos de la odisea en que estabas a punto de meterte.

Y eso es precisamente lo que me cabrea. Que ahora todo son coacciones. Prevenciones. Instrucciones. Acojones. Que da lo mismo que vayas a quitarte un callo que a hacerte un multitrasplante. Ahí te colocan los papeles, delante de los morros, y te ponen el bolígrafo en la mano y o firmas o ni te enseñan el termómetro. Te dan un formulario en el que te cargas a ti mismo con el muerto (y nunca mejor dicho algunas veces) de todo lo que pueda suceder y luego atraviesas los pasillos que conducen al quirófano como si en vez del usuario de un hospital fueras un reo yanki en el corredor de la muerte. Que cuando vuelves en sí de la anestesia lo primero que haces es tocarte entero y luego pedir que te traigan un espejo. A ver si te reflejas y expeles vapor al respirar. Que si no llevas ya bastante canguelo encima los papelitos de marras terminan de ponerte a cien. Y ya no hablamos solo de cosas importantes, como intervenciones quirúrgicas o temas parecidos. No. Porque resulta que la fiebre antidemanda made in USA parece haber infectado a cualquier gremio. Los tatuajes, por ejemplo: tú vas a hacerte un tatuaje por primera vez y te dan un folleto de instrucciones que parece que en vez de tatuarte te van a vender un gremlin: que si no beber, que si no mojarse, que si no esto, que si no lo otro... y el tauador te dice que no es para tanto pero, por si acaso, te coloca en la mesa el documento para que lo firmes. Y hasta que no estampas el garabato no hay dibujo. Que si luego te hace una chapuza y el delfín parece una mofeta pues a ver. Como si al cirujano le da un ataque de tos en plena rinoplastia y te deja una nariz como la de la Paz Padilla. Que luego sí, reclamas, pero hasta que te lo solucionan tienes que ir por el mundo en plan pirámide. Y luego que no te toque otro manazas que remate la faena, que esa es otra.

En fin, que visto lo visto, yo también he redactado un documento que, a partir de ahora, voy a llevar encima para defenderme. Y cada vez que alguno de estos listos me venga con prevenciones le sacaré el papel, se lo leeré en voz alta despacito y deteniéndome de vez en cuando para resolver sus dudas y, una vez ambos lo tengamos claro, se lo haré firmar a pie de página.

Para que sepa también a qué atenerse.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

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