miércoles, 19 de octubre de 2016

 


 LUCÍA
(Carta abierta a los asesinos de Lucía Pérez)

No puedo entenderlo. Francamente. No me entra en la cabeza. Por mucho que me lo intente imaginar. Por muco alcohol. O muchas drogas. O mucha ignorancia que medien en el acto. Utilizar a una mujer como un juguete. Forzarla. Sodomizarla. Penetrarla con un objeto hiriente. Producirle un dolor tal que hiciera que su corazón se detuviese. Quitarle a una chiquilla de dieciséis años las ganas de vivir. Por un capricho. Por un juego. Por un impulso animal que ni siquiera las bestias son capaces de satisfacer de esa manera.
Son muchas. Demasiadas. Muertas. Porque sí. Porque era mía. Por llevar minifalda. Por fumar droga. Por ir sola de noche. Por hacer autostop. Por coquetear con un desconocido. Siempre hay una excusa. Un móvil. Una justificación. Ser mujer es la más común de todas. Haber errado el código genético. Pertenecer al sexo débil. Ir provocando. Sonreír a quien no debe. Vestirse de tal o cual manera. Insinuarse a un hombre sin más propósito que el del antiquísimo juego de la seducción. Y a veces ni eso. Pasar por ahí. En el peor de los momentos. Cuando el macho en celo va puesto hasta las trancas y tiene que impresionar a la manada. La sucia mirada. El soez piropo. La falta de respeto. Y ese primer paso tras la presa. Y luego la carrera. Y al final la fiesta colectiva. La litrona y el coño a compartir. Que es cosa de hombres. Y el careto de sorpresa al comprobar que no respira. Y el resacón (yo no quería) del quince al día siguiente. Cuando uno sabe que le ha arrancado la vida a alguien. Decirte hijo de Satanás no sería justo. Hasta el diablo se avergonzaría de alguien como tú. Ojalá te pudras en la cárcel. Y luego en el infierno. Y que exista vida eterna para que tu padecimiento no tenga final. Y que ella lo contemple y no tenga piedad.
Del mismo modo que tú no la tuviste.

#SafeCreative Mina Cb

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