lunes, 22 de febrero de 2016



LOS SUEÑOS

Pasa con los sueños un poco como con el amor. O sea que uno los imagina brillantes y luminosos. Y piensa que cuando lleguen van a sonar violines y un castillo de fuegos artificiales se va a desplegar ante tus ojos, y el cielo va a iluminarse y te vas a ir del mundo y la vida va a cambiarte de repente.
Pero no. Llegan y ya está. En fin, no exactamente. Quiero decir que ya está porque al fin han llegado pero que luego es como cuando acabas una maratón y te dices que cagüentó, que menuda paliza y total para traspasar una línea pintada en el asfalto.
Y es que la vida es sueño. Y no porque lo dijera Calderón, sino porque de lo contrario sería una mierda. Una mierda, sí. Quiero decir si uno no soñase nada. Me da igual el qué. Tener un hijo y que te salga futbolista. Acertar un euromillón de los que no te caben las cifras en la hoja de la cartilla. Comprarte un Mercedes, aunque sea a plazos. Sacarte la carrera de Económicas a los ochentaycinco. Subir al Everest.
O ser poeta y que alguien te publique un libro.

Yo fui siempre poeta. Antes que niña. Antes que mujer. Antes que persona creo. Yo fui poeta desde el mismo instante en que empecé a pensar. Desde el momento en que mi hermana me enseñó a juntar las letras de aquellos libros de grandes iniciales, cada tarde al volver del cole, junto al inmenso ventanal de la cocina. Yo fui poeta desde ese ciego sol que se estrellaba contra las duras aristas de las lanzas, desde las mañanitas de San Juan en que el Conde Arnaldos se iba de cacería con su halcón, desde aquellas oscuras golondrinas que mi hermana me recitaba desde la otra cama, bendito y adorado Bécquer, cuando yo aún no sabía lo que era ser poeta pero no obstante soñaba con serlo.
Pero fui poeta a partir, y sobre todo, del momento en que descubrí el amor y todas las palabras que este sentimiento era capaz de arrancar de mis entrañas. Me refugié en la poesía porque ellos, los chicos a los que yo quería, siempre miraban a las chicas guapas y jamás a mí. Fui poeta para evitar quizás llegar a ser suicida. Porque yo hubiera muerto por amor mil veces de no haber existido la poesía. Fui poeta y quise pregonarlo al mundo. Pero siempre me consideré demasiado joven. O demasiado inexperta. O demasiado mediocre para serlo. Porque creía más en ellos (en mis amores) que en mí misma. Y siempre me soñé aunque nunca me atreví. Y así la vida se me fue escurriendo, verso tras verso, estrofa tras estrofa, hasta el día en que me dije que la hora había llegado. Y tomé la determinación de correr tras mi sueño y no parar hasta alcanzarlo.

Hoy ha llegado hasta mis manos mi primera obra impresa.

A partir de esta noche soñaré con la segunda.

#SafeCreative Mina Cb

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