jueves, 6 de septiembre de 2018

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YO, ME, MÍ... CON MI MANZANA

Ya sé que la peña habla maravillas de los Iphone pero yo estoy hasta el gorro del mío. Fue cosa de mi sobrino, que es un máquina en lo de las comunicaciones y me convenció de que era lo que yo necesitaba. Y es mentira, porque lo que yo de verdad necesito es que me toque la primitiva para dejar de trabajar. Pero eso no puede solucionarlo mi sobrino. De modo que me convenció: que si la comodidad, que si la memoria, que si los archivos... Y yo me lo tragué. Por hacerme la moderna más que nada. Y por no reconocer que con mi Samsung Galaxy iba que me mataba. Y aún tenía para llevarme por delante a cuatro o cinco. Así que sucumbí. Y me uní al pijerío de la manzana mordisqueada. Que ya es un mal síntoma porque de ahí vino lo de la catástrofe bíblica y el ganarás el pan con el sudor de tu frente y la mala fama que arrastramos las mujeres por culpa de la pobre Eva, que lo único que quería era quitarse el hambre. Que no sé si el Adán tendría algo de culpa. Y luego que más que la manzana digo yo que les va mejor la pera. Porque es lo que son. La pera limonera. Que la primera sorpresa te la llevas cuando lo vas a cargar y ves que toda la colección de de cargadores que tienes no te sirven. Porque Appel es así. Más chulo que un ocho. Es más, ni siquiera usa la misma clavija para todos los modelos. No. Depende del que tengas te vale una clavija u otra. Y tú te vas un día de despendole, en plan mira que yo iba a volver a casa pero me han liáo, y cuando la barrita se pone en naranja y luego en rojo y tus colegas pueden tirar de cualquier enchufe por que hay uno que lleva cargador de Android, tú te tienes que joder y no hacer fotos (infames, por cierto, puesto que la cámara es un zurrullo -la mía por lo menos-) porque la batería se te va a tomar por saco. Y quieres conservar un mínimo por si pintan bastos y hay que llamar a un taxi. O a una ambulancia, que todo puede ser.
Otra chulería parecida pero menos grave es la de los emoticonos. Que no te salen todos. Según el que te envíen te aparece un cuadrado con un interrogante y no sabes si es el que se mea de la risa o el que se caga en todos tus muertos. Así que debes deducirlo. Por el remitente y el contexto. Y teniendo en cuenta los malentendidos a los que ya de por sí induce la ambigüedad de las redes, no me sorprendería que este despropósito emoticoneril hubiera sido ya causa de algún que otro divorcio. O de un asesinato, poniéndonos en lo peor.
Y luego ya lo de las aplicaciones. Y el sistema ese de los Itunes, que a mí me recuerda a los dibujos del Correcaminos, por lo de Looney Tunes o algo así que salía al comienzo del programa. Que se me olvida la contraseña y además me lío. Y no sé si tengo que pagar o no. Así que no descargo nada. Puro pánico. Y esa manía de no admitir ciertas aplicaciones que lleva todo el mundo. Y que ellos tienen una parecida pero no la que tú quieres. Que te la venden como si fuera la mejor pero que es como comparar la Coca Cola original con la del Dia. No hay color. Y tú, que empiezas de enrollada y de moderna, acabas agachando las orejas ante tus colegas porque ni tienes la aplicación ni recibes los emoticonos. Y aún encima te quedas sin batería y no puedes descargar algunos vídeos en un ordenador que no sea Mac. Vamos, que te conviertes en una marginada. Con glamour, eso si, porque el aparato vale un huevo, pero marginada. Una paria de la telefonía que no encuentra su sitio ni en el whatsapp ni en los enchufes.

Pero la verdad es que todo esto carecería de importancia de no ser por un detalle que he venido observando últimamente y que hace que en ocasiones, las miradas se giren hacia mí al escuchar la voz metálica que va soltando frases sin sentido desde el interior de mi bolsillo.

Y es que, mis queridos lectores, he descubierto que mi Siri se habla sola.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

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