sábado, 8 de septiembre de 2018

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BILINGÜE


Algunos
se hacen bilingües por trabajo

otros
por parentesco

bastantes
por necesidad

y los más desdichados
por imposición.

Yo

(este es un buen momento para confesarlo)

me hice bilingüe por amor

en el instante mismo en que nuestros labios se encontraron
nada más vernos
supe de la inutilidad de las palabras.

Tan solo las miradas nos bastaban
para decirlo todo:

fueron los tiempos dulces
cuando eran música las voces
y los malentendidos
semejaban exámenes del cole
que nos hacían más sabios

y más bellos
a los ojos del otro.

Pero llegó la guerra
y entonces las palabras se tornaron
saetas afiladas
que horadaban con fuerza el corazón.

Y ya no nos mirábamos
si no era para herirnos las pupilas
con esa amarga saña
que solo utilizamos las personas.

Y aprendimos reproches
en la lengua extranjera
y nos hicimos diestros
en el arte de hundir al adversario...

¡Cuántas palabras nuevas en mi léxico!
¡Cuántos verbos quemándome la lengua!
¡Cuántas horas de estudio para el odio!

Y después el dolor
mudo e hiriente
y el salado esperanto de las lágrimas

y al fin
la paz

y el perdón,
y la indulgencia

y esa sonrisa triste
del que ya nada añora

y el recuerdo lejano
de risas y de besos

y de aquellas miradas del principio
silenciosas y largas como tardes de estío...

Y ese día primero
en que no hacían falta las palabras.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

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