viernes, 10 de agosto de 2018

 




EL DESTINO DE APU

Apu se ha ido.

El otro día mi amiga salió al balcón y ya no estaba. Tal vez al fin tuvo el valor que le faltó en diversas ocasiones y supo remontar, llegar a lo más alto y reunirse con los de su especie. O tal vez no y se dio de nuevo contra el suelo en un lugar en el que esta vez nadie lo rescató, como aquel día en que este hada madrina se lo llevó a su casa y lo empezó a criar con pienso de gatos diluido en agua. O aquel otro en que lo echamos a volar y aterrizó en la inmensidad de un campo agostado, y casi no lo distinguimos y se queda atrapado entre las matas. O ese último en que falló de nuevo y fue a caer sobre un paso de cebra, y yo salí como una loca, alzando los brazos y parando el tráfico.

Ya nos parecía que no iba a suceder. Que Apu se había acomodado al paté de pienso gatuno en jeringuilla y que nunca se atrevería a confundirse en el azul. Que seguiría refugiándose en nuestros bolsillos y nuestros escotes y viniéndose con nosotras de vermú, dejándose acariciar y envolver en hojas secas.

Pero no. Al fin las plumas quebradas de su cola se arreglaron y se fue, no sabemos adónde. Esperamos que esa inocencia suya de rara avis criada entre humanos y felinos no le cueste la vida. Y que la otra mañana fuese capaz de volar alto, muy alto, hasta encontrarse con los suyos y hacer del cielo su morada. Y que esa noche la pasase al amparo de las nubes. Y que cuando agosto cierre sus cálidas entrañas se desplace hacia el sur, y tal vez de aquí a un año vuelva, se aparee y una inquieta camada de vencejos vea la luz gracias, en parte, a la insólita tenacidad de mi querida amiga.

Buen viaje, Apu. La libertad es el mejor destino.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

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