sábado, 7 de octubre de 2017

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MICROLITERATURA

Supongo que mi pasado macarra ochentero tendrá mucho que ver con la aversión que siento hacia palabros tipo churri-cari-prendi o el más reciente guapi. Eso por una parte, y por otra la tirria que le estoy pillando a la filosofía del servilletero del bar (cuánto daño nos hace Mr Wonderfull, pordios) van a conseguir lo que no han conseguido ni los gobiernos ni las abreviaturas del whatsapp... y es que me vaya del país.

Sí, porque este tipo de microliteratura hace que una se avergüence un poco del lenguaje que chamulla... que vale que esa suerte de frases y palabras se utilicen en la intimidad, pero que ya traspasen los límites de lo cotidiano y se atrevan, no con lo cibernético, sino además con lo doméstico, me parece de traca valenciana. Y más cuando se internan en terrenos tan resbaladizos como el reparto de las tareas del hogar. Y en plan megamariconez además. Que los mensajes son de un ñoñeras que alucinas. Que digo yo que eso puede estar muy bien para familias de largo recorrido o para parejas que tienen, digamos, una cierta confianza. Pero os aseguro que yo amanezco, toda desmelenada y agujetosa, en casa de mi churri tras la primera noche de pasión devoradora, me voy a la cocina a por un vaso de agua y al ir a abrir el grifo me tropiezo con un bote de lavavajillas con una leyenda tipo “guapi, hoy te toca a ti” y creo que se me produce una reacción alérgica tal que salgo rumbo a urgencias sin vestirme ni peinarme.

Y desde luego que el tío no me vuelve a ver.

Que haber crecido en los ochenta marca mucho.

#SafeCreative Mina Cb

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