miércoles, 7 de septiembre de 2016

 



ENGRANAJES

A mí es que me encantaría ver cómo funcionan por dentro las cabezas. Pero no en plan forense, o sea meter la sierra y escudriñar entre los hemisferios, no... más bien en plan Pitagorín aficionado a la mecánica. En plan niño que imagina un engranaje de correas, tornillos y ruedas dentadas haciendo mucho ruido y sacando humo por una chimenea.

Me gustaría ver as diferencias para así poder ajustar los cerebros averiados; esos que tienen comportamientos que no hay por dónde cogerlos y que son capaces de desbaratarlo todo en diez minutos. Quisiera ver a qué velocidad se mueven sus poleas, si todo está engrasado, si se paran o bien su ritmo es irregular... En fin, que lo que yo quisiera es tener la capacidad de atravesar con la mirada el cráneo para asomarme al apasionante laboratorio de la mente ajena y ver cómo funciona. Porque hay comportamientos que, de puro inexplicables, necesitan de una lógica que nos ayude a comprender a la persona para no caer en la tentación de estrangularla con nuestras propias manos. Y no hablo de genios ni de superdotados. Ni siquiera de anarcas a los que lo establecido se la trae al fresco y que pasan de todo pero deliberadamente. No. Me refiero a esos seres normales de vidas normales y conductas normales pero que cuando se ponen a organizar convierten en caos todo lo que tocan. Aunque parezca imposible. Aunque el funcionamiento sea inmejorable. Llegan y tiene que poner su granito de arena, o más bien de ceniza volcánica, que cae justo sobre la única chispa del lugar y en cuestión de segundos desencadena una hecatombe de dimensiones bíblicas. Y que aunque todo quisuqe les diga que aquello no tiene ni pies ni cabeza ellos siguen a los suyo, la cabeza bajo el ala y la autoestima a la altura de las torres Kío, que no se apean del burro ni aunque los muela a coces. Y que acaban sacando de quicio al más pintado y haciendo cundir el estupor y el desaliento allá por donde vayan. Da igual la Shell que un club de jugadores de parchís. Y no son mala gente, la verdad... en fin, quiero decir que no lo hacen a idea. Es más, ellos piensan que lo están haciendo bien y ponen en ello todo su empeño y voluntad. Pero claro, como en lugar de bien lo hacen fatal, cuanta más voluntad y más empeño peor pinta la cosa.
Pero a lo que iba desde el principio. Que yo a veces me les quedo mirando fijamente, cuando están agachados y no me pueden ver, y trato de imaginar el engranaje: las poleas, las ruedas dentadas, las correas de cuero y de metal haciendo clic-clic... y el humo de la chimenea que sale, negro y denso, como un siniestro augur de la catástrofe.

#SafeCreative Mina Cb

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