martes, 21 de julio de 2015



ALMAS ERRANTES

Estoy convencida de que ciertos encuentros no son casuales, de que determinadas personas son colocadas en nuestro camino en momentos concretos y por razones muy específicas con el objetivo final de mejorar nuestra existencia y deshacer las negras humaredas que otros seres ponzoñosos y oscuros han podido esparcir a nuestro alrededor.
Y es que, del mismo modo que existen colores que combinan y otros que hieren la visión al aliarse, sé que hay seres que pueden atraerse, intuirse y acabar por encontrarse, como si supieran desde lejos y sin conocerse que hay alguien en el mundo que los necesita para una cosa concreta, y acudan a la llamada de manera inconsciente, y lleguen al sitio justo en el preciso instante en que su colaboración es necesaria. Ni antes ni después. Y también estoy completamente convencida de que existe, como en un rompecabezas, una persona idónea para cada momento y lugar. Y que puede llegar y cumplir su cometido y más tarde marcharse dejándonos su esencia adherida para siempre al corazón. Y pasar así el resto de su vida con nosotros. Hasta el momento en que dejemos de existir.
Creo también que las almas se agrupan por especies afines, y que conforme el tiempo pasa van volviéndose más hábiles e intuitivas y van siendo capaces de saber casi al instante en qué espejos se pueden reflejar y en cuáles no. Y que si uno está atento puede al fin tropezarse con eso que los cursis llaman el “alma gemela”, que no tiene nada que ver con la pobre media naranja, acuchillada primero y exprimida después, sino que es más bien una cuestión de entendimiento y empatía mutuos; de dar con una especie de alma que se quede a nuestro lado y que nos libre de la pesada losa en que a veces, cuando la tristeza nos visita, se puede convertir la soledad.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: “Sky blue”- Kandinsky

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