jueves, 23 de octubre de 2025


 

EL “ACHATARRAMIENTO” DE VEHÍCULOS DE AUTOMOCIÓN CON ANTIGÜEDAD SUPERIOR A DIEZ AÑOS

Ya los tenía cunado lo compré. Y digamos que fue un amor a primera vista. Era pequeño, fácil de conducir y además el asiento del conductor podía ser elevado, cosa que no sucedía con otros automóviles. Lo vi primero en un concesionario de segunda mano donde los vendedores, por ser mujer, ir sola y llevar chándal, no me hicieron ni puñetero caso y más tarde en el Milanuncios, creo. Un señor de Tauste que se había muerto de un infarto y había dejado el coche a los sobrinos. Lo probé y en menos de una semana ya era mío.

Vino a sustituir a un Opel Corsa que, ese sí, fue merecidamente achatarrado tras un viaje a Almería arrastrando todo tipo de males provocados por la edad. Le hice unas cuantas rayas porque entonces yo era un poco torpe, pero he de confesar que el “Mininolo”, como lo bautizó un amigo mío, ha cumplido los 25 gozando de una excelentísima salud. De hecho, hace un par de años me quitaron el seguro porque en menos de seis meses el C3 se tragó primero un jabalí y asistió después al incendio de una furgoneta que estaba aparcada justo delante de él. Y me enorgullece decir que sobrevivió como un jabato a ambas contingencias. Claro que la compañía decidió, tras el siniestro total que se solucionó con un reajuste después de la aventura del jabalí y el cambio de un par de piezas churruscadas a resultas de los daños colaterales de la quema, que mi amado utilitario era un cliente demasiado problemático. Peor para ellos porque les quité también el seguro del piso y encontré para el Citroën una póliza bastante más barata y con las mismas coberturas.

Y esta mañana, en la radio, he oído lo del plan de achatarramiento para vehículos de más de diez años de antigüedad y se me han puesto los pelos como escarpias. Porque mi coche es cuqui y va increíble de motor. Y estoy segura de que uno más moderno no va a tener ni la mitad de resistencia, pobrecito, si es un campeón en los caminos. Y además consume menos que un mechero. Y le quiero ser fiel. Y me da igual si no puedo meterme con él por el centro de Bilbao, que vaya ganas existiendo el metro. Que yo no quiero achatarrarlo, que le tengo cariño y mi deseo es que se quede conmigo hasta el final. Porque un coche, una vez que lo tienes, lo conduces y te lleva, se convierte en una parte de tu vida. Y le coges el mismo afecto, con perdón, que se le tiene a una mascota. Y lo último que se te ocurre es llevarlo al desguace, a que le pongan la inyección letal tras cargarlo en la trasera de una grúa mientras sueltas unos lagrimones que ríete tú de cuando Clara, la de Heidi, se echó a andar.

Pues eso: que achatarren a otros.

#SafeCreative Mina Cb

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