martes, 21 de octubre de 2025


 

INVENTOS CHUNGOS

Alguien debería fundar una asociación destinada a poner mirando de cara a la pared a los inventores de ciertos cachivaches. Que igual la asociación ya existe, pero solo se dedica a protestar enérgicamente de modo verbal en vez de tomar medidas drásticas como la del castigo de cara a la pared e incluso el emparedamiento para los casos más sangrantes.

Y desde luego que el diseñador del temporizador lumínico que se activa con el movimiento merece tal escarmiento. Porque ese invento, en según qué lugares, es cualquier cosa menos práctico. Y mira que está cundiendo de narices.

En los aseos públicos, por ejemplo. Esos que tienen el cubículo para el inodoro bien espacioso y con el retrete bastante alejado del interruptor. Si es que lo hay, porque hay instalaciones en las que el sensor se activa automáticamente y no es necesario que se accione pulsador alguno.

Pero a lo que voy: tú estás ahí, en el inodoro, bien concentrada en lo tuyo y de repente, zas, el apagón. Y oye, lo que estás haciendo lo puedes terminar a oscuras, pero lo de buscar el papel y tras usarlo (me ahorraré escatologías) comprobar que el culete ha quedado bien limpito no se puede hacer a tientas. Y es entonces cuando, con el culo al aire y los pantalones por la rodilla, tienes que dar comienzo a la danza de la iluminación. Porque moverte un poco no es suficiente para que el chisme te detecte, no: has de menear lo brazos como Tippi Hedren en la peli de Los pájaros. Que además del detector no sé cómo no instalan cámaras ocultas para colgar luego el numerito en el tiktok tapándole la cara al bailarín o bailarina. Porque te llueven los likes, te lo aseguro.

Otro sitio chungo son las salas multiusos. Conservo el recuerdo imborrable de una presentación en la Fnac de Zaragoza donde las tres poetas (una era yo) nos teníamos que poner a bailar Los Pajaritos cada poco para conjurar la oscuridad ante el regocijo del público asistente, el cual, conforme al acto avanzaba, se fue sumando con entusiasmo a la coreografía. No vendimos muchos libros, pero lo pasamos guay.

Aunque, sin duda, los recintos en que el ingenio ese demuestra con creces su incompetencia son los almacenes. Que en mi curro hay uno. Se trata de un receptáculo estrecho y largo y atestado de tarros. Que tú entras a por algo y cuando llevas las manos ocupadas, toma, se te apaga la luz. Y puesto que la movilidad es reducida por las dimensiones del tugurio, que además, repito, está repleto de cachivaches varios, lo de activar el fluorescente se las trae. No puedes mover los brazos, no hay espacio para saltar y, por desgracia, el sensor no responde al suputamadre que se te cae de la boca. Que mira, esa sería una gran solución, que el detector, en lugar de con el movimiento, se accionase con el taco que sueltas cada vez que se te va la luz en mitad de la faena. Sea la que sea.

Eso o el emparedamiento del diseñador.

#SafeCreative Mina Cb

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