miércoles, 29 de octubre de 2025


 

DANA

Se levantaron de la cama como cualquier otro día. Dispuestos a afrontar las mil tareas cotidianas con más o menos ganas. Se encaminaron al trabajo, o a la compra. Llevaron a los niños al colegio. Quizás habían quedado con alguien para tomar un café antes del mediodía. O tal vez simplemente disfrutaban de una jornada vacacional con su comida tardía y su sobremesa perezosa. Quién sabe. El caso es que, fuera lo que fuese lo que estuviesen haciendo antes, cuando pasó se encontraban en el lugar equivocado. Fueron ellos como podían haber sido cualesquiera otros. Porque el azar escoge así a sus víctimas. Sin un criterio establecido y sin mostrar piedad.

Algunos tuvieron, si es que se le puede llamar así, la suerte de morir en el momento. Aquellos que fueron arrastrados por el agua y cuyos pulmones se inundaron de inmediato no hubieron de pasar por la agonía de otras víctimas como aquella a la que se refería una testigo de los juicios, que hablaba de un hombre que permanecía encerrado en un garaje al que se oyó auxilio durante horas hasta que su voz cesó. Aquella persona, como muchas otras, seguramente marcaría una y otra vez el ciento doce sin respuesta ya que los servicios de emergencia se colapsaron desde el primer instante. Y llamaría también sin duda a su familia para que por lo menos supieran donde estaba. Y a buen seguro sus familiares intentarían también contactar con el servicio de emergencias sin resultado alguno. Y seguirían en comunicación hasta que la batería se acabase o la voz del familiar se extinguiera definitivamente.

Y es que no se trató tan solo de morir. Fue también el morir de esa manera. Y es por ello que el hecho de tratar de ponerse en el lugar de las víctimas o de sus seres queridos es un ejercicio de humanidad imprescindible para cualquier político con un mínimo de sensibilidad. Pero en lugar de eso, a lo largo de los últimos doce meses, lo que la ciudadanía ha estado presenciando ha sido una caza de brujas que parece perseguir más la rentabilidad política que la compasión para con las víctimas y sus familiares. Y así, hoy, veintinueve de octubre nuevamente, los responsables directos e indirectos de esa terrible catástrofe siguen aferrados a sus cargos, eludiendo responsabilidades e insultando al adversario mientras que en muchas viviendas de la zona las marcas del nivel del agua siguen todavía impresas en los muros.

Francamente, no creo que merezcamos a esta clase política.

#SafeCreative Mina Cb

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