LA MEMORIA DE GAZA
Cuando en el 45 terminó la Segunda Guerra Mundial y los prisioneros de los campos de concentración fueron liberados, quienes procedieron a la liberación de los mismos quedaron horrorizados, no solo por lo que hallaron en las dependencias de las cárceles, sino por lo que a través de estos hallazgos se adivinaba que había podido suceder allí. Más tarde, los testimonios de los supervivientes sirvieron para atar cabos y finalmente se decidió mantener en pie alguno de esos templos del horror para que quedase un testimonio de algo que nunca debía volver a suceder. Así, tanto mediante la conservación de sus centros de tortura como mediante el proceso de Núremberg en el que los criminales de guerra fueron juzgados y condenados, la comunidad internacional saldó en parte su deuda con el pueblo judío al tiempo que le devolvió la dignidad que los nazis le arrebataran durante la guerra.
Gaza es un enorme campo de exterminio a cielo abierto en el que, en los últimos meses, la crueldad está alcanzando niveles que hacen que la palabra sadismo se nos antoje ridícula. Hace poco, un periodista francés se refería a los drones que emiten como reclamo maullidos de gatito para que los niños se expongan a las balas de los tiradores ocultos en la zona. Dantesco fue también el caso de la doctora que recibió en el sanatorio donde trabaja los cadáveres de nueve de sus diez hijos. O el de ese otro médico que se negó a evacuar un hospital, incluso bajo la amenaza de la ejecución de su hijo de diecisiete años, al que asesinaron inmediato en su presencia.
Quince mil niños y niñas han sido masacrados de forma preventiva para evitar que al ser adultos se conviertan en una amenaza para el pueblo de Israel.
Quince mil.
Miremos a nuestro alrededor. A esa infancia que solamente por haber nacido aquí tiene la suerte de poder disfrutar de su condición. Y pensemos por un momento en nuestros hijos e hijas expuestos a las balas y a las bombas. Pequeños cadáveres que formarán parte de los cimientos de ese resort de lujo que Trump pretende construir sobre las ruinas de una Gaza arrasada.
Porque a los palestinos ni siquiera les va a quedar el consuelo de un mausoleo donde se honre su memoria. Nadie se va a preocupar por mantener las ruinas de ese horror como se guardan, por ejemplo, las del viejo municipio de Belchite, para que las generaciones que están por venir sepan que, en la franja, un día, fueron ejecutadas miles de personas inocentes.
Y es que a los palestinos no solamente les están arrebatando la patria, la vivienda y el aliento.
También quieren quitarles la memoria.
Que es lo peor que puede sucederle a un pueblo.
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
viernes, 13 de junio de 2025
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