EL “SÁLVAME” DEL FEISBU

Una se casa hace un porrón de años. Toda Feliciana. De blanco roto y con su velo y su ramo de floripondios. Y los anillos resplandecientes. Y corta la tarta y baila el vals y después se va a Cancún o adonde toque. Y luego vuelve y fríe a los colegas con las fotos. Y con el vídeo. Y es feliz cual perdiz con su maromo. Y hace vida social común y Navidades alternando una familia con la otra. Todo con mucho amor. Y fruto del mismo van llegando los peques y las dificultades para concertar paternidades y vida de pareja. Los benditos abuelos. Los unos y los otros. Y vienen los coles y la comunión y esas cosas y ya el asunto está desde hace tiempo regulero. Y va a peor. Hasta que el amor se os rompe, como a la Rocío Jurado, y las carantoñas se convierten en gruñidos. Y empiezan las broncas a cualquier hora y por cualquier motivo. Y flipas, flipáis al comprobar cómo tanto merengue se ha transformado en ácido. Y los chavales ya son adolescentes cuando tomáis la decisión. Y ya ha llovido mucho y nadie aburre a los amigos con las fotos de la boda porque existen Facebook e Instagram y el personal lo exhibe todo allí. Los tiempos, que adelantan que es una barbaridad. Y el proceso del divorcio es una guerra abierta. Y acabáis como el rosario de la aurora. Y no contentos con ello, y puesto que lo vuestro al “Hola” le trae sin cuidado, descubrís el filón de las redes. Y convertís vuestro perfil en un plató del “Sálvame” desde el que arremetéis contra la ex. El ex. Los ex. Las nuevas parejas de los ex. Los amigos y amigas de los ex. Y todo aquello que afecte a vuestros ex salvo los hijos, claro, que son intocables y por ellos, como dice la Esteban de Andreíta, se mata.

En fin…

#‎SafeCreative‬ Mina Cb