QUINCEGIGAVATIOS

Quince gigavatios. Ni más ni menos. Quince gigavatios que se fundieron en el éter como el sueldo se funde en la hipoteca. Quince gigavatios que hicieron chas y desaparecieron, al revés que la Christina Rosenvinge. Quince gigavatios que nadie sabe dónde están pero la liaron, parda no, pardísima. Quince gigavatios y en un tris te ves comiendo bocadillo de sardinas de lata. Quince gigavatios y a tomar por culo el contenido del congelador. Quince gigavatios y a casa todo el mundo porque no se puede trabajar.

Quince gigavatios. Que si Doc necesitaba 1,21 para hacer volar el Delorean, echemos cuentas de cuántos rayos hubieran sido necesarios para poner de nuevo el país en marcha. Y mira que han caído tormentas y el apagón se da en el primer día luminoso en semanas, que manda webs la cosa. Por eso digo yo que ha tenido que ser un sabotaje. De los rusos o los americanos. Que tanto descojonarnos de lo del kit y mira, al final ayer los del camping gas eran mejor partido que un jeque árabe. Lo malo es que no chutaba el Tinder, vaya ocasión perdida. Te preparo una paella y luego el revolcón. Que a una mala se puede hasta sin luz. El revolcón digo. Mediodía, con la nevera y la despensa a reventar y sin poderte hacer un mal par de huevos fritos. Y menos mal que aquí el suministro se restableció relativamente pronto y, al no haber ni tele ni internet (lo de leer en estado de shock no invita mucho a la concentración), la bonanza climatológica posibilitó lo del alterne cervecero. Y luego, a ver, que días como el de ayer no son para pasarlos en plan hurón, sino para echarse a la calle, integrarse en los corrillos y compartir vivencias con los parroquianos. Eso la gente de a pie, claro, porque los amigos del bisness ya estarán haciendo acopio de generadores y mierdas de esas de emergencia para hacer el agosto cuando pase de nuevo.

Porque esto, como lo de la pandemia, volverá a pasar…

#‎SafeCreative‬ Mina Cb